Alexis Moore
Pregunta: ¿Qué tiene la vida contra mí? Si no he hecho nada malo. Con la cantidad de cafeterías que hay en este pueblo, ¿tenía que venir a esta? Vi como Leslie se acercaba a paso lento, así que la cogí del brazo, haciendo que entrara rápidamente en la cocina, cerrando la puerta detrás nuestro.
- ¿Qué pasa?- preguntó extrañada, mientras se tocaba el brazo.
- El chico que estaba en la barra, ¿viene mucho por aquí?
Su cara demostró confusión mientras pensaba, pero entonces pareció ubicarlo.
- Supongo que hablas de Giovanni. Sí, es habitual. Viene casi todos los días. ¿Pasa algo con él?
- No es nada importante, pero puedes atenderlo tú- junté mis manos, en modo de súplica.
- Lo siento, pero se ha empezado a llenar el local.
Caminó por mi lado mientras me daba unas palmaditas en el hombro y salía. Cogí aire y me dirigí hacia la barra.
- ¿Qué puedo servirte?- cuestioné. Al ser un cliente tendría que hablarle de usted, pero me negaba a pasar por esa humillación.
- ¿No deberías hablarme de usted? Soy un cliente-
"¿Este lee la mente o qué?", pensé.
- ¿Qué puedo servirte?- volví a preguntar, aparentando que no me importaba que estuviera aquí, pero yo sabía que no era cierto, y probablemente él tuviera una ligera sospecha.
Vi como sonreía, casi imperceptiblemente, y agachaba la cabeza.
- Un macchiato me iría bien- habló con un marcado acento italiano.
- Claro- me di la vuelta, dispuesta a caminar hacia la cocina, pero al escuchar su voz frené.
- Lo antes posible- lo miré incrédula, y en su cara pude divisar una expresión de satisfacción.
- Lo tendrás cuando termine de hacerlo, así que deja de exigir cosas, o te tiro por la ventana- dije sin pensar.
- ¿Me tirarías por la ventana?- cuestionó como si estuviera ofendido.
- Sí, y no me arrepentiría- lo último lo dije en un susurro.
Me dispuse a preparar, el pedido, ignorando el par de ojos que seguían meticulosamente mis movimientos.
Después de unos minutos dejé la taza enfrente de él.
Al ver que no decía nada, decidí hablar.
- Se dice gracias- dije empezando a limpiar el otro lado de la barra.
- Gracias, señorita Moore.
- De nada- murmuré.
Nos quedamos en silencio, escuchando la música que sonaba en la radio. Por el rabillo del ojo, vi como se acercaba un hombre de unos 25 años, probablemente para pagar, y lo confirmé cuando lo vi pararse delante de la caja.
- Serán 6 con 29- me dio un billete de 10, así que abrí la caja para coger el cambio. Cuando estaba a punto de cerrarla escuché la voz del "chico Macchiato".
- Oye tío, sus ojos están más arriba.
Levanté la vista fijándola en el sujeto delante de mí, que ahora lo miraba como si le quisiera matar.
- Tú métete en tus asuntos- habló el hombre seriamente.
- Ella es mi asunto, así que coge tu cambio y lárgate de aquí- dio un paso, acercándose a él.
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Nuestro testigo, la Luna
Genç Kurgu"Cuando abres el baúl de los recuerdos para sacudirlo, son los recuerdos los que terminan sacudiéndote a ti", Claudia Marcela Palacio Bueno. Siempre pensé que este tipo de frases eran tonterías, frases sentimentalistas que la gente utilizaba para g...