Capítulo 10

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Alexis Moore

- ¿Se puede saber qué haces?- escuché que preguntó Sean a mi lado, ni siquiera sabía en qué momento apareció. Permanecía sentada en el suelo, mientras me apoyaba en el árbol detrás de mí. Al escuchar su voz, rápidamente abrí el libro que reposaba en mis rodillas por una página cualquiera.

- Leer- dije indiferente, mientras apartaba la mirada de la persona que observaba.

- Ya, pues eres la primera persona que conozco que puede leer del revés- dijo con una sonrisa. Dirigí mi mirada al libro, y efectivamente estaba del revés. Solté un suspiro mientras lo cerraba.

- Me has pillado- contesté con una sonrisa.

- A ver, ¿a quién espiabas?- preguntó.

- ¿De qué hablas?- pregunté intentando simular que estaba relajada.

- No hagas como que no sabes de lo que hablo, venga suéltalo- habló. Si no me fiaba de ella, ¿podría fiarme de su hermano?

- No es nada, en serio- contesté apartando la mirada.

- Y... me has vuelto a mentir.

- ¿Cómo estás tan seguro?

- Mi intuición es muy buena. ¿Me vas a contestar?- dijo sin quitar la sonrisa.

- ¿Cómo te lo tomarías si dijera que no me termino de fiar de tu hermana?- cuestioné, esperando alguna reacción de su parte.

- ¿Y eso?

- No lo sé, hay algo que no me cuadra.

- ¿A qué te refieres?- en ese punto, la sonrisa que yacía en su rostro había sido sustituida por un ceño fruncido. .

- No importa, será porque estoy algo paranoica. Oye, hablamos luego, tengo cosas que hacer- dije levantándome rápidamente y entrando a la universidad. Paré en la entrada, y me giré levemente, miré por encima de mi hombro como Rose bromeaba con algunas chicas, su mirada chocó con la mía, haciendo que rápidamente entrara en el edificio.

Recorrí los pasillos en busca de Dylan. Lo encontré hablando con un grupo de chicos, uno de los cuales reconocí de la fiesta, pero los ignoré olímpicamente.

- Oye, después me llevaré tu coche, ¿vale?- avisé, tocando su hombro.

- Hola, yo también me alegro de verte, mi día va fenomenal, ¿qué tal el tuyo?- dijo con su usual nivel de sarcasmo.

- Queridísimo hermano, me llevaré tu coche- vi cómo abría la boca para contestar, pero antes de que lo hiciera, volví a hablar- no era una pregunta, te estaba avisando, para que no te pongas histérico. Hablamos después, adiós.

Me alejé del grupo dirigiéndome a la última clase, solo tenía que aguantar una hora más.

***

El sudor corría por mi frente, pasando por mi cuello y dirigiéndose a mi pecho. Fui reduciendo la velocidad, hasta parar completamente y bajar de la cinta de correr. Me limpié el sudor con la toalla y cogí la botella de agua. Escuché como la puerta se abría, aunque no presté atención y seguí dando tragos. Dirigí mi cabeza hacia mi derecha al notar movimiento, y me encontré con alguien estirando.

"Me estás jodiendo" pensé.

¿A qué se debía todo ese drama en mi cabeza? Fácil, delante de mí se encontraba la queridísima- obviamente es ironía- Rosalie Bellemore. Al parecer notó mi mirada y me saludó con la mano mientras una sonrisa aparecía en su cara, pero no se acercó, lo cual agradecí, no me apetecía pasar por un momento incómodo.

Nuestro testigo, la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora