Alexis Moore
- Que tenga un buen día- dije con una sonrisa entregando el café y guardando el dinero en el cajero.
Al ver que no quedaba nadie más a quien atender, solté un suspiro pesado y me pasé las manos por la cara... y me acordé de que llevaba rímel puesto.
Mierda.
Cogí el móvil con rapidez y puse la cámara frontal, solté un suspiro de alivio al notar que no se me había quitado nada y mi maquillaje estaba intacto.
- No te preocupes- dijo el pelinegro a poco más de un metro de distancia de mí-. Sigues igual de guapa.
Rodé los ojos con una sonrisa y me puse a limpiar la barra con un trapo. Giovanni se había pasado por la cafetería para devolverme la carpeta que le pedí que guardara, solo rezaba para que me hubiera hecho caso y no la hubiera leído.
- ¿Desde cuándo me consideras guapa?- bromeé.
- Desde siempre- contestó tomando un sorbo de la taza sin apartar su mirada de la mía.
- ¿No me digas?- pregunté acercándome y apoyándome en la barra, hasta quedar cara a cara.
Hizo un sonido de afirmación haciendo lo mismo que yo y pasándose la lengua por los labios.
Cómo vuelva a hacer eso delante de mí, me pierden.
- Y a usted, señorita Moore, ¿hay alguien del pueblo que le parezca atractivo?
- Puede ser... Pero no es algo que le confiaría a usted, señor DeLuca.
- ¿Por qué?
- Principalmente por...
- ¡Disculpe, señorita!- me interrumpió alguien haciendo que sonriera enormemente al ver cómo Giovanni cerraba los ojos con fuerza y suspiraba sonoramente, a la vez que se frotaba las sienes.
- Supongo que tendrá que esperar- dije alejándome para atender a la persona que me había llamado, pero él fue más rápido y me cogió del brazo, volviendo a colocarme en la posición en la que me encontraba hacía unos segundos.
- No creas que esta conversación ha terminado aquí, dolcezza.
- Probablemente no, pero por ahora sí.
Me solté de su agarre y di la vuelta a la barra para acercarme a la mesa del cliente que me había llamado sin quitar mi sonrisa.
- ¿En qué puedo ayudarle?
- ¿Podría subir un poco el volumen de la televisión, por favor?
- Claro, ahora mismo lo subo- hablé, haciendo un amago de darme la vuelta, pero me frenó al volver a hablar.
- Y una cosa más...- lo miré esperando que prosiguiera- Lamento si puedo parecer un metomentodo, solo quería decirle que su novio y usted hacen una pareja preciosa- señaló a Giovanni con la cabeza.
- Espere, ¿qué? No, no, no, no. No somos pareja, es un... amigo- contesté rascando mi brazo ante el nerviosismo, sobre todo al sentir una mirada perforarme la nuca.
- Ah, pues lamento la confusión.
- No se preocupe.
Volví detrás de la barra, cogí el mando y subí un poco el volumen, todo eso intentando ignorar a Giovanni.
- ¿Lo ves? Hasta los desconocidos creen que hacemos una muy buena pareja- rio.
- Ya te gustaría ser mi pareja.
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Nuestro testigo, la Luna
Novela Juvenil"Cuando abres el baúl de los recuerdos para sacudirlo, son los recuerdos los que terminan sacudiéndote a ti", Claudia Marcela Palacio Bueno. Siempre pensé que este tipo de frases eran tonterías, frases sentimentalistas que la gente utilizaba para g...