Capítulo 30

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Alexis Moore

- ¿Cómo te encuentras?- me preguntó Beca, que estaba sentada a mi lado en el césped.

- Igual que la última vez que me preguntaste hace dos horas, ¿hasta cuánto vais a estar así?

- No puedes reprocharnos nada, nos preocupamos por ti- contestó Rosalie.

- Me parece increíble que aún no hayan encontrado a ese tío.

Giovanni y yo ideamos un plan para que la gente no se enterara de que me dieron una paliza, así que pensamos en la excusa de que había tenido un accidente de coche, sonaría bastante creíble, pero aún había un cabo que hacía falta ligar... el coche. Como yo no tenía un coche, tendría que haber cogido el de mi hermano, el problema era que nadie se creería que había tenido un accidente si el vehículo no tenía ni una sola abolladura. Sinceramente, Giovanni se divirtió tanto destrozándolo contra los árboles del bosque, que llegó un punto en el que me pregunté si se había vuelto totalmente loco.

- Tierra llamando a Lex, ¿nos escuchas?- la pelirroja pasó su mano por delante de mi cara.

- Sí, perdonad, solo estaba pensando. Y sobre lo que has dicho, ha pasado ya un mes, no lo pillaran- dije sin mirarlas.

- Bueno, cambiemos de tema. ¿Queréis pasar esta noche en mi casa? Ya sabéis, pelis, bebidas, comida basura... y de paso nos contamos todo sobre ligues- propuso Rose.

- Por mi perfecto, es mejor que quedarme en casa muerta de asco- habló Rebeca.

- Gracias por la oferta, pero me temo que ya tengo planes.

- ¿Y eso?

- He quedado con Giovanni a... charlar.

- ¿Charlar? Es así como lo llaman ahora. Y supongo que vais a "charlar" en su casa, ¿no?- preguntó la castaña haciendo unas comillas con los dedos.

- De hecho, sí. Solo vamos a tomar algo y hablar sobre algunos libros en común que hemos leído.

- Ajá- dijeron ambas a la vez, mirándose entre ellas.

***

- ¿Vas a algún sitio?- me llevé una mano al pecho y me giré para mirar a mi hermano, que estaba apoyado en el marco de la puerta de mi habitación.

- ¡Por Dios! ¿No puedes llamar a la puerta como una persona normal?

- La normalidad no está a la orden del día en esta familia.

- Cierto- susurré-. He quedado... con las chicas, me quedaré en casa de Rose a dormir, así que no me esperéis despiertos.

- Bien. ¿Vais a hacer deporte o algo?- preguntó, al ver como guardaba un top y unos pantalones de deporte negros en una mochila.

- No, es de repuesto, por si acaso. Nunca sabes lo que puede pasar, ¿no?

- ¿Qué tal va tu muñeca?

- Perfectamente, no me duele para nada.

- Te recuerdo que el médico te dijo que no la forzaras mucho, y que también puedes sufrir estrés postraumático, así que si no te encuentras bien, ya sabes que...

- Dylan- me acerqué a él-, estoy bien. Además, estaba delante cuando el médico dijo todo eso, ¿recuerdas? Deja de preocuparte tanto- le di un ligero apretón en el brazo.

- Eres mi hermana pequeña, es inevitable. Iré mañana a la comisaría para ver cómo llevan la búsqueda del coche que provocó el accidente, me parece indignante que haya pasado tanto tiempo y aún no tengan nada.

Nuestro testigo, la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora