13. El Callejón

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El ambiente se sentía extraño esos días. No entendía por qué, hasta que me di cuenta de que Taehyung llevaba una hora hablándome del fabuloso día que había pasado con Seokjin... otra vez.

-Tae, no te ofendas, pero cállate.

Él parpadeó perplejo y yo continué abriendo el cadáver con lentitud.

El continuo y pegajoso amor de mi compañero de trabajo y el detective comenzaba a incomodarme, porque por desgracia, a mí me tocaba verlos juntos muy seguido. Y no sólo a ellos, ahora Hoseok y su reciente inquilino solían dar pequeños espectáculos también, aunque afortunadamente, el que tenía que aguantarlos la mayor parte del tiempo era Jimin.

Ya había pasado un buen tiempo desde el día que había conocido a Jimin. De hecho, casi cuatro meses.

Sí, el tiempo vuela cuando te diviertes, o te enamoras.

Mi pequeño Jiminenstein había logrado recordar algunas cosas de su pasado, pero nada relevante que nos ayudara a encontrar su verdadera identidad. Jin y Namjoon habían continuado investigando, pero no había duda de que no hallaban ni el menor indicio de su apellido en ningún lado.

Yo ya no me sentía tan mal al respecto, de hecho, no me importaba si después de todo no hallábamos nada y Jimin tenía que quedarse conmigo.

Yo ya estaba por completo seguro de que había estudiado gastronomía. Era ilógico y casi estúpido, que de la nada supiera preparar ciertos platillos que sinceramente no veías más que en los mejores restaurantes. Pero yo siempre le pedía que no se esmerara demasiado, prefería las cosas más sencillas, aunque si hablábamos de su paella, un segundo después yo ya estaba en la mesa con los cubiertos preparados.

Sobre nuestra relación... bueno, eso continuaba igual por completo. Éramos los "amigos" más afectuosos que podrían hallar en la ciudad, por no decir el país. Claro, cuando no había nadie presente.

Él continuaba siendo amable e inocente, y con su persona tan cerca de mí, no podía evitar acércame, aunque fuera primero con sigilo.

No le molestaba que lo abrazara, no me decía nada si acariciaba su cabello o su mejilla, y si decidía que quería besarlo el decidía que podía contestar mi beso sin problema. Aunque yo siempre sabía poner límites en eso, porque sabía que si por mí fuera podrían pasar demasiadas cosas.

Sin embargo, él era un poco más discreto con sus gestos. Sólo cuando se preocupaba y se sentía mal o melancólico acababa llegando hasta mí, en busca de un poco de apoyo o sólo un abrazo. Los saludos matutinos y "agradecimientos" seguían como siempre, al igual que sus sentimientos hacia mí.

Amigos. Y nada más.

Pero si existía un dios, sabía tan bien como yo, que un servidor adoraba cada maldito gramo de esa insana amistad.

-Uhm... Jungkook –me dijo la voz de Tae un rato después, cuando ya guardábamos todo.

-Me has hablado de lo increíble que es Jin suficiente para un año –me exasperé-. ¿Podemos hablar de otra cosa?

-No es eso –masculló con las mejillas sonrojadas-. Bueno, tiene que ver con Jin, pero no es lo que crees –salimos de la sala y bajamos las escaleras mientras lo miraba expectante-. Ésta mañana me mandó un mensaje diciendo que vendría.

-A recogerte, supongo –rodé los ojos mientras me quitaba mi bata y abría mi locker cuando llegamos al primer piso.

-Un poco hay de eso –musitó imitándome, aún algo ruborizado, pero porque acababa de recordar la última parte del mensaje, que indudablemente tenía una posdata empalagosa-. Pero me dijo que quería hablarte de algo.

Lo miré cerrando el locker.

- ¿Crees que...?

Él sólo asintió despacio.

Ambos sabíamos que lo más seguro, era que hubiera hallado algo. Justo le iba a sugerir que esperáramos al detective afuera, cuando éste llegó con pasos rápidos desde la entrada, saludando a la recepcionista en su camino hacia nosotros.

- ¡Hola! –exclamó Jin alegremente al posarse justo delante de mí.

-Hola Jin.

-Hola Jinnie –sonrió Tae dejando que el sujeto lo rodeara con un brazo y le dejara un suave beso en sus labios.

Yo fingí que no había visto nada y acomodé mi chamarra antes de mirarlo.

- ¿Qué pasa, Jin? Tae dijo que...

-Conseguí algo –dijo él emocionado. Yo lo miré interesado-. Estaba haciendo una investigación en una biblioteca. Alguien le voló los sesos a un sujeto, pero nadie se dio cuenta por el silenciador del arma –lo dijo tranquilo y nuestros rostros ni se inmutaron como lo habría hecho el rostro de cualquier otra persona que no trabajara constantemente con muertos-. Ya íbamos a retirarnos y decidí darme una vuelta. Hay una sección en la biblioteca que tiene viejos periódicos con hechos que se volvieron históricos o significativos.

» Estuve un rato leyendo noticias un poco locas. La calabaza más grande del mundo que había ganado el primer lugar en una feria, la pequeña biografía de una cantante que quiso volverse contorsionista de circo... –yo alcé las cejas impaciente y decidió ir al grano-. Bueno. Llegué a una parte en la que hablaban de una serie de asesinatos, robos y secuestros y en una sección decía que un civil había detenido con sus propias manos a un sujeto cuando éste había entrado a su casa de noche. El hombre fue premiado con honores por su valentía y el ladrón enviado a la cárcel.

Hubo unos segundos de silencio en los que Jin sonrió muy ampliamente. Yo parpadeé perplejo y crucé miradas con Tae, que lucía igual que yo. Amablemente tomó el brazo del detective y lo miró.

-Jinnie, ¿y qué tiene de relevante la noticia?

- ¿Eh...? –pareció sobresaltarse al notar que no nos había dicho lo importante-. ¡Lo siento! –yo suspiré exasperado-. En realidad, al principio no pareció muy importante, quiero decir, el periódico tenía bastantes años, pero entonces se me ocurrió ver la foto. Se trataba de un señor (el hombre que detuvo al ladrón) con su esposa y un pequeño niño afuera de su casa. Al pie de la foto unas pequeñas letras decían: De izquierda a derecha: Im Yoon ah y Park Hyun sik con su hijo Park Jimin.

- ¿QUÉ?

Mis ojos estaban desorbitados e inconsciente abrí la boca hasta el punto que parecía que me había roto la quijada. Tae estaba también estupefacto, por lo que Jin pareció intrigado.

- ¡Seokjin lo hubieras dicho antes! –exclamó Tae enfadado-. Sin tantos rodeos.

-Perdón, es que estoy acostumbrado a...

- ¿Y dónde está el periódico? –le interrumpí con rapidez, escrutando con la mirada sus ropas cómo si fuera a sacar el pedazo de papel de cualquier bolsillo.

-En la biblioteca, por supuesto –yo solté una exclamación de enojo-. Los periódicos son sólo para consultar, no puedes llevártelos como un libro. Pero tranquilo –guiñó un ojo-. En el artículo decía la dirección de los Park y la he anotado.

Solté un suspiro de alivio mientras Jin sacaba una pequeña libreta del bolsillo interno de su saco. La abrió y pasó varias hojas antes de arrancar una y tendérmela.

-Gracias Jin –murmuré mirando la dirección-. Jimin y yo te lo agradecemos profundamente.

Estaba contento de que un poco de ese olvidado misterio al fin comenzara a desvelarse, pero en el fondo estaba preocupado. ¿Iríamos a casa de los Park con su hijo sin memoria y lo dejaría ir sin más?

Por desgracia, esa era la única opción, pero sabía que era lo mejor.

-De nada. Me alegra haber sido de ayuda –me dijo. Luego miró a Tae-. ¿Nos vamos Tae?

-Sí, claro. Ve encendiendo el auto, ya te alcanzo.

Asintió y se despidió de mí antes de desearme suerte y salir por las puertas.

Yo continuaba con el papel en mis manos mirando la dirección cuando me di cuenta de que Tae me observaba con detenimiento.

- ¿Qué vas a hacer ahora? –preguntó.

-Supongo que llevar a Jimin a esta dirección –me encogí de hombros.

-Pero tú no quieres eso.

- ¿Qué...?

-Tú no quieres llevarlo, ¿cierto?

Me quedé de piedra por algún tiempo, con mis ojos enterrándose horrorizados en mi compañero. No podía haber llevado mi placer culpable a ese extremo, no podía ser que mis sentimientos hacia Jimin además de atormentarme con su asquerosa naturaleza humana, me hubieran delatado finalmente frente a los que me rodeaban.

No pude contestar. Mis labios estaban prácticamente sellados mientras Tae no retiraba su vista de la mía.

-Está bien. Puedes decírmelo –trató de calmarme vanamente.

- ¿Decirte que? No hay nada que decir –mentí con la garganta seca.

-Jungkook no está mal querer a alguien –apreté con fuerza la hoja entre mis manos, causando que se estropeara un poco-. Es completamente normal.

Fruncí el ceño y relajé mis músculos, dejando que mi vista se deslizara hasta terminar en el suelo.

-Precisamente –fue mi respuesta.

Tae torció la boca.

No esperaba que lo entendiera, no esperaba que nadie lo hiciera. Yo era una persona comúnmente solitaria, del tipo que la gente evita. Siempre negativo y aburrido, apasionado por cosas que a la gente generalmente le asusta; frío e inexpresivo, con un sentido del humor más bien macabro y una mentalidad que las personas definían como escalofriante. Mi sola presencia incomodaba a algunos e incluso los niños se alejaban de mí ante órdenes no muy discretas de sus madres.

Pero no me molestaba en lo absoluto. Me encantaba ser así y sólo compartir mi tiempo con las escasas personas que por algún motivo eran inmunes a mis anormales características.

Yo no era normal. Nunca sería normal. Y jamás querría serlo. Así que el que querer a alguien fuera completamente normal me ponía en un predicamento existencial porque yo sabía que hacía mucho tiempo que no sólo lo quería...

Desgraciadamente mi adorable tortura había sobrepasado ese sentir en mi interior. Podía apreciar a la perfección cómo mi marchito corazón cobraba tamaño y color cuando se me acercaba, cómo el calor de su cercanía parecía avivar mis pulmones y relajar mis músculos.

Aunque me diera tanto horror pensarlo, yo sabía que desde hacía tiempo lo amaba. Se había vuelto mi razón de no volver tarde del trabajo, o que amaneciera con una sonrisa al verlo durmiendo a mi lado.

Yo, Jeon Jungkook, estaba estúpida, patética y absurdamente enamorado.

Tae parecía estar por decir algo, pero el claxon del auto de Jin lo hizo tener que murmurar una pequeña despedida y salió de ahí.


Yo llegué a mi edificio abrumado, con mi cabeza queriendo estallar por la presión que sentía. No quería. Pero sí quería. Mi cerebro simplemente no se ponía de acuerdo.

Ya estaba al tanto de mis sentimientos, y desde un principio había querido hallar la manera de que Jimin volviera a su casa y que me dejara recuperar mi vieja vida. Pero ahora, al haberme acostumbrado a su compañía y teniendo en cuenta de nuevo los sentimientos, sabía que no podría, no me sentiría capaz. Ni siquiera quería pensar qué haría cuando él no estuviera y poco a poco recuperara su propia vida hasta ser él quien me olvidara a mí.

Ya estaba oscuro por lo que me extrañé cuando Jimin, acompañado de Hoseok y Yoongi, se toparon conmigo en las escaleras.

- ¡Hola Jungkookie! –exclamó Jimin-. Yoongi va a llevarnos a un café a unas cuadras de aquí. ¡Ven con nosotros!

Era tan típico de él no preguntar y sólo pedir.

Justo como me gustaba.

Sonreí poco a poco, olvidándome del asunto de la dirección al verlo tan alegre como siempre. Miré a Hoseok que parecía entretenido con la emoción de Jimin, que a mí no me costaba entender porque casi no salía, de no ser por los pocos días libres en los que lograba llevarme consigo o las tardes en que Hoseok y él salían a distraerse un poco. El castaño me miró.

Seducción Homicida °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora