14. Necesidad

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La tarde estaba pasando terriblemente rápido. Había recibido otra visita del doctor, quien me pidió que reposara, luego llamé a Jin y a Namjoon para informarles lo sucedido, alarmándolos en sumo grado. Pero no tenía entusiasmo para volver a relatar la pesadilla, y solo les pedí amablemente que hicieran todo lo posible por hallar a Hoseok, y a Jin, que mañana pasara a recoger a Jimin.

Jimin cuidó de mí como si fuera una persona en su lecho de muerte. Hasta me sentí mimado cuando me llevó la cena a la cama en una mesita plegable de madera. Yo veía su esfuerzo, y sabía que trataba de compensarme por lo ocurrido. Pero yo no quería que hiciera nada de eso, lo único que quería era que se acostara a mi lado y me dejara abrazarlo al menos el tiempo que me restaba con él.

Quería hablar por largo rato, sentía la necesidad de hacer algo estúpido y descabellado antes de que se fuera. Pero no creía tener la fuerza.

Después de dejar la mesita y los platos en la cocina, entró al cuarto de nuevo. Encendió la televisión cuando dio por terminado su deber de ponerme cómodo y luego se sentó a mi lado en la cama para ver el televisor.

Podía notar su sonrisa, estaba ansioso por irse, deseoso de hacerlo. Eso me entristecía en gran escala, porque, aunque creyera que eso era lo mejor, y que yo supiera que lo era, no podía aceptar la idea de que de verdad se iría.

No prestaba atención al programa, yo solo lo miraba a él, recargado entre un buen grupo de almohadas a su lado.

No podía evitarlo. Ya no más. Y si eso me volvía un idiota, yo sería el rey.

-Jimin, apaga la tele.

- ¿Te molesta el ruido? –preguntó al instante, dispuesto a correr hacia la televisión para apagarla, aunque tenía el control a un lado.

-Solo quiero charlar –dije negando ligeramente.

Él asintió aliviado de que yo no me sintiera mal, posiblemente creyó que tenía otra jaqueca. Entonces alzó el control y apagó el televisor, llenando la habitación con la completa oscuridad digna de una noche en Seúl. Un poco de luz de los faroles de la calle se reflejaba en la parte baja de la cortina, pero fuera de eso, todo era penumbra.

Jimin se giró para quedar sobre un costado y me miró expectante.

- ¿De qué quieres charlar?

-Pues no lo sé. Hay muchas cosas que me gustaría decir antes de que te fueras, pero... no puedo siquiera empezar.

Temía que mis palabras acabaran arruinando todo, por lo que sin dejar que Jimin me cuestionara al respecto me incliné hacia él y lo besé. Él pareció sorprendido, pero contestó quedamente al contacto. Al terminar el beso lo abracé. No dije nada por largo rato, sin duda preocupando a Jimin, quien habló unos segundos después:

-Jungkookie... ¿te pasa algo?

-No. Nada.

-Deja de hacer eso.

Me quedé impresionado por su tono molesto. Lo miré a la cara con expresión perpleja y él solo me dedicó una seria mirada.

-Siempre que te pregunto por cómo te sientes, o que te ocurre me contestas lo mismo –explicó-. Nada –puso los ojos en blanco-. Jungkook, no estoy ciego, puedo ver que algo te ocurre. Pero prefieres no decírmelo, prefieres no confiar en mí –bajó la mirada y el tono de su voz-: Sé que eres una persona muy cerrada, y por eso jamás quise forzarte, pero después de todo este tiempo pensé que quizás ya me tendrías esa confianza, creí que ya creerías en mí –me miró-. Pero veo que me equivoqué.

-No es por lo que crees Jimin, te juro que...

-Perdóname –suspiró resignado mientras se apartaba un poco de mí, dispuesto a salir de la cama-. Lo que menos quiero ahora son excusas.

Sus palabras sonaron como jamás las había escuchado. Resentidas, frías. Solo su tono me había dejado horrorizado. Antes de que lograra levantarse, lo tomé de la muñeca y lo retuve. Él me miró expectante. Vacilé unos segundos, tenía que decirlo en ese momento, si no lo hacía me arrepentiría...

Y vaya que lo hice.

No logré decir nada y solo desvié mi mirada, a lo que un decepcionado Jimin contestó soltándose de mi mano y saliendo de la habitación.

Esa noche, él no llegó a dormir conmigo, cosa que me hizo sumirme en un sueño histérico que terminó en pesadilla.


Al día siguiente, me vestí trabajosamente y esperé a Seokjin junto con Jimin, quien sin hablarme mucho preparó el desayuno como era costumbre.

-No sé qué haré cuando te vayas –comenté tratando de fingir diversión-. Volveré a la comida congelada, supongo.

Él alzó la vista de su plato y sonrió. Yo le contesté a la sonrisa y me sentí aliviado de que al parecer, hubiera desaparecido el disgusto del día anterior.

- ¿Dormiste en el sillón? –quise saber.

Él asintió mientras continuaba comiendo.

A partir de ese momento todo estuvo silencioso, solo se oía el tintineo de los platos o los vasos, quizás nuestras bocas masticando y nuestras gargantas tragando. Pero solo eso.

Era difícil para mí. Quería hablar y hablar, para disfrutar su compañía hasta el último momento, pero sabía que eso era imposible. Mi garganta se cerraba y mi cerebro no cooperaba conmigo.
No logré decir nada, él tomó los platos y se los llevó a la cocina. Yo me levanté y lo seguí, deteniéndome en la entrada de la cocina para observarlo. Dejó los platos en el fregadero y pareció dispuesto a volver al comedor, pero cuando se volvió y se percató de que lo miraba se quedó en su lugar.

- ¿Qué pasa?

-Solo quiero disculparme –le dije. Él caminó hacia mí y se detuvo justo enfrente con curiosidad-. Perdón por jamás decirte lo que me ocurre, o cómo me siento. Lo que pasa es que me hace sentir vulnerable, y no me gusta.

-Pero ser vulnerable no tiene nada de malo –objetó.

-Tiene todo de malo. La gente te lastima cuando lo eres.

-Es mejor ser vulnerable –rebatió con calma-. Si eres duro como una roca la gente se alejará de ti. Tienes que arriesgarte si no quieres estar solo.

- ¿Y qué te hace creer que no quiero estar solo?

Se quedó en silencio y tuve que evitar su mirada que parecía sorprendida. Le di la espalda. No estaba listo para enfrentar eso. Así que fui hacia la sala y me senté en el espaldar del sillón, de frente a él, pero mirando al suelo. Mis pies rozaban los pequeños escalones que llegaban al desnivel y me entretenía estudiándolos.

Él volvió a caminar hacia mí y se posó en el primer escalón. Yo solo divisé sus pies, pero no hice ademán de haberme percatado.

-Jungkook... –musitó-. ¿Es enserio? –su voz tenía un tono muy triste que hizo a mis entrañas retorcerse en culpabilidad-. ¿Por qué quieres estar solo? ¿Qué pasa con Namjoon, entonces? ¿Y Tae, Jin? ¿Qué ocurre con Hoseok y más recientemente con Yoongi? ¿Qué pasa conmigo? Somos tus amigos. Te queremos. ¿Aun así no quieres estar con nosotros?

-Es difícil de explicar –suspiré ignorando los latidos punzantes en mi pecho por haber escuchado que Jimin se incluía entre aquellos que me querían. -Quiero estar con ustedes. Pero antes no era así. Cambié. La única persona en la que confiaba era Namjoon.

-Eso es bueno ¿Por qué cambiaste? –sonrió.

Yo lo miré al fin y me sentí nervioso. La verdad era que él era el motivo, él había cambiado todo, me había revolucionado, me había vuelto un simple humano...

-Yo...

Traté de enderezarme, pero al hacerlo perdí el equilibrio y me fui hacia atrás. Casi en el momento, aferré a Jimin y él me tomó de los hombros, pero por desgracia, el que estuviera en los escalones y lo jalara hacia abajo, lo trajo conmigo. Acabé en el sillón, con la espalda en el asiento, y mis piernas flexionadas un poco contra el respaldo, como si me sentara al revés. Pero ahora, tenía también a Jimin sujetando aún mis hombros y con sus rodillas a cada costado mío en el asiento, dando la impresión de que estaba arrodillado de la misma forma en que yo parecía sentado. Mis manos lo sujetaban por la camisa por lo que nuestros rostros no estaban muy lejos el uno del otro. Me ruboricé y él ligeramente menos.

- ¡Lo siento!

Trató de levantarse, pero un impulso indescriptible me obligó a jalarlo firmemente de la camisa y no permití que se apartara. Lo miré unos segundos y él me devolvió la mirada titubeante.

Mis ojos recorrieron sus redondos y hermosos orbes miel, junto con su piel, su nariz, sus labios... sus labios. Volví a mirarlo a los ojos y una de mis manos acarició su nuca mientras otra ceñía su cintura.

-De verdad no quiero que te vayas –musité.

-Pero Jungkook, tengo que...

-Lo sé, lo sé –suspiré cerrando los ojos un par de segundos-. Pero aun así no quiero. Te... te extrañaré.

Él pareció tan sorprendido por mis palabras como yo. Porque como yo mismo había dicho, odiaba ser vulnerable, pero ahí estaba, hablando sinceramente a Jimin, aceptando que lo echaría de menos, actuando vulnerablemente como humano.

-Yo también Jungkookie –sonrió él con cierta tristeza.

-Jimin yo... –entrecerré los ojos y atraje su rostro al mío al empujar su nuca con mi mano.

Lo besé y él también lo hizo durante unos segundos. Nuestras bocas encontraban cómo acomodarse y se movían con esa 'amistosa' timidez que las caracterizaba siempre.

"Daría todo porque significara algo más para ti..."

Fue ese pensamiento el que provocó que cuando me separara de él, ambas manos tomaran su rostro y plantara un pequeño beso en sus labios de nuevo, justo antes de mirarlo y murmurar:

-Te quiero, Jimin. Te quiero demasiado.

Él se quedó estático, sin duda, entendió a lo que me refería, pensando mis palabras como lo que eran: una insolente declaración de cariño, que no tenía nada que ver con la amistad.

Se ruborizó y al instante se irguió, sin quitarse de mí, pero mirando en otra dirección. Trabajosamente, me senté en el sillón, dándole la espalda a la chimenea, y provocando que Jimin quedara sentado sobre mis piernas que dejé en flor de loto. El movimiento lo obligó a quedar casi contra mi pecho y eso hizo que se sonrojara más.

Hizo un movimiento que indicaba que se levantaría, pero tomé sus muñecas y lo miré fijamente. Él me devolvió la mirada con cierto nerviosismo, pero sin dar importancia me acerqué para rozar su rostro con mi respiración.

-No quería decírtelo, pero ya no podía callarlo. Me importas mucho, Jiminnie.

Cuando lo llamé así se puso tenso y volvió a desviar su mirada.

-Jungkook yo creía que... que actuabas así porque... –balbuceó.

Me acerqué más a él. Sus mejillas estaban por completo rojas ahora y miraba hacia abajo. Pero yo solo me acerqué un poco y trató de soltarse, pero mis manos no dejaron sus muñecas, inclusive las pegué a mi cuerpo.

-Jungkook no... no me... –suspiró impaciente consigo mismo-. Esto no está bien.

-Lo sé. El que lo haga enfatiza lo mucho que lo necesito.

Y lo besé de nuevo. Si yo creí que estaba tieso, lo hallé hecho piedra cuando hice eso. Tiró fuertemente de sus muñecas, pero yo no lo solté y lo seguí besando hasta hacerlo recargar su nuca contra el respaldo, quedando inclinados. Jimin cerraba los ojos con fuerza.

Me sentí como una especie de abusador al darme cuenta de que no me correspondía y continuaba tratando de librarse de mí.

Fue por eso que lo solté y dejé de besarlo, pero solo para rodear su cuerpo con fuerza y hundir mi avergonzado rostro en su cuello.

-Perdóname... –suspiré-. Es por eso que odio ser vulnerable. Al menos las rocas, no se enamoran.

Sus manos estaban contra mi pecho y parecía paralizado. Aún sentía su piel irradiando calor por lo ruborizado que estaba, pero poco a poco pareció relajarse, sin saber qué decir o hacer. Eso suponía yo.

Pero entonces tocaron a la puerta y ambos saltamos en nuestros lugares. Lo solté y miré hacia allí, mientras él se alejaba, poniéndose de pie con rapidez y dirigiéndose hacia la puerta.

Lo miré con ceño triste mientras abría y se hallaba del otro lado con Jin, quien nos saludó alegremente a ambos desde la entrada. Preguntó a Jimin si ya estaba listo y el otro solo asintió.

-Bueno, entonces te iré a dejar –dijo Jin. Luego me miró-. ¿Vienes con nosotros, Jungkook?

-No –fingí sonreír-. Que les vaya bien. Gracias por llevarlo –sentí un nudo en mi garganta por lo que les di la espalda, acomodándome finalmente de manera adecuada en el sillón. Cerré los ojos y agregué en voz baja-: Cuídate, Jimin.

-Tú igual –fue su neutral respuesta-. Adiós.

"Adiós" Solo lo pensé, porque decirlo hubiera sido más real y triste.

Escuché la puerta cerrarse y por un minuto hubo silencio.

"Las flores pueden marchitarse tan rápido. Y tú, odiarme tan de repente..."

Solo un poco después, tomé mi celular y marqué un número en la libreta de direcciones, con mi garganta agarrotada y mis manos temblando. Derramé dos lágrimas, una continua de la otra en el momento en que me contestó.

- ¿Qué pasa, Jungkookie? –preguntó Namjoon.

-Se fue Namjoon... ya se fue...

-Jungkook... –la voz de mi amigo sonó preocupada-. ¿Estás... llorando?

Al parecer mi voz ahogada delataba mi estado por lo que solo apreté los párpados, liberando más lágrimas y amortiguando un sollozo suicida que murió sin haberse escuchado. Mi silencio fue suficiente para que Namjoon actuara como amigo responsable y que no me molestara por diversión.

-Oh, Jungkookie... no te pongas mal. Era lo mejor.

Traté de secar mis lágrimas y sentí una rabia llena de impotencia en mi interior cuando hundí mi rostro en mi mano.

- ¿Pero qué hay de mí? –pregunté con esa voz pastosa-. ¿Qué hay de lo que es mejor para mí? –ese frustrado sollozo no pudo ser silenciado-. Ni siquiera ha dejado el edificio, y Hyung, ya lo extraño. Lo extraño tanto.

Mi afligido amigo escuchó mi relato de lo ocurrido. Sin duda estaba perplejo porque yo me hubiera sincerado con Jimin, y me dirigió palabras de consuelo cuando agregué, entre mi creciente llanto, que él se había ido sin decirme nada al respecto, posiblemente, odiándome por lo que yo había hecho.

-No te odia –me aseguró-. Sé que jamás lo hará.

Volví a secar mi rostro y me recosté en el sillón, tratando de tranquilizarme a mí mismo, tratando de confiar en las palabras de Namjoon, tratando de creer...

-Te dije que no sentía nada –le reproché con tristeza. De la nada me había vuelto un melancólico amante de las lágrimas y distribuidor de lástima-. Te dije que no se enamoraría de mí. Lo sabía. No sé por qué dejé que me lavaras el cerebro.

-Bueno, pero--

- ¿Estoy mal, Namjoon? –pregunté sin oírlo. Mi voz reflejaba el dolor, pero también, el deseo de entender ese dolor-. ¿Acaso está mal que lo quiera?

-Claro que no. Querer a alguien nunca ha estado mal.

- ¿Entonces por qué me arrepiento tanto? –musité cerrando los ojos con pesadez, sintiendo mi voz convertirse en un suspiro fusionado con un lamento-. ¿Por qué siento que es lo peor que me ha ocurrido? ¿Por qué--? ¿Por qué me duele de esta forma?

-Jungkook, no puedes esperar que todo sea perfecto, el amor jamás lo ha sido. Nada ni nadie lo es –me dijo Namjoon comprensivo-. El querer a alguien siempre será maravilloso, pero siempre dolerá, de una u otra forma.

-Pues lo odio –mascullé. Y una rabiosa lágrima rodó por mi mejilla-. No quiero algo que me daña tanto.

-Siempre decimos eso –por algún motivo, me imagine a mi amigo con una triste sonrisa-. Siempre nos lastiman, pero siempre volvemos a amar. Porque es necesario, Jungkookie. Los humanos necesitamos amar.

-Nunca había deseado no ser humano tanto como lo hago ahora...

Él no me dijo nada. Hundí mi rostro en un cojín cercano y me quedé con el teléfono en el oído, sin decir ni escuchar nada por un par de minutos que me resultaron asfixiantes.

"¿Hubiera sido muy diferente si jamás hubiera abierto la boca? ¿Si jamás te hubiera dicho lo especial que eres para mí?

Algo me dice que igual habría sido horrible. Haberme callado hubiera sido mi infierno personal. Pero si esto no es el infierno... debe ser un lugar mucho peor. Ahora tu recuerdo alejándose de mí, será la tortura que me hará agonizar.

La historia siempre ocurre como se escribió.

Jiminenstein mató a su creador."

Suspiré de forma deprimente.

-Perdóname por molestarte, Nam.

Seducción Homicida °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora