20. Celos

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Mi cerebro se había estropeado por unos segundos. No podía terminar de entender aquello. Unas cuántas imágenes aparecían como simples fotografías en mi mente, como si ese hecho no fuera real.

Después de que la imagen de la cocaína y la de la decepción de Jimin aparecieran juntas, fue como si un par de engranes finalmente encajaran y al fin recuperara el total funcionamiento de mi sistema.

Al instante, me puse de pie, horrorizado con la simple idea de que Jimin acababa de irse, que lo había hecho solo y algo podría ocurrirle.

-¡Jimin!

Salí corriendo del apartamento y presioné el botón del ascensor con ansiedad. Pasaron solo un par de segundos que no pude esperar y salí disparado escaleras abajo. Cuando iba por el quinto piso, saltándome unos cuántos escalones y resbalando en más de una ocasión, mi celular comenzó a sonar.

-¿¡Qué!? –grité al momento de contestar.

-¿Ju-Jungkook?

-¿Qué ocurre, Jin? –pregunté bastante más preocupado por mi persecución que por la llamada.

Acababa de llegar al primer piso. Ahí, observé que mi amigo el portero estaba con cara de confusión, asomándose a la calle como si acabara de ver pasar por ahí una bala. Sin detenerme a preguntar, salí del edificio y miré alrededor, esperando hallar una pista de por dónde se había ido Jimin.

-Conseguí el permiso y ya he hablado con Namjoon –dijo Jin, ignorando la desesperación en la que me hallaba-. Lo veré hoy e irá a la Notaría Pública a pedir que le dejen ver el testamento del padre de Jimin.

Justo cuando dijo su nombre, logré divisar una cabellera de tonalidad familiar, entre los árboles de un parque que se hallaba en diagonal a mi apartamento, casi en la esquina de la calle.

-Genial, hablamos luego, Jin.

Colgué y eché a correr de nuevo. Cuando me acerqué al parque, disminuí el paso y decidí recuperar mi respiración con un andar lento que aproveché para acercarme con cierta cautela.

Me coloqué frente a un grueso árbol de bellotas que no me dejaba ver a Jimin, que al parecer, estaba justo del otro lado y recargando su espalda contra el tronco.

-Jimin... –jadeé aliviado.

Al instante, el chasquido de ramas me hizo saber que se ponía en movimiento. Rodeé el árbol y lo tomé del codo con firmeza. Él trató de soltarse de un tirón, pero al no lograrlo, simplemente continuó dándome la espalda.

-Jimin, no me has dejado explicarte nada –dije al instante con cierta ansiedad-Ni siquiera me diste tiempo para...

-¿Qué tengo que saber? –cortó con rudeza-. Te has estado drogando.

-Yo sé que es ilegal pero...

-¿Ilegal? –logró soltarse de mi mano y se giró para encararme con un rostro lleno de indignada incredulidad-. Jungkook, ¿tú crees que estoy enfadado contigo porque hacías algo indebido?

Yo no dije nada, pero con mi silencio, él entendió que algo similar me había planteado. Abrió la boca como si fuera a soltar un improperio de disgusto, pero la volvió a cerrar y clavó una mirada furiosa a la mano que cerraba con fuerza, en la que seguramente aún tenía la bolsita con cocaína.

-No soporto que tengas ese nivel de autoestima –soltó de repente y mirándome de nuevo-. ¡Jungkook, aún no entiendes que la gente no está contigo por deber u obligación! ¡Si estamos contigo es porque nos importas! ¡Porque me importas! –exclamó golpeando su pecho en un dolido ademán hacia su persona-. ¡A mí me molesta un comino que ésta droga sea ilegal, lo que me molesta que hayas recurrido a algo tan dañino para tu salud, en vez de pedir ayuda!

No supe qué decir en ese momento, pero al parecer él malentendió mi sorpresa con algo parecido a la incredulidad. Soltó un suspiro impaciente y abrió su mano para observar la arrugada bolsita en su mano.

-Debiste haberme dicho.

-Es que no había nada que decir –logré decir al fin. Él frunció un poco el ceño y sus ojos se clavaron en los míos con suspicacia un tanto irritada-. De acuerdo, no diré que ese sobre apareció escondido en la caja por arte de magia –reconocí con seriedad-. Pero eso pasó hace mucho. Poco antes de conocerte, y como verás, jamás volví a buscarla.

-¿Y por qué no? –musitó con cautela, aunque parecía que la tensión se había reducido bastante.

-Porque no la necesitaba –Estiré mi mano y traté de tomar la mano en la que él tenía la bolsita, pero la retiró instintivamente. Le dediqué una mirada firme y esta vez tomé su mano aunque opuso un poco de resistencia-. No la necesito. Al menos, ya no –mis dedos se colaron entre los suyos para hacerlo abrir su mano y la cocaína se cayó al suelo. Acto seguido, entrelacé nuestros dedos y le sonreí-. No te has percatado, pero cada vicio que tenía se fue con tu llegada. Ya olvidé la última vez que encendí un cigarro. Tú eres mi antidroga.

Observé como me miraba, casi concentrado en mis facciones. Miró nuestras manos que yo mantenía entrelazadas, y luego el sobre en el suelo. Cuando alzó su vista la dejó caer sobre mi cuello, como si le apenara verme a los ojos después de sus acusaciones.

Se acercó con cierta timidez y sentí ese halo reconfortante cuando su frente se posó contra uno de mis hombros y su brazo libre me abrazaba por la cintura.

-Lo siento. Creí... bueno, temía que...

-Descuida.
Sonreí bastante reconfortado porque el problema hubiera terminado y de una manera tan alegre para mí.

-Me desharé de esto.

Al decirlo me alejé un poco de Jimin para poder agacharme y recoger el sobre. Lo abrí fácilmente y lo dejé caer en la tierra. Lo poco que no fue esparcido por el viento que soplaba, fue fácilmente cubierto con tierra y hojas que moví con mi pie y luego guardé la bolsita vacía en el bolsillo de mi pantalón.

-¿Lo olvidamos? –me preguntó Jimin aún algo avergonzado.

-Se lo acaba de llevar el viento –le dije sencillamente.

Tomé su otra mano y también entrelacé mis dedos con los de esa, para luego reducir la poca distancia y besarlo con dulzura.

En ese momento, el celular comenzó a sonar y ambos nos sobresaltamos. Lo saqué de mi bolsillo con gesto de reproche, pero me sorprendí al ver que era Jin.

-¡Diablos, es cierto! –contesté al instante y me llevé el aparato al oído-. Hola, Jin, disculpa lo de hace rato.

-Oh, no te preocupes –contestó reparando en que ya todo parecía estar bien, aunque ignoraba qué-. ¿Ya estás desocupado?

-No del todo –admití sintiendo como Jimin me abrazaba por la altura del cuello y dejaba un beso contra mi mejilla sin decir nada-. Pero mis oídos están al pendiente de tus palabras.

-Te gusta echar a volar mi imaginación –comentó divertido.

-Quizás no estés imaginando tanto como crees.

Él soltó una carcajada. Traté de no sonreír e incliné un poco mi propio rostro para besar la mejilla de Jimin. Inconscientemente ambos buscamos los labios del otro para un beso similar y luego solo se quedó abrazado a mí, mirando hacia algún otro lado con la mitad de su rostro contra mi cuerpo.

El brazo que no alzaba para tener el teléfono contra mi oreja rodeó el torso de Jimin y me dediqué a observar el escaso follaje de los árboles a nuestro alrededor.

-Te decía que he conseguido el permiso –dijo entonces Jin-. Nam viene al rato y se lo daré para que vaya a la Notaría y saque los nombres del testamento.

-Magnífico, muchas gracias, Jin.

-Sí, de nada. Me alegra poder haber hecho algo útil.

-Bastante, diría yo. ¿Cuándo tendrá Nam los nombres?

-Espero que para mañana.

-Fantástico –suspiré-. Entre menos tardemos a partir de ahora, mejor –hice una pequeña pausa y sonreí-. Por cierto, parece que te divertiste ayer.

-¿Eh?

No pude evitar reír, imaginando al detective poniéndose colorado.

-¿Taehyung te lo ha dicho? –preguntó tratando de dominarse, al parecer estaba bastante abochornado.

-¿Esperabas que no lo hiciera? –pregunté con sorna.

-El prometido de Seulgi nos ha invitado a su despedida de soltero hoy –dijo saliéndose rápidamente de tema para dar por terminada esa conversación-. Tae y yo iremos pero no nos apetece mucho ir solos, ¿nos acompañan?

Logré reprimir mi pequeña risa por el apuro de Jin, y decidí seguirle la corriente como si nada hubiera ocurrido.

-¿Y qué se hace en una despedida de soltero?

-Es una simple fiesta con posibles nudistas.

-Uhm... –ya no estaba tan seguro de si quería ir.

-No tenemos que estar necesariamente donde las mujeres que se quitan ropa.

-De acuerdo –cedí.

-Bien, pasaremos por ustedes a las seis. Nos vemos, Jungkook.

-Adiós.

Al momento en que colgué y guardé el teléfono, sentí cómo Jimin parecía ponerse repentinamente tenso. Me sentí algo contrariado al respecto y vi que sus ojos estaban clavados en algún punto lejano.

Seguí su mirada y pronto vi a un hombre, de pie, del otro lado de la calle. Solo estaba ahí parado, sin hacer nada, pero parecía habernos estado observando unos segundos atrás.

-Jungkookie...

-Lo sé –murmuré-. No te preocupes. Volvamos al apartamento, trata de no llamar mucho su atención por si las dudas.

Él asintió. Nos separamos pero tomé su mano antes de echar a andar por la calle hacia el edificio. Ni siquiera reparamos en la cara del confundido portero mientras entrábamos, mis ojos se volvían con nerviosismo hacia ese desconocido con frecuencia, pero cuando había echado el último vistazo, él ya no estaba ahí.

-¿Crees que...? –dijo la voz de Jimin quedamente, mientras miraba sobre su hombro con cierta preocupación.

-No lo sé. No creo. Y quiero pensar que no.

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Seducción Homicida °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora