-¿Y ahora, qué vamos a hacer? –preguntó.
No hice ademán de haberlo escuchado. Continuaba sentado en el sillón con mis manos sosteniendo mi rostro, y no me había movido ni un centímetro en casi veinte minutos. No habíamos hablado en un rato, en realidad lo había dejado hablando solo en voz alta porque yo no podía concentrarme.
Deseaba dormirme o quedar inconsciente por varios días, de manera que al despertar toda esa odisea en la que me encontraba me pareciera un poco más realista.
Resumiendo todo se podría decir que yo me había enamorado de un asesino a sueldo sin memoria, que curiosamente había tratado de matarme en un pasado. Los motivos poco importaban, pero de una u otra manera yo había estado seguro de que él sería la persona perfecta para estar conmigo siempre, y ahora me enteraba de que yo me había salvado de haber muerto porque él cometió un error o algo similar.
Me había dolido, no había querido aceptarlo. Pero lo logré. Y sin duda, me dolió aún más cuando lo hice.
Como fuera, aún a pesar de que me había enterado de ello no había sido capaz de odiarlo, y preocupándome porque la policía no se lo llevara, lo había forzado a alejarse de mí. Tristemente, no había pensado en las consecuencias, y había visto como otro asesino a sueldo en el que yo había confiado aparecía e iba detrás de él.
De nada hubiera servido que hubiera intentado hacerme el héroe, corriendo detrás de ellos sin alcanzarlos nunca. Por eso me había quedado en mi lugar en la repisa de la ventana, por eso me había abrazado a mí mismo y me había recargado contra el alfeizar, cerrando los ojos con fuerza y entregándome a un llanto patético que solo puede traer el miedo y el arrepentimiento cuando se fusionan.
Era como si lo hubiera perdido. Sentía como si me hubieran preguntado si deseaba verlo muerto y hubiera dado mi consentimiento. El vacío crecía, el dolor arremetía sin compasión y trataba de asfixiarme ante la simple posibilidad de no volver a verlo otra vez.
Yo era tan poca cosa, un imbécil, un cobarde. Me sentía eso y un millón de cosas más. Y la única acción que fui capaz de realizar aún sumido en esa horrible confusión en mi cabeza, fue tomar el teléfono y pedirle ayuda a Jin. Fue el primero en quien pensé porque acababa de verlo y seguro no estaba muy lejos.
El detective me había tenido piedad, y no había escondido su preocupación cuando le dije lo que había ocurrido. Al parecer, ahora que se habían ido la gran sorpresa y el temor que había sufrido cuando supimos acerca de la identidad de Jinx, pareció recordar que el que Min Yoongi fuera tras Jimin no era bueno.
Así que para mí alivio, instantáneamente había regresado a mi apartamento para tratar de hacer algo al respecto, pero evidentemente, teniendo en cuenta la pregunta que me acababa de hacer, ninguno había pensado en nada lo suficientemente eficaz o inteligente para ayudar a Jimin.
De hecho, yo estaba dependiendo totalmente del ingenio de mi amigo, porque en aquél estado de desesperación y angustia en el que me hallaba no hubiera sido capaz ni de decidir la cosa más simple. Me sentía desconectado del mundo, como si estuviera abstraído en una involuntaria y fría indiferencia que no podía quitarme.
-¿Qué hacemos, Jungkook? –Murmuró nuevamente Jin, sentándose en el sillón que había frente al que yo ocupaba, al parecer dispuesto a conseguir mi atención-. No podemos quedarnos aquí...
-Ya lo sé, Jin, ya lo sé... -contesté ásperamente-. ¿No crees que si hubiera pensado en algo ya lo habría dicho?
-No te pongas así conmigo, estoy tratando de ayudar –reprochó en tono de advertencia.
Suspiré y levanté mi rostro para mirarle. Me observaba con sus ojos divididos entre la disposición y su propio nerviosismo. Yo sabía que, aunque no hubiéramos ideado nada aún, el que Jin hubiera vuelto para intentar ayudarme a pesar de todo, era un gesto invaluable. Le debía mucho.
-Sí... lo siento, es que... -guardé mi aliento unos segundos, tratando de apaciguar aquellas lágrimas que comenzaban a escocer en mis ojos que automáticamente se dirigieron hacia el suelo-. Perdón, Jin...
-Está bien –me apaciguó con amable sonrisa. Se puso de pie y se sentó a mi lado para rodear mis hombros con su brazo-. No te disculpes. Soy yo el que debería hacerlo –su voz se afectó ligeramente a causa del arrepentimiento-. Creo que... de no haber sido por lo que te dije no le habrías dicho a Jimin que...
-No –le interrumpí-. Parte de la culpa es mía también.
La horrenda realidad no había dejado de darme vueltas en la cabeza. A pesar de que yo había querido poner a Jimin a salvo, sacándolo lo más pronto que pudiera de la ciudad, sabía que también le estaba pidiendo que se fuera porque no sería capaz de continuar a su lado un segundo más. Inconscientemente, mi cerebro me había ordenado hacer un bien por mí, alejándolo para que no pudiera hacerme daño si recuperaba sus recuerdos y volvía a ser un asesino.
Pero me daba cuenta de que eso no me interesaba en lo más mínimo ahora. Lo quería de vuelta. Para mí seguía siendo mi Jiminie, el muchacho al que le aterraba subir a un elevador a menos que estuviera ebrio, el chico que me había demostrado la inocencia de un simple beso, y el único ser humano que había sido capaz de sacarme de la coraza invisible en la que me había enfrascado por años.
Me había hecho reír, llorar y sentirme vivo. Y no era horrible, como había pensado. Cada maldito segundo a su lado había sido simplemente hermoso, así que a pesar de que pudiera lastimarme... a mí no me importaba. Yo quería que mi Jiminie regresara. Lo necesitaba conmigo.
-Podemos comunicarnos con Namjoon, y decirle...
El vano intento de Jin por distraerme y hacerme sentir mejor se vio interrumpido por unos golpes en la puerta. Yo gruñí en voz baja y me recargué contra el respaldo cansinamente, sin deseos de moverme. Ya bastantes cosas estaban lidiando en mi cabeza como para querer ponerme a atender al recién llegado.
Jin lo entendió, y dedicándome un comprensivo gesto apretó mi hombro en señal de apoyo y se puso de pie para dirigirse hacia la puerta. Le agradecí mentalmente, sin sentirme capaz de abrir la boca en esos momentos, y cerré los ojos buscando despejarme mientras le escuchaba abrir.
Lamentablemente me resultó imposible despejarme, ya que un segundo después de haber abierto la puerta escuché a Jin retroceder rápidamente y gritar de forma amenazadora:
-¡Quieto ahí! ¡No intentes nada!
Mis ojos se abrieron al instante y me puse de pie de un salto, girándome hacia la puerta con el corazón en un puño. Al ver la escena me quedé paralizado.
Jin se hallaba cerca de la puerta abierta sosteniendo un arma con ambas manos en una posición muy profesional, con la vista fija en su blanco. Este, se hallaba en el marco de la puerta con las manos alzadas a cada lado de su rostro en son de rendición. El hombre ahí de pie era Min Yoongi.
-¿¡Qué es lo que quieres!?
-¡Calma, detective Kim! –Exclamó el hombre aún desconcertado por la situación en la que había acabado-. ¡No vine a hacerles daño!
-Sí, claro –masculló Jin cargando la pistola y apuntándola de nuevo hacia Min, con una mirada de desafío muy presente en su cara-. Las manos bien en alto, contra la pared.
-Por favor, sólo quiero...
-¡Contra la pared! –bramó con autoridad.
Yo me quedé aún más impactado al ver la actitud de Jin. Jamás lo había visto en una situación similar y, de hecho, no recordaba haberle visto sacar su arma nunca. A pesar de cualquier predicción mía, al parecer podía resultar ser un sujeto bastante estricto y de cuidado.
Ante la orden que se le había dado, Yoongi pareció consternado. Entró a la habitación con un paso e hizo ademán de girarse hacia la pared que había a un lado de la puerta, pero se quedó quieto cuando su mirada se posó por casualidad sobre mí.
-Jungkook, tengo que hablar contigo –dijo en voz alta.
-¡No dije que platicaras, Min! –Gritó Jin acercándose peligrosamente a Yoongi, quien se congeló cuando la punta del arma, que el detective ahora sostenía con una mano, se posó en su sien-. ¡Contra la maldita pared, he dicho!
El asesino obedeció y me dio la espalda para colocar sus manos sobre la superficie blanca, mirando al frente con los labios tensos. Parecía preocupado, y no precisamente porque le estuvieran amenazando con una pistola. Jin retrocedió sin dejar de apuntarle, y tras verificar que se hallaba quieto y recargado en la pared, me miró con duda en sus ojos.
Había querido decirle a Jin que tanta agresividad no era necesaria, pero al verlo actuar de aquella manera las palabras no me habían brotado de la garganta, como si estas mismas se hubieran intimidado y no hubieran querido salir a enfrentarse con el detective.
-¿Qué hacemos con este? –me preguntó con su tono serio.
Yo no pude decir nada. Miré de nuevo la espalda de Min, sin poder evitar preguntarme cientos de cosas que no venían al caso. No podía creerme que justo él estuviera en mi apartamento.
-Jungkook... –me llamó Yoongi sin moverse de su lugar.
-¡Te dije que...!
-¡Tengo que hablarle, maldita sea! –Exclamó Yoongi impaciente, haciendo callar a Jin-. ¡Jimin está en peligro!
Al escuchar aquello di un respingo sin notarlo. No importaba que nada cuadraba ahí, y que, según yo, hacía unos minutos de quien necesitaba rescatar a Jimin era el hombre que acababa de decir aquello. Ahora lo único que entendía era que Jimin estaba en problemas, y que Yoongi no estaba involucrado. Por algún motivo, simplemente le creí.
Pero desgraciadamente, Jin tenía su cabeza más centrada en el asunto, y al instante su rostro formó una máscara de desconfianza.
-¡Claro que lo está! ¿A dónde lo llevaste? ¿Qué hiciste con él y qué quieres a cambio...?
-¡Yo no...!
Pero lo que Yoongi había estado por reclamar no lo alcanzamos a oír porque de repente un grito se escuchó. De la nada alguien más había entrado a la habitación, pero ya que nos hallábamos concentrados en la tensa escena no nos percatamos hasta que el recién llegado había aparecido y entendido lo que pasaba.
En un movimiento rápido se abrazó al cuerpo de Yoongi desde atrás, procurando que su propio cuerpo impidiera que Jin apuntara a su espalda.
-¡Detente, detente, no dispares! –exclamó alterado y cerrando sus ojos fuertemente.
-¡Hoseok! –salté yo sin poder creerlo.
-¡No le hagas daño...!
-¡Yoon!
Yoongi despegó sus manos de la pared y se dio la vuelta, obligando a Hoseok a aligerar su amarre hasta que lo tuvo frente a frente y volvió a apretarse contra su cuerpo. Yoongi lo rodeó con sus propios brazos notando, como Jin y yo lo hicimos a simple vista, que Hoseok estaba temblando.
-¿Qué haces? –Le reprimió el mayor en voz baja-. Te dije que me esperaras en el auto.
-Lo sé. Perdón, perdón... es que tuve un mal presentimiento... y al empezar a subir escuché gritos y... Perdón.
Yo miré a Jin por inercia. El hombre había bajado el arma y miraba a los dos que se abrazaban entre perplejo e incrédulo. Regresé mi vista hacia Yoongi y Hoseok y me percaté de que el segundo tenía varios moretones y cardenales en su rostro y brazos.
Las piernas del más joven parecieron flaquear y Yoongi lo sujetó con más fuerza contra su cuerpo para evitar que cayera. Alzó su mirada para fijarse en mí con aire suplicante.
-Permíteme que lo ayude a sentarse. Está herido.
Jin abrió la boca y pareció estar dispuesto a alzar su pistola de nuevo, pero yo me paré a su lado y sostuve su mano para evitarlo. Me miró interrogante y yo sólo negué con la cabeza. Ignorando su total estupefacción, giré mi rostro hacia Yoongi y Hoseok.
-Adelante.
Recibí una aliviada sonrisa de parte del pelinegro, y pronto, había cerrado la puerta con una mano y auxilió a Hoseok para que pudiera sentarse en uno de los sillones de la salita. El peluquero agradeció en voz baja, haciendo una mueca cuando se sentó, y al instante hizo que Yoongi se sentara a su lado entrelazando sus dedos con los de la mano de él.
Jin no se había movido durante esa acción, por lo que ahora Hoseok le dirigía una mirada inquieta, seguramente temiendo que fuera a dispararle a Yoongi ahora que ya no le estaba sirviendo de escudo.
Yo tomé la muñeca a Jin y tiré de él para obligarlo a tomar asiento en el sillón que estaba frente al que los otros dos usaban.
Resultaba extraño el no haber visto a aquellas dos personas en tanto tiempo y que ahora estuvieran frente a mí, justo como los recordaba. Claro, Hoseok tenía aquellos golpes, pero podía ver en la forma en la que había actuado hacía unos momentos que ni él ni sus sentimientos por Yoongi habían cambiado.
No sabía por qué, pero estaba seguro de que si Yoongi hubiera ido a aquel lugar a matarnos o amenazarnos, ya lo habría hecho. Sin embargo, se había mostrado desprotegido, y como un extra había traído con vida a Hoseok. Eso era suficiente para mí, que deseaba más que nada escuchar lo que venía a decirme.
-¿Qué pasa con Jimin? –pregunté yo lo más neutro que pude-. Dijiste que está en peligro.
-Lo está –asintió Yoongi, mostrándose más tranquilo por finalmente poder dirigirse hacia mí-. Necesita ayuda, fue a enfrentar a Taeyang.
Tanto Jin como yo abrimos los ojos como si se trataran de dos pelotas de ping pong. Sin remedio alguno, mi corazón se alteró al percibir el pavor, y no fui capaz de articular nada que me sirviera para preguntarle a Yoongi al respecto. Para mi suerte, Jin se había calmado y estaba dispuesto a usar su lado razonable.
-¿Ha ido solo? ¿Dónde están?
-Quise ir con él, pero debía asegurarme de que Hoseok estuviera a salvo –explicó Yoongi con aprensión-. Hace solo unos minutos Taeyang todavía lo tenía secuestrado, y quería alejarlo lo más posible de ahí y llevarlo a un hospital –sus ojos se fijaron en mí, acentuando aquella ansiedad que se asemejaba a la mía-. Quise detenerme aquí primero porque Jimin necesitará ayuda. Creo que Taeyang ha llamado refuerzos a sabiendas que habíamos entrado a la fábrica.
-¿Están en la fábrica? –repetí con voz aguda.
Jin se puso de pie al instante, haciendo que los otros tres nos alarmáramos ante la posibilidad de que fuera a ponerse violento de nuevo ya que aún no soltaba su arma. Pero en vez de eso, sacó su celular y marcó rápidamente un número.
-¿Qué haces? –inquirí.
-Llamo a Tae –informó sin quitar su vista del teléfono-. Min, necesito que nos lleves a la fábrica de inmediato.
-Pero...
-Tae vendrá por Hoseok y lo llevará al hospital.
Me quedé anonado por la decisión rápida y bien pensada de Jin, sin notar cómo Yoongi sonreía a sobremanera. Asintió con entusiasmo en el momento en que el detective se llevara el celular a la oreja, y luego se volvió hacia Hoseok para decirle algo en voz baja. El muchacho asintió sin mucha convicción y Yoongi le dio un corto beso en los labios.
-Ten cuidado... -pidió Hoseok.
Yo desvié mi mirada unos segundos, recordando cuando Jimin me había dicho esas mismas palabras el día anterior. Todo lucía tan tranquilo, tan insignificante, que sin duda no había apreciado aquellas palabras lo suficiente. Hubiera dado lo que fuera por volver a ese momento para darle las gracias por preocuparse por mí, pero por desgracia, no había manera de hacer aquello.
Me dije a mí mismo que ahora tenía que estar dispuesto a todo. Aunque no supiera ni cómo, pero de alguna forma yo tendría que ir a ayudar a Jimin. Como dije, ya no me interesaba si podría hacerme daño, yo sólo estaba pensando en que lo necesitaba vivo y a salvo, ya fuera conmigo o sin mí.
Todo el misterio respecto al intento de homicidio que había sufrido ya estaba casi por completo resuelto. Solo faltaba la parte final. Necesitábamos encontrar a Taeyang y deshacernos de él, costara lo que costara.
Me vi obligado a salir de mi ensimismamiento cuando Yoongi se puso de pie y me llamó. Jin acababa de colgar el teléfono y nos dijo que ya todo estaba arreglado, así que le pidió a Hoseok que esperara por Tae y nos indicó a los otros dos que saliéramos con él.
Aún confundido y preocupado hasta el tuétano, me despedí en voz baja de Hoseok y salí corriendo con Jin y Yoongi del apartamento, tratando de apresurarnos lo más posible en nuestra carrera por bajar las escaleras. Mi cabeza trabajaba a toda prisa, pero no tengo idea de que era lo que pensaba. Cientos de ideas, imágenes, y escenas, se reproducían sin sentido alguno en mi cerebro a causa de la adrenalina.
Salimos a la penetrante noche, oscura y húmeda. Debían ser alrededor de las ocho. Yoongi nos dirigió hacia su auto, señalándolo para que pudiéramos ubicarlo.
-No quiero desalentarnos, pero ¿nosotros somos los refuerzos de Jimin? –pregunté sin poder evitar mi tono nervioso en el momento en que alcanzábamos el vehículo.
Por supuesto que no dudaba de las habilidades de un detective de homicidios y un asesino a sueldo, pero la inquietante realidad era que quizás ya hubiera varios maleantes esperándonos en el lugar, y ya que yo no era de gran ayuda los dejaría a ellos dos solos contra todos los asesinos que encontráramos.
-Le he dicho a Tae que llame a Namjoon y al departamento de policía –me dijo Jin mientras subíamos al auto, él en el asiento trasero y yo en el del copiloto-. Namjoon podrá localizarnos con su GPS gracias al chip que instalamos en mi teléfono. Él le indicará el camino a la policía, pero lo importante ahora es llegar con Jimin.
Yoongi ocupó su lugar en el asiento que había a lado mío, cerrando la puerta con un fuerte golpe y mostrando una sonrisa al notar la manera en que yo parpadeaba desubicado por las palabras de Jin.
-¿GPS...? ¿Chip...?
-Tenemos suerte de que tus amigos sean unos súper genios, ¿eh? –Rio Yoongi entre dientes, encendiendo el Cadillac en un ruidoso rugido-. Ya que eso está cubierto, podré pensar solamente en llegar lo más pronto posible.
Aceleró repentinamente, haciendo que mi cuerpo se pegara al asiento por la inesperada velocidad. Comenzó a conducir por las calles a ese ritmo alarmante, que era aún más peligroso sabiendo que el suelo estaba mojado y que los faroles amarillentos de las calles no sofocaban lo suficiente aquella oscuridad típica de una noche en Seúl.
Pero claro, yo no iba a hacer ningún comentario al respecto, ya que me importaba más llegar pronto que las posibilidades de un desastroso accidente. Así que mantuve mi boca cerrada, y discretamente me puse el cinturón.
-A todo esto, Min –dijo la voz de Jin detrás de nosotros, tras un par de minutos de sólo escuchar el sonido de las ruedas sobre el pavimento empapado-. Creo que nos debes varias explicaciones.
-Sí –convine débilmente-. Empezando por Jimin.
En realidad, eso solo era el comienzo; yo quería saber absolutamente todo, y entre esas cosas estaba cómo había encontrado a Hoseok y porqué a pesar de que su misión era matar a Jimin, ahora nos pedía ayuda para salvarlo.
-Es una historia demasiado larga que con gusto les contaré si salimos vivos de esta –dijo secamente y con la vista fija en el camino-. Pero puedo asegurarles que nunca planee hacerles daño ni a ustedes ni a Jimin.
-¿Estás hablando enserio?
No pude evitar el tono escéptico, ya que era difícil de creer sabiendo que hablaba con un hombre que había trabajado para Taeyang. Pero pensándolo de otra forma, quizás era muy razonable el que Yoongi estuviera de nuestra parte, después de todo había traicionado a su jefe y este sin duda ya lo tendría en su lista negra.
-Por supuesto –asintió con calma-. Seguro ya saben que él y yo somos asesinos a sueldo –aquellas palabras se sintieron como heladas gotitas de algún líquido espeso resbalando por mi intestino-. Lo que no saben es que Jimin es mi mejor amigo desde que tengo memoria, y que nosotros solo matábamos delincuentes para que Taeyang ayudara a Jimin a encontrar al asesino de sus padres.
De un momento a otro, fueron indescriptibles las ganas de vomitar que sentí mezcladas con las de hacerle daño a alguien. Al principio me había impresionado aquello sobre la amistad tan duradera que Yoongi y Jimin tenían, pero ahora sólo pensaba en Taeyang y la asquerosa treta que les había tendido. Solamente un verdadero bastardo haría algo como aquello, y no me sorprendería que Taeyang hubiera usado ése y otros trucos similares para manipularlos.
Aquellas palabras, al mismo tiempo, habían resultado como un rayo de esperanza. Quizás eso podía significar que Jimin no era un asesino a sangre fría; que él no era una mala persona. Aunque eso no explicaba por qué yo había sido su objetivo en algún momento, pero no quise detenerme a pensar en ello.
El silencio de Jin me dio a entender que él se encontraba en un estado igual o parecido al que yo experimentaba.
-Jimin me dijo que descubrió que Taeyang es el asesino después de todo –dijo Yoongi como si supiera exactamente qué estábamos pensando-. Por eso fue tras él. Quiere vengarse por lo que le hizo a él y a su familia.
Sentí un nudo en la garganta. Entonces Jimin había recuperado sus recuerdos, y para ese momento ya podría estar muerto, dependiendo de su suerte y habilidad. No sabía si Taeyang se mantenía en forma, pero estaba consciente de que en sus mejores años resultaba más letal que una serpiente de cascabel. Sólo podía cerrar los ojos y rezar porque Jimin estuviera bien.
"Espérame. Te lo ruego, espérame. No dejes que te haga daño. Por lo que más quieras, Jiminie... no mueras."
Aunque admito que la posibilidad de reencontrarme con él y hallar, no al adorable muchacho del que me había enamorado, si no a un inexpresivo y frío asesino, me aterraba.
Traté de concentrarme en otras cosas, de manera que aquello no me impidiera pensar a la hora de llegar a nuestro destino.
-¿Y ya sabes qué haremos cuando lleguemos a la fábrica? –pregunté sabiendo del poco tiempo con el que contábamos.
Me molestaba el que hubiera tantas cosas que yo aún no sabía y que Yoongi tenía que aclararnos, pero para mí mala fortuna, aquel hombre estaba en lo correcto al preferir revelarnos todo una vez que hubiera terminado aquello. Aunque no sabía si lo hacía por la precaria situación en la que nos encontrábamos, o porque tenía la esperanza de que no sobreviviéramos y nunca supiéramos la verdad.
-Apuesto a que nunca has usado un arma de fuego, ¿verdad Jungkook? –me dijo Yoongi. Yo negué con la cabeza y él captó el movimiento de reojo-. En ese caso, Jin y yo te despejaremos el camino, y tú deberás llegar hasta Jimin para sacarlo de ahí así haya matado a Taeyang o no.
La sangre se me congeló, y mis ojos se clavaron en él como estacas.
-P-Pero...
-Abre la guantera –ordenó. Yo no supe si era buena idea obedecerle, pero lo hice por mera inercia, paralizándome al ver una pistola muy parecida a la de Jin detrás de ésa diminuta puertita-. Es una semi-automática del calibre más bajo, así que se te hará más fácil usarla si tienes que defenderte.
Tomé el arma con manos cuidadosas y la examiné casi con temor. Sabía dónde estaba el seguro, entendía el mecanismo para cargarla, y hasta un niño con videojuegos sabe cómo tirar del gatillo; lo único que me aterraba era la idea de tener que hacerlo. No tenía idea de qué era lo que nos esperaba, y eso volvía todo aún más sombrío.
Yoongi no volvió a decir absolutamente nada, dando por hecho lo que haríamos, y estando seguro de llevarlo a cabo. Jin tampoco añadió nada. Pensé que objetaría diciendo que era peligroso, o que me dijera que no tenía que hacerlo, pero no lo había hecho. Y el que Jin no hubiera tratado de ponerme en una situación más cómoda significaba que él también estaba dispuesto a arriesgar todo aquella noche, y que necesitaba que yo hiciera caso a las indicaciones de Min.
Sentí una presión en el pecho a causa de que la ansiedad regresaba. Apreté la pistola entre mis manos y no la solté, mirando por la ventana hacia afuera. Lo único que me quedaba por hacer era esperar a llegar a esa fábrica. Rogaba porque el plan de Yoongi funcionara, y que Jimin estuviera bien.
"Mi vida y la tuya se resumen en esto. No sé quién eres Jimin, no sé quién soy yo, ni siquiera sé si haya alguna posibilidad para que puedas volver a estar conmigo. Pero eso no importará si todo termina.
Si morimos será el final de todo.
Pero si sobrevivimos, te juro que jamás te dejaré ir."
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Lo siento si hay errores, el capítulo no está totalmente corregido :3
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Seducción Homicida °Kookmin°
FanfictionUna noche como las demás, en la Morgue. Jeon Jungkook solo tiene que encargarse de un último cadáver, lo trajo la policía, nadie lo ha identificado aún. Corre el cierre de la bolsa y examina el cuerpo. Sin embargo...está respirando. Jungkook lo rean...