-¿Jungkook, estás bien?
No habría sabido contestar a esa pregunta aunque hubiera sido capaz de abrir la boca. Jin me miró algo preocupado, pero yo solo recargué mi espalda contra la pared y continué observando la ficha de Yoongi.
Nombre: Min Yoongi. "Suga"
-¿Qué es eso entre comillas? –le pregunté a Jin, despegando apenas mis labios y dejando escapar mi voz en un hilo débil.
Jin se asomó y después de ver a lo que me refería torció un poco la boca.
-Me parece que es su sobrenombre.
-¿Suga? –musité.
-Sí. Es muy común ponerse sobrenombres en las pandillas y también abreviar éstos mismos por si tienen que llamarse a gritos y no quieren dar a conocer sus verdaderos nombres.
Me quedé silencioso al recibir esa información aunque continué leyendo otros datos de Yoongi como su altura, nacionalidad, y demás.
De repente, lo recordé...
"Lo siento, Su."
Eso había dicho alguno de los sujetos del callejón la noche del ataque. Supuse que se habían sentido mal por haber tenido que golpear a su amigo cuando este continuó con su coartada, aunque este mismo había lastimado muchísimo a los hombres...
Al pensar en ello otro tipo de ideas asaltaron mi mente. ¿Y si Yoongi en realidad no era malo? ¿Y si de verdad nos había defendido?
La posibilidad me hizo sentir esperanza, pero entonces leí algo en la hoja que me dejó helado.
Investigación: Min fue atrapado en el mes de agosto por el oficial Choi por ser sospechoso del homicidio de Lee Minho quien escapó de prisión un mes antes. La noche siguiente, Min logró escapar con ayuda. Se le busca por homicidio. Los rumores indican que podría ser parte de un grupo de asesinos a sueldo...
Asesino a sueldo...
"¿Cuántas probabilidades hay de que te defienda uno de esos?"
No. Era simplemente estúpido.
Pero fuera de eso se me erizó la piel. Habíamos compartido el mismo piso con un asesino, con una persona que había privado de vida a otras y al parecer porque le habían pagado una suma de dinero por ello. Cualquier noche pudo haber sido nuestra última, especialmente refiriéndome a Jimin. Él había pasado horas en el apartamento de Hoseok con él y Yoongi... y Hoseok... Hoseok había estado aún más vulnerable, compartiendo hasta su cama con ese sujeto.
Si Yoongi estaba ayudando a Taeyang y su nuevo grupo de delincuentes era posible que hasta los mismos tipos que nos habían atacado fueran sus amigos de verdad. Bueno, eso si los asesinos a sueldo pueden tener amigos de verdad.
Suspiré ruidosamente sintiéndome muy confundido conmigo mismo. Dejé que mi espalda reposara contra la pared y volví a mirar aquella hoja, dirigiéndole una mirada resentida como si fuera una prueba irrefutable de mi estupidez. Estupidez por haber confiado en un simple desconocido.
-¿Qué piensas, Jungkook? –me preguntó Seokjin en voz baja, casi como si temiera despertar en mí una reacción violenta.
-No sé –admití con la garganta seca-. Creo que simplemente no puedo comprenderlo –cerré los ojos con pesar-. Él era amable con todos nosotros, es amigo de Jimin y era algo así como el novio de Hoseok -esa parte hacía que me sintiera más indignado, ya que ahora sabía lo que ese tipo había significado para nuestro vecino-. ¿Por qué hay gente tan... repugnante?
-Jungkook...
-No se conforma con saber que su misión consiste en matar a Jimin –mascullé apretando los dientes, sin haber escuchado a Jin-. Con todo el cinismo del mundo se infiltra entre nosotros... nos hace creer que está de nuestro lado –mis manos estrujaron el papel con rabia-. Hizo creer a Jimin que le simpatizaba, hizo creer a Hoseok que lo amaba. Me hizo... me hizo sentirme seguro cuando dejaba a Jimin al irme a trabaja y en cualquier momento pudo habérmelo quitado para siempre.
Abrí los ojos para mirar la arrugada fotografía de Min Yoongi, que me dirigía una mirada altiva, casi retadora. Tuve ganas de hacer trizas ese papel, de hacer trizas a ese traidor de Min por lo que había hecho y lo que había pretendido hacer. La furia palpitaba por mis venas y hacía que una llama en mi pecho ardiera con intensidad. El odio, el rencor, el resentimiento... todos se aglomeraban como combustible para aquella hoguera.
Hacía mucho que no tenía un sentimiento similar a ese. Hacía mucho tiempo que no había experimentado aquel impulso demencial. Me sentía cegado por aquella traición, pero lo único que sabía perfectamente en ese momento era que mi vengativo subconsciente solo estaba deseando a Min Yoongi muerto.
Le entregué la maltratada hoja a Jin sin mirarlo a la cara. Estaba consciente de aquella mirada preocupada y entristecida que me dirigía, pero yo no quería que me tuviera esa compasión, esa asquerosa lástima. Solo pensaba en el desengaño que me carcomía por dentro y en que no sabía cómo iba a decírselo a Jimin, ya que para él, Yoongi era una buena persona y el alma gemela de su mejor amigo.
Una sonrisa amarga se estiró entre mis labios mientras mis ojos se posaban en la pared contraria con expresión resentida. Y pensar que Jimin había estado preocupado por su seguridad, creyendo que se encontraba esforzándose más que nadie en encontrar a Hoseok.
"Parece un chiste. Una broma de mal gusto; una simple y macabra ironía."
-No le digas nada a Jimin –le dije a Jin débilmente-. Yo lo haré después.
Jin asintió lentamente y yo le di la espalda para bajar las escaleras con pasos pesados. A los pocos segundos, unos golpeteos detrás de mí me hicieron saber que Jin me había seguido.
Al llegar a la salita vi a Jimin pasándole unas hojas a Nam, que ya parecía estar terminando de guardar todo de manera adecuada. Nos acercamos disimulando la tensión con amables sonrisas, y casi instantáneamente la mano de Jimin encontró su camino para tomar la mía.
-Vámonos ya, Jiminnie –le dije-. Nam y Jin aún tienen cosas que hacer y solo les estorbaremos.
-De acuerdo...
Noté que me dirigía una mirada interrogante. Al parecer, a pesar de mis esfuerzos él se había dado cuenta de que algo raro había pasado. Quise darle a entender que debía restarle importancia, y nos despedimos de nuestros amigos en la misma sala para salir por la puerta una vez que Jin me prometiera hacerme saber cualquier cosa que encontraran.
Subimos al auto y yo comencé a conducir hacia nuestro apartamento. Lamentablemente, ahora que Namjoon y Jin no estaban presentes, Jimin me miró con evidente curiosidad. Aunque para mi sorpresa, no dijo absolutamente nada hasta que llegamos al apartamento, cuando me acabó por acorralar en la habitación, donde planeaba esconderme un rato.
Había tenido la esperanza de que solo tomara la expresión de mi rostro como una muestra de agotamiento y me permitiera dormir o fingir hacerlo, pero no contaba con que yo había resultado demasiado obvio ante él y aunque mi prioridad había sido evitar preocuparlo, de igual forma ya se encontraba así por mi culpa.
-¿Está todo bien, Jungkookie? –inquirió escrutando mi rostro con la mirada.
-Sí, sí... solo estoy cansado.
Evité su mirada y fui a sentarme a la orilla de la cama, encorvando mi espalda y mirando mis zapatos con los codos sobre mis rodillas. Deseaba con todas mis fuerzas el que no me insistiera más y se retirara, de manera que yo pudiera quedarme a solas con mis pensamientos... aunque estoy seguro de que eso era condenarme a un terrible y desesperante estado masoquista.
Pero para variar, mi adorado Jiminnie percibió la mentira en mi voz, por lo que se aproximó a mí con pasos lentos hasta posarse de pie a mi lado.
Cerré los ojos y respiré hondo para poder buscar una manera de decirle aquellas palabras que no sabía ni como pronunciar. No encontraba la manera de hacerle saber la verdad sin causarle un gran daño. Supongo que eso era lo que más me daba miedo: verlo sufrir.
Sentí su tacto sobre mi frente haciendo que su mano subiera y acariciara parte de mi cabeza con extremo cariño. Alcé mi rostro, para mirarlo a la cara. Su mano libre acarició mi mejilla y su boca me dedicó una sonrisa, aunque sus ojos no pudieron ocultar una vacilante consternación.
-¿Qué es lo que te preocupa?
Su voz tan dulce y tan tranquila hizo que echara por la borda todos esos esfuerzos por contarle de la traición de Yoongi. No podía, no era capaz de decir las palabras que harían caer a esa sonrisa y a sus inocentes ojos inundarse con saladas lágrimas. No creo que nadie pudiera atreverse sabiendo lo sensible que él podía ser, y de todos yo vendría siendo el menos desalmado o el más falto de agallas.
"Tú no te mereces esto, Jiminnie."
Me entristecía en sumo grado que alguien de su edad se viera en tantos problemas que él no había buscado. El destino simplemente había decidido hacerle una mala pasada y ahora él tenía que vérselas con todas esas situaciones traumáticas y peligrosas. Odiaba el que una persona como él tuviera que aguantar eso en silencio, sin demostrar su constante dolor o su profunda angustia. No, Jimin solo seguía sonriendo, él continuaba sin cambiar su noble y adorable naturaleza.
Examiné aquel rostro familiar que me había enamorado desde la primera vez que lo viera hacía ya varios meses. No quería dejar una marca más en su frágil corazón al añadir el peso de la más cruel verdad que había escuchado aquel día.
Sujeté la mano que había en mi mejilla y le sonreí de vuelta con una renovada expresión de gratitud que no tuve que fingir.
-No es nada, Jiminnie –retiré su mano de mi cara para poder entrelazar mis dedos con los suyos-. Ven aquí y dame un beso.
Quería olvidarme de todo lo que Jin y Namjoon nos habían dicho, quería esfumar ese sentimiento de temor que se anidaba en mi pecho aunque fuera un momento, y estaba seguro de que Jimin se sentía de una manera similar ya que las revelaciones habían resultado extremadamente crudas para ambos, pero especialmente para él.
Por suerte, mi tono de voz despreocupado fue lo suficientemente convincente, por lo que Jimin no replicó nada y se dobló por la mitad para que nuestros labios pudieran encontrarse en un beso estrecho y sincero.
Esa era, sin duda, mi manera favorita de olvidarme de que el mundo existía: Sentir el calor de su boca contra la mía.
Me sentí más relajado con ello. Quería pensar que ya encontraría el momento adecuado para decirle, pero justo en ese momento no era buena idea estropear el cálido ambiente. Esa vana excusa hizo acallar lo suficiente a mi subconsciente, del que acabé por olvidarme del todo.
Jimin logró subirse a mis piernas, quedando frente a frente para facilitar un nuevo y más vivaz beso. Me gustaba que se olvidara de sus dudas cuando se entregaba al deber de complacer mis caprichos. Se lo agradecía profundamente aunque él quizás no lo notara porque jamás hacía ademán de ello, por eso mismo, me propuse hacer lo mismo que él y consentirlo hasta en lo que no me creía capaz.
"Es lo menos que puedo hacer a cambio de ésta felicidad que me brindas."
Ambas manos suyas se atoraron un poco entre el cabello a los costados de mi cara en su lento movimiento que pretendía revolverlo, mientras sus labios continuaban deslizándose sobre y entre los míos de forma pausada y repentinamente intensa. Mis manos acariciaron su espalda y uno de sus muslos con parsimonia, sin que mi cabeza me permitiese divagar lejos de aquella boca que hacía sucumbir con facilidad a la mía.
Después de tanta charla macabra en casa de Jin había olvidado lo magnífico que mi cielo personal podía ser. Sus caderas se movieron hacia delante para pegarse del todo contra mí y sentí sus codos posarse sobre mis hombros, mientras sus dedos continuaron paseando por mi cabello negro y sus labios danzaban con gracilidad contra los míos.
Sé que no eran imaginaciones mías, estaba seguro de que había obtenido bastante práctica para ese momento y por lo mismo sus besos me parecían aún más deliciosos de lo que solían resultarme. También cabía decir que era mucho menos tímido en ese ámbito, y eso lo volvía bastante seductor.
En el momento en que sus dientes frontales apresaran mis labios repentinamente, di un respingo y me aparté ligeramente. Jimin me miró sin decir o hacer algo por unos momentos de quietud, tras los cuales entrecerró los ojos y se aproximó para besar la comisura de mis labios, luego plantó otros besos esporádicos contra mi quijada. Sentí mi cuerpo hormiguear placenteramente ante el delicado toque, y mientras una de sus manos bajaba para deslizarse por un lado de mi cuello, la otra se estableció en mi nuca con sus dedos hundidos en mi cuero cabelludo.
Sentí el peligro fácilmente. Su aliento profundo golpeaba mi piel entre beso y beso provocando que todos mis poros soltaran mudos gritos de ansiedad. El leve tacto de sus manos, que podía parecer tan cuidadoso y que sin embargo me provocaban hasta la locura, y su ridícula cercanía que resultaba tan exquisita que tenía contener el aliento para soportar aquel repentino impulso caníbal que trataba de apoderarse de mí.
Era consciente de que lo estaba haciendo apropósito, y era aún más consciente de que mi cuerpo ansiaba el suyo con mucha desesperación desde la mañana. Pero a pesar de que el deseo me quemara por dentro y que el reciente descubrimiento del sexo me resultara tan glorioso que muriera por repetirlo, no podía simplemente dejarme llevar por la lujuria y olvidar el que Jimin me había dicho que se sentía adolorido en mi primer asalto sexual ese día.
Así que poniendo el bienestar de Jimin por delante y muy, pero muy a mi pesar, llamé a mi autocontrol y me concentré al máximo para sujetar sus caderas, alejándolas ligeramente de las mías. Sentí cómo sus besos se detenían.
-Dejemos esto para después, Jiminnie –le sugerí quedamente.
Pero sin que yo lo esperara, él quitó mis manos de su cintura y en un brusco movimiento las regresó a su anterior lugar, provocando que el contacto me hiciera sentir una especie de corriente eléctrica en la planta baja. Su boca se resguardó contra mi cuello y la mano que antes había tenido ahí me empujó por el pecho, haciéndome caer de espaldas en la cama con él sobre mí.
De repente sus manos dejaron de acariciarme y las percibí desabotonando su chaleco mientras recargaba su frente contra la mía. Me sentí alarmado al instante, sabiendo que muy pronto yo mismo me rendiría si dejaba que aquello continuara, así que me apresuré a detenerlo, pero él no se inmutó.
-Jiminnie, tú dijiste... dijiste que aún...
Repentinamente, sus ojos se desviaron hacia otra dirección mientras sus mejillas se sonrojaban de forma notoria, dándome a entender que había comprendido lo que yo iba a decir. Me quedé callado esperando su siguiente reacción, que fue dejar que sintiera sus manos tensarse entre las mías.
-Lo sé –murmuró por lo bajo-. Pero...
Calló abruptamente y casi por inercia ocultó su rostro contra mi pecho con sus brazos contraídos. Sentí el calor de su rostro, prueba de que se había puesto aún más colorado. Algo perplejo por su repentina falta de movimiento, le quité su gorra y la dejé a un lado para acariciar su cabeza con la intención de darle confianza para continuar hablando.
Él tardó un poco, pero tras varios segundos sin que ninguno de los dos dijera nada, él soltó un suave suspiro de resignación.
-Jungkookie, es que anoche todo fue... increíble –dijo con su voz tan baja que apenas le escuché. Sus manos se aferraron a mi camisa-. Lo quiero de nuevo, Jungkook, de verdad que sí –sus palabras vibraron por un momento de precipitación-. Jamás me sentí tan amado y tan especial hasta ayer que me hiciste tuyo.
Me quedé hecho un monolito de piedra, posiblemente esculpido para representar la mejor manera de expresar la sorpresa y la emoción combinadas. La sorpresa era por escucharlo decir aquellas palabras, y la emoción era por haberme percatado, gracias a ello, de que compartíamos ese sentimiento.
Aquella noche se quedaría grabada en mi memoria como la primera vez en que me sintiera tan importante en la vida de alguien; tan feliz, tan satisfecho por estar vivo y de poder pasar mi tiempo de vida con una persona que despertara tantos sentimientos y sensaciones en mí.
Sin embargo, al parecer Jimin interpretó mi silencio como algo similar a que no entendía su punto, aunque por el contrario, lo entendía a la perfección. Sus manos apresaron con más fuerza la tela de mi camisa y tiró un poco de ella para aproximar sus labios a un lugar entre mi quijada y mi oreja.
-Quiero que me beses –susurró de una manera que me resultó tímida, pero al mismo tiempo segura de lo que decía. Sentí un suspiro impactarse contra mi piel, mientras sus párpados caían-. Jungkookie, necesito que me toques otra vez.
Eso era mucho más de lo que había esperado escuchar, a decir verdad. A mi autocontrol no le tomó ni tres segundos desplomarse repentinamente ante mis propios ojos, rindiéndose por completo ante su agresor favorito.
-Bien... -musité haciendo que me mirara, aún con un sonrojado rostro. Yo le dirigí una sonrisa tranquilizadora y mi pulgar acarició una de sus mejillas-. Solo vamos a llevarlo con cuidado, ¿está bien? No quiero causarte más dolor.
La respuesta a mi pregunta fue el breve vistazo de su hermosa sonrisa, que agradecía que la embarazosa situación en la que se había visto envuelto no hubiera sido en vano, y al instante el entusiasta beso que llegó hasta mis labios.
Decidí que no había porqué apresurar aquello, por lo que le dije que se quitara su ropa con calma y me puse de pie para ir a buscar ciertos artículos que, según recordaba, seguían abandonados en la sala desde la vez anterior. Pero entonces, Jimin me tomó de la muñeca, con una pequeña sonrisa y el color rojizo aún presente en sus mejillas.
-Si buscas tu indecorosa bolsita, la puse en la mesita a de noche.
Le devolví la sonrisa y me senté en la cama nuevamente para besarlo, mientras mi mano iba a abrir el cajón indicado.
-Interesante ubicación, joven Park.
Me envió una mirada de reproche antes de fingir que no había echado un vistazo a lo que yo acababa de sacar de la bolsita y ahora colocaba sobre la mesita de noche, e instantáneamente comenzamos a deshacernos de nuestras prendas, intercambiando un par de miradas curiosas que iban acompañadas de pequeñas y mal disimuladas sonrisas.
Me parece que estaban dando las siete y media cuando ambos nos encontramos entrando debajo de las sábanas en busca de un apretado abrazo, en el instante en que mis labios se encontraban con los suyos para besarse con fogosidad. Su piel se sentía suave y seductora mientras mis manos resbalaban por ella desde sus hombros, por su espalda y hasta sus muslos desnudos. Era impresionante el nivel de necesidad que había adquirido en todas esas horas sin aquel tacto.
Una vez que nuestros labios se separaran de aquel beso rudo que nos había hecho buscar oxígeno, sentí los míos palpitar y arder en deseo por aquellos iguales que tenía tan cerca. Permití un contacto similar pero menos intenso, sintiendo el propio toque de Jimin por mi cuerpo.
Mi lengua entró dentro de su boca para acariciar sus dientes, tantear su paladar y entrelazarse con la suya. Jimin empujó su propia lengua dentro de mi cavidad, y una danza excitante y húmeda se extendió entre nuestras bocas y dentro de ellas por varios y exultantes minutos.
Después de que la lujuria comenzara a disminuir poco a poco, estreché el cuerpo de Jimin contra el mío, gimiendo de forma satisfactoria en aquel beso y escuchando una contestación similar de parte de Jimin cuando sus huellas digitales rozaban mi mejilla y nuestros labios adoptaban una actitud cauta y caprichosa.
Los besos comenzaron a volverse entrecortados y las respiraciones profundas, algunos fueron a parar a los hombros, otros tantos acababan en el cuello y la quijada, y unos más parecían fetichistas al hallar tanta conformidad con la clavícula o el mentón. Los dedos de Jimin jugaban con mi cabello nuevamente, con sus brazos sobre mis hombros una vez que me girara para quedar sobre él, y percibía sus cada vez más extensos suspiros al escucharlos o sentirlos en mi piel.
El calor aumentaba debajo de las colchas, los brazos y las piernas se entrelazaban constantemente de la misma forma en que los labios lo hacían de cuando en cuando. Los únicos sonidos que se alcanzaban a percibir eran los de los jadeos suaves, el impacto de los besos contra la piel, el movimiento apenas perceptible de las cobijas y los pequeños intercambios de palabras cariñosas y juramentos de amor.
Notaba como el pulso de Jimin se aceleraba poco a poco y como los músculos se tensaban notoriamente con específicas caricias o movimientos, ya fueran apropósito o no. Me sentía aún más ansioso al notar la manera en que el cuerpo de Jimin se pegaba contra el mío cuando arqueaba su espalda, mientras que de su boca se dejaban escuchar los indicios de futuros y más largos gemidos.
Despejé de cabellos su cara con una mano y dejé una línea de besos casuales, que se extendieron desde parte de su mejilla hasta el final de su frente. Jimin, debajo de mí y con los ojos entrecerrados, murmuró mi nombre y se abrazó a mi cuerpo sujetando mi espalda.
Mis manos se permitieron curiosear un poco más que la vez anterior, acariciando a Jimin y provocando que él me aferrara con más fuerza y gimiera quedamente contra mi oído. Fui menos discreto, experimenté un poco más y me permití gemir sin pudor cuando mis atenciones me fueron devueltas poco después.
Sonreí para mí mismo en el momento en que un gemido mucho más audible se le escapara. Mi pulgar se había deslizado por la punta de su miembro y la repentina oleada de placer lo hizo levantar sus caderas en busca de más contacto, subiendo sus manos en un inconsciente impulso para cerrarse con fuerza con la funda de la almohada entre sus dedos, a cada lado de su cabeza.
-Jungkook... ya no puedo más... -jadeó levantando su rostro hacia el techo.
Entendiendo a la perfección aquellas palabras, mi mano se deslizó lejos de su miembro, provocándole un siseo ahogado. Escuché su respiración agitada y sentí su pecho subir y bajar mientras mis manos le acariciaban los costados lentamente, y mi rostro se erguía para plantarle un beso.
Lo ayudé a girarse e instintivamente tomé una almohada para colocarla bajo su cintura. Me miró hacerlo con su respiración aún alterada pero no dijo nada y solo hundió su rostro en la almohada que él tenía. Una de mis manos fue en busca de la suya, posándose sobre su dorso y sintiendo sus dedos abrirse para estrujar los míos.
Una caricia a lo largo de su espalda, un beso silencioso contra su nuca, un movimiento mecánico para tomar ciertos objetos de mi mesita de noche.
Varias veces he escuchado que la segunda vez siempre es mejor que la primera. Me parece que estaré de acuerdo con ello, ya que, por algún motivo, aquella noche ningún recuerdo amargo se posó por mi mente. Ni siquiera me acordaba de Min Yoongi o de Taeyang. Eran como espectros sin importancia para mí.
Aquella segunda vez en que le hiciera el amor a mi pequeño Jiminenstein, me sentí como si nada en el planeta tierra importara más que permanecer a su lado. Al mirarlo un sentimiento de dicha me llenaba, y al sentirlo de aquella manera, mi cuerpo se sentía a reventar por aquella pasión ferviente y plena que me colmaba. Me pertenecía, y yo a él con toda mi insana devoción.
Simplemente, no hay palabras lo suficientemente expresivas en mi idioma como para poder describir lo que Jimin me hacía sentir, ya que 'amor' solo tiene cuatro letras y parece desproporcionar la magnitud de mi sentir.
El tiempo comenzó a transcurrir.
Era extraño el hallarme todos los días en ese estado de completa tranquilidad y armonía personal, algunas personas en el trabajo inclusive, llegaron a pensar que me había enfermado. Pero no estaba enfermo, solo había tenido tanto sexo en una semana que se me había hecho imposible retener la excesiva felicidad dentro de mí.
Diariamente, Jimin y yo nos dejábamos tentar una o dos veces al día. Era irrealizable la acción de negarse, quizás porque se había convertido en una necesidad... Más bien, una especie de adicción.
No solo de mi parte, déjenme decirles, ya que a pesar de que usualmente era yo el que arrastraba a mi Jiminnie hacia la cama una vez que volvía de trabajar, a veces era él quien no me dejaba salir de ella a la mañana siguiente. Varias veces llegué tarde al trabajo por ello, pero nunca me quejé.
¿Cómo podría? Hacer el amor con Jimin era simplemente la experiencia más magnifica que había tenido, y no perdía una sola oportunidad para repetirla.
Simplemente, dejé de blasfemar el que los humanos se volvieran tan dependientes del sexo una vez que lo probaban, ya que ahora yo era uno de esos esclavos de la cama también. Aunque tenía la satisfacción de saber que lo mío no era algo meramente físico; cada roce, y cada beso tenía un significado importante, y Jimin me lo reafirmaba al decirme contra mis labios que me amaba, cada vez que terminábamos abrazados al otro con nuestros cuerpos sudorosos y nuestros alientos agitados.
Yo sé que mi propio vocabulario se volvió ridículo y hasta un poco trillado una vez que admitiera que estaba enamorado de aquél hombre, pero quizás es que las cosas deben ser así... quizás la única manera de lograr describir lo nuestro era con ese tipo de palabras como...
"Sublime, precioso... mágico."
Y siempre que pensaba en ello, justo después de consumar el acto de amor por excelencia, yo sonreía y besaba su dormido rostro una vez más.
Jeon Jungkook se sentía el hombre más afortunado en el planeta tierra.
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Holaaaa!! Este capítulo me recordó a Seven jajajajaja. Al parecer las cosas van bien entre ellos, ojalá siga así :3
Tengo que admitir que este capítulo no lo alcance a revisar completamente, así que probablemente haya errores. Pero pronto lo vuelvo a leer y arreglar ortografía o si se me pasaron nombres y no me di cuenta.
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Seducción Homicida °Kookmin°
FanfictionUna noche como las demás, en la Morgue. Jeon Jungkook solo tiene que encargarse de un último cadáver, lo trajo la policía, nadie lo ha identificado aún. Corre el cierre de la bolsa y examina el cuerpo. Sin embargo...está respirando. Jungkook lo rean...