Kim Seokjin puede considerarse así mismo un tipo atractivo, trabajador, elocuente, encantador, detallista y sin duda modesto. Pero jamás debió haber intentado ser también un gran cocinero.
Había despertado con unas ganas enormes de sorprender a su pareja, había dejado la cama a temprana hora y se había puesto a trabajar arduamente en el desayuno. Pero a pesar de que pasó casi una hora buscando materiales, haciendo masa, confundiendo ingredientes y manchando la cocina... menudo fracaso había resultado todo.
Usualmente era su criada la que se encargaba de alimentarlo, pero desde que Tae pasara tanto tiempo en su casa, o que él pasara tanto tiempo en la de él, había decidido decirle a la mujer que su trabajo ya no era requerido.
Y puede ser que su Tae no fuera precisamente un chef gourmet, pero siempre le preparaba algo con mucho gusto y el pelinegro no se negaba a nada que proviniera de él. Muy frecuentemente, también, Jin lo llevaba a cenar o a comer algo, así que había sido prescindible el utilizar su cocina en un buen rato.
A decir verdad, Kim Seokjin no había utilizado los fogones en más de cinco años, motivo por el cual su intento de hacer pancakes había terminado de manera apestosa, grotesca y completamente quemada contra el sartén, de manera aparentemente imposible de extraer sin una pala mecánica.
Al sentirse decepcionado porque sus esfuerzos se vieran frustrados de aquella manera, decidió que trataría con otra cosa. Sin embargo, para el alivio del nuevo sartén, Tae salió de la habitación y Jin se apresuró rápidamente a ocultar su masa oscura que se suponía debía haber resultado cuando menos comestible, dentro de una de las encimeras de la cocina.
Cuando Taehyung hubo entrado al campo de batalla en que se había convertido la cocina (llena de harina, gotas de leche y cascarones y clara de huevo), encontró a Jin sentado sobre una de las encimeras con una inocente sonrisa.
-¡Buenos días panquecito de chocolate! –Exclamó Jin con exagerado entusiasmo.
Al detectar el empalagoso nombre y la sonrisa tan encantadora, Tae reparó en que su novio le ocultaba algo. Nunca había sido bueno para mentir en realidad, y siempre lo acababa descubriendo cuando lo hacía. Miró a Jin unos segundos expectantes y al ver que no decía nada, revisó el entorno.
-¿Se quemó algo? –preguntó percibiendo el aroma.
-¿Algo? No, claro que no –Tae no pareció creerle y miró alrededor con gesto inquisidor, por lo que el detective bajó de un salto de su lugar y se aproximó para rodearlo por la cintura y darle un matinal beso-. Vístete amor, vamos a desayunar.
-¿Afuera? –Inquirió sin entusiasmo, olvidándose entonces de sus sospechas-. No, Jinnie, no quiero salir hasta que el trabajo me obligue. Quiero estar en pijama y desayunar tranquilamente con mi novio –le sonrió dulcemente y Jin no supo qué pretexto poner. Tae le dio un pequeño beso-. ¿Vas a querer algo en especial? –se soltó del abrazo del otro-. Puedo hacer unos pancakes.
Con la ironía, Jin sonrió forzadamente pero no pudo articular palabras. Se mordió el labio con preocupación al ver que Tae se dirigía hacia la encimera que escondía su crimen, (o bien, una insinuación de intento de homicidio por envenenamiento), pero a falta de saber cómo actuar, no hizo nada y dejó que el castaño descubriera aquella atrocidad. De todas maneras, lo iba a hacer en algún momento y era preferible que lo hiciera cuando parecía de tan buen humor. La expresión que vio en su novio cuando abrió las puertitas no le auguró algo bueno.
Tae, sartén en mano y con las cejas arqueadas hasta que acabaron por ocultarse tras su flequillo, se enderezó y miró a Jin esperando escuchar una buena excusa, dirigiendo alternativas miradas de su novio a la comida quemada. El pelinegro se rio nerviosamente sin saber qué decir, por lo que el otro solo puso los ojos en blanco y colocó el sartén a un lado del fregadero, dispuesto a tratar de remediarlo cuando tuviera tiempo, o por el contrario tirarlo a la basura.
-Kim Seokjin, tienes prohibido tocar cualquier cosa en esta o en cualquier otra cocina –le advirtió Tae con autoridad-. Ahora ve a bañarte y arreglarte, yo me encargaré de hacer algo para el desayuno.
-Perdón, bebé -murmuró por lo bajo, viendo como su novio se volvía hacia la estufa. Si Jin hubiera tenido orejas de perro, estas se hallarían tan abajo que parecerían adheridas a su cráneo-. Quería sorprenderte con el desayuno, pero creo que solo te he dado más trabajo.
Al escucharlo decir eso, Tae se giró para mirarlo. Jin se veía los pies, sobreactuando su gran vergüenza un poco, y no dijo ni hizo nada. Tae sonrió ligeramente, sin poder ocultar su mirada enternecida. Caminó hacia su novio, se puso de pie frente a él y alzó su rostro con ambas manos.
-Oye, está bien... No serás todo un maestro en la cocina...
-Soy un asco.
-...pero tienes muchas otras cualidades –continuó sin escucharle y dedicándole su sonrisa-. Gracias por el detalle. Eres lo más dulce en este universo, amor.
Jin se sintió muy reconfortado al escuchar que al menos, haber arruinado un sartén del todo y haberse avergonzado delante de Tae tenía sus ventajas, escuchar al castaño decirle esas cosas siempre lo había hecho sentirse muy bien. Le devolvió la sonrisa al chico y, tomando su cintura se aproximó para besarlo tiernamente. Tae sonrió en el beso y abrazó a su novio para corresponderle.
El contacto se extendió por un par de minutos armoniosos, tras los cuales se miraron con idénticos gestos alegres.
-Gracias por quererme, aunque no sea perfecto, Tae.
-Tonto –musitó Taehyung acariciando su cabello-. Cuando amas a alguien no lo haces porque sea perfecto –besó su barbilla-. Aceptar y aprender a adorar hasta sus más pequeños defectos es lo que te demuestra que lo haces.
-¿Y qué hago yo si tú eres perfecto? –repuso el otro haciendo reír al mayor.
Hubo un nuevo beso lleno de entusiasmo, una mano de Jin sujetaba la nuca de Tae y acariciaba su mejilla con un pulgar, mientras que el otro solo lo rodeaba por la cintura contra su cuerpo.
Para el detective, no había nada mejor.
Antes solía ser un nómada que gustaba de ir de cama en cama con gran libertad, pero desde que Tae llegara de aquella manera en su vida, había olvidado ese mal hábito suyo, como si se tratara de un largo sueño alterno nada más.
Había aparecido tan repentinamente en su mundo, que se sintió confundido al haber adorado de esa manera la cara de un completo extraño. La primera vez que fue a la morgue, había esperado solo hacer su trabajo y retirarse, pero al ver a aquél ayudante de médico forense, no había dejado de pensar en otra cosa en todo el día. Cuando supo su nombre se sintió dichoso, y cuando comenzó a charlar con él se emocionó sin motivo aparente. Hacía solo un poco más de seis meses que había decidido intentar algo más que solo miradas, palabras insinuantes y discretas sonrisas. Estaba feliz de haber tomado aquel riesgo.
Antes de Tae, nunca se habría imaginado en una situación similar; pero sí, quizás podría acostumbrarse a ese tipo de cosas.
Tae lo había hecho perseverar en aquella relación. Por una vez, había dejado de buscar las maneras de llevarse a su pareja a la cama de la manera más rápida, y había comenzado a disfrutar hasta la actividad más sencilla en compañía de él: Caminar por un parque, ver una película en casa, charlar largas horas sobre los días respectivos de cada uno... ese tipo de cosas que él antes había hallado como un desperdicio de tiempo.
No sabía cómo había logrado lo que otros no. No sabía cómo aquellos ojos lo habían hechizado de tal manera, o cómo una risa suya le podía provocar un sentimiento de felicidad tan grande que acababa sonriendo para sí mismo. No sabía cómo, pero le encantaba, y tenía la ligera impresión de que Tae había logrado todo eso en él porque simplemente era especial.
Amaba tanto a su novio que después de su primera gran discusión, jamás se había atrevido a presionarlo con avanzar un escalón más en su relación de nuevo. Quería pensar que su niño acabaría dejando de ser tan temeroso en ese ámbito, y que le daría luz verde en algún momento. Pero las esperanzas se esfumaban con el tiempo, y el resignado Jin tuvo que recurrir a 'hacer justicia por su propia mano' en varias ocasiones por la frecuencia en que un gesto o acción de Tae lo hacía sentir un fuerte tirón dentro de sus pantalones.
Y si hay algo que haga sufrir a la gente que es como solía serlo Kim Seokjin, eso es la abstinencia. Lo torturaba y lo volvía loco, pero el miedo a estropear su reciente hallada felicidad lo hacía morderse un nudillo... y satisfacerse por su cuenta.
Fue ese el motivo porque se sintiera tan sorprendido cuando su novio finalmente se dejó llevar un poco más. Había llegado a pensar muchas veces en lo increíble que sería para él ser la primera vez de Tae, pero después de su primera discusión, jamás se había atrevido a presionarlo de nuevo. Y eso es decir mucho, porque había veces en que su novio se le antojaba tan malditamente violable y él sólo podía quedarse rígido, apretando las piernas y tratando de evitar más conmoción en sus pantalones al dirigir su mirada hacia otro lado.
Por eso, aquella vez en que Tae estaba por retirarse de su casa en la noche, los primeros dos besos de despedida parecieron tan casuales e inocentes como cualquier otro. Sin embargo, de un momento a otro aquellos labios no escaparon de la pasión de su beso, e inclusive le correspondieron.
Podía percibir que Tae aún se estaba cuestionando si eso era correcto, pero Jin trató de ayudarlo a relajarse al esparcir suaves caricias por su rostro durante aquel beso. Una cosa llevó a otra, y cuando habían regresado a la habitación y se dejaron caer en la cama, Jin logró volver de su mundo de ensueño, notando como al pulso acelerado de Tae se le sumaba un apenas perceptible temblor en todo su cuerpo. Estaba nervioso hasta la muerte, eso era fácil de percibir. Jin sabía lo que tenía que hacer, y también sabía que había muchas probabilidades de tirar sus fantasías a la basura, pero Tae valía aquel riesgo.
Con todo su pesar, se despegó de sus labios, tendido a su lado como estaba y sujetó su rostro con sus manos para mantenerlo cerca. Tae estaba ligeramente ruborizado y su respiración sufría de los vestigios de aquél último beso.
-¿Estás seguro de esto? –le dijo en voz baja-. Tae, yo no quiero que te sientas forzado ni nada.
Hubo una pausa en la que su corazón contuvo el aliento junto con él. Tae le miró durante esos momentos, como si no le hubiera escuchado o entendido, posiblemente porque no esperaba escuchar eso de Jin en un momento tan crucial como ese. El hecho de que su novio se preocupara esta vez por saber si estaba dispuesto, lo hizo sonreír. Luego, amortiguó esa sonrisa al fruncir los labios y se acercó a Jin.
-Estoy seguro, Jin... -dijo quedamente. Se abrazó de él por la cintura, y un pequeño temblor sacudió su voz cuando habló de nuevo al mismo tiempo en que sus ojos parecían humedecerse-. Pero por favor... -cerró sus párpados y se apretó más contra su pecho-. Por favor, prométeme que me seguirás amando por la mañana.
Conmovido y entristecido por su miedo, Jin acarició su mejilla y plantó un beso en su frente. Tae respiró hondo y entreabrió los ojos para ver la sonrisa del detective.
-Claro que te amaré por la mañana. Te amaré todas mis mañanas, todas mis tardes y todas mis noches, mi cielo.
Se sintió dichoso al notar que sus palabras habían reconfortado en sumo grado al muchacho, que murmuró un suave 'te amo', y lo atrajo hacia sí para volver a besarlo.
Para Jin, esa noche fue en realidad como si hubiera sido su primera también. Tal vez no físicamente, pero jamás se había sentido tan unido a alguien como en aquel momento, volviendo aquella su experiencia favorita. Tae era tan dulce, tan honesto, tan magnífico que Jin a veces no sentía merecer su cariño. Pero aun así amó aquellos instantes en que escuchara su nombre provenir de aquellos labios que amaba besar, adoró la manera frágil en que Taehyung parecía aferrarse a él en oleadas de placer que le arrancaban gemidos febriles, y sin duda le encantó el que después del orgasmo, Tae lo recibiera entre sus brazos falto de aire pero necesitado de más numerosos y cuidadosos besos.
Se escuchaban incontables palabras dulces en secos jadeos, mientras ambos permanecían sujetos el uno al otro como si fuese indispensable y compartían varias caricias y besos. Una noche coronada de forma magnífica, y un sueño profundo y reconfortante que los haría despertar tarde al día siguiente.
El detective simplemente no podía evitar estar tan loco por ese muchacho, que se le antojaba como su propio muñeco de cristal, al que trataba con tanto cariño y cuidado como era capaz por miedo a quebrarlo.
Claro que no todo era miel sobre hojuelas todo el tiempo. Él carecía de paciencia y Tae era algo caprichoso, trayendo así algunos problemas que no se lograban evitar. Aunque sin duda, las discusiones eran casi inexistentes desde aquella en la fiesta de soltero del prometido de Seulgi, que de hecho fue la noche posterior a la que hicieran el amor por vez primera. No podía culpar a Tae por haberse molestado y haber tratado de dejar la fiesta, a decir verdad no había sido muy discreto en su inspección del 'entorno'.
Logró alcanzar a su furioso novio y aún contra su voluntad lo llevó consigo a una habitación vacía, lejos de la música o los invitados, donde se encerró con él.
-¡Deja de estar molestando, Seokjin! –le gritó lleno de ira y tratando de salir por la puerta que Jin le bloqueaba-. ¡Ya déjame irme!
-Después de que hablemos –le indicó el otro sin inmutarse.
-¡Yo no quiero hablar contigo, no quiero estar contigo y no quiero verte la maldita cara ahora! –exclamó con voz ahogada y los ojos llenándoseles de lágrimas.
Jin suspiró cansado y quiso tratar de decir algo, pero no supo cómo hacerlo al ver que Tae miraba al suelo conteniendo el llanto con todas sus fuerzas. Sabía que no iba a resultarle fácil contentarlo.
-¿Por qué estás tan enfadado? –preguntó-. ¿Porque estaba mirando a unas cuantas mujeres?
-¡Claro que no es solo por eso! –saltó Tae aún más molesto, y sin duda sorprendiendo a Jin, que esperaba una respuesta afirmativa-. ¡Si fuera la primera vez no me importaría, pero siempre estás al pendiente de lo que los demás hacen! –Alzó un poco la vista para mirarlo y luego la regresó al suelo maldiciendo en voz baja-. Curiosamente siempre te encuentro con los ojos encima de personas atractivas...
El detective lo escuchó perplejo, y luego, sin poder evitarlo, soltó una divertida risa. Tae apretó los puños con fuerza.
-¿Es por eso? Tae, yo no...
-Sí, ríete todo lo que quieras –sollozó el muchacho haciendo que el otro se callara abruptamente. Tae se secó con desprecio las lágrimas con el dorso de su mano-. Sé que piensas que es estúpido, que yo soy infantil o ridículo. Lamento el resultarte así, pero por desgracia no puedo evitar el sentirme aterrado cada vez que te fijas en alguien más –apretó su mandíbula y contuvo otro sollozo-. Todo es tu culpa. Quisiera ser más seguro de mí mismo, de pensar que me amas como dices y así no sentir este miedo estúpido cada vez que diviso una posibilidad de que te aburra, o de que encuentres a alguien mejor que yo. Pero no puedo, y es tu culpa por haber sido como eras y por haberme hecho confiarte todo anoche.
Jin se hallaba petrificado. No había esperado escuchar cosas como aquellas, y sin duda, ahora se sentía incrédulo y al mismo tiempo culpable por haber causado tantos temores e inseguridades en su novio. Su corazón se sintió hundiéndose profundamente en su pecho mientras veía como Tae trataba inútilmente de secar sus mejillas, que igualmente acababan empapándose de nuevo a los pocos segundos.
Sin vacilar un segundo, Jin sujetó a Tae y lo abrazó contra su cuerpo con fuerza. El chico al instante se puso tenso y trató de empujarlo lejos, pero a pesar de eso, Jin no lo soltó.
-¡No quiero que me toques! –bramó Tae tratando de separarse desesperadamente.
El pelinegro no dijo nada, y solo continuó forcejeando un poco contra el muchacho entre sus brazos. Tae le pidió numerosas veces que lo soltara, pero su cuerpo tan escuálido no le ayudó a escaparse. Tras un par de minutos, su llanto y su lucha lo agotaron tanto que simplemente se rindió y acabó pegado a su pecho, con sus ojos cerrados aún dejando escapar lágrimas de frustración.
Una vez que Tae pareció tranquilizarse, recargó su frente contra el pecho que tenía enfrente y no pudo evitar sollozar en voz baja, esta vez con una profunda tristeza. Jin solo esperó pacientemente.
-Yo no quiero que me dejes –dijo Tae con un hilo de voz-. Si ayer permití que pasara lo que pasó, fue porque te amo tanto que quiero estar contigo de todas las maneras posibles, pero a pesar de que me sintiera tan feliz, no puedo evitar el sentir miedo porque comiences a aburrirte de mí y te vayas.
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Seducción Homicida °Kookmin°
FanfictionUna noche como las demás, en la Morgue. Jeon Jungkook solo tiene que encargarse de un último cadáver, lo trajo la policía, nadie lo ha identificado aún. Corre el cierre de la bolsa y examina el cuerpo. Sin embargo...está respirando. Jungkook lo rean...