15. Impacto

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Ya había pasado un rato desde que Jin se había ido.

Terminé de servir el café, y dejé la cafetera a un lado, cerrando los ojos con fuerza y aferrando mis manos al borde de la encimera de la cocina, donde me hallaba solo.

La imagen volvió a mí claramente, la escena de Jin sentado en el sillón de enfrente, con las manos entrelazadas y expresión grave. Acababa de preguntarle por los padres de Jimin, y parecía que le costaba mucho explicarse pues fruncía el ceño y un poco los labios.

-Jin, explícame por favor. Quiero saber que pasó –le insistí.

-Bien, te lo diré –suspiró. Se había enderezado por completo y su mirada halló la mía cuando comenzó a relatarme desde donde se había quedado-: Aún no podíamos creer lo que pasaba así que le pedí a Jimin que se quedara en el auto. Ni siquiera me contestó y yo bajé, llegando hasta la gente reunida alrededor de la casa. Me acerqué a un policía y decidí preguntarle por los sucesos.

Noté que su voz aún se escuchaba intranquila, casi como si temiera que yo me enterara de lo ocurrido. Pero mi mirada no le permitió detenerse más de dos segundos. Yo necesitaba saber todo.

-Me dijeron que el incendio se provocó cerca de las tres de la mañana –al decirlo, cerró los ojos con decepción-. Tomó fuerza y apenas a las seis, los bomberos lograron apagarlo. Mientras yo hablaba con uno de los oficiales, un bombero se acercó al policía y le informó que no había víctimas. Adentro de la casa no había nadie –yo me di un respiro, aunque aún seguía bastante preocupado-. Me tranquilizó saber que los padres de Jimin no estuviesen allí, pero comenzaba a inquietarme el lugar donde podrían encontrarse. Así que pregunté a uno de los vecinos, que estaba con el tumulto, si sabían dónde estaban los que vivían en esa casa. Un señor me dijo que conocía a los Park, pero que desgraciadamente, hacía mucho que Im Yoon ah y Park Hyun sik, habían muerto. Al parecer, los asesinaron.

En ese momento no supe ni cómo reaccionar. Lentamente había ocultado mi rostro en mis manos, y mis codos se recargaron en mis rodillas. ¿Asesinados? ¿ Im Yoon ah y Park Hyun sik habían sido...?

No podía tragarlo. Simplemente no podía. Pareciera como si después de tanto, nada hubiera valido la pena, y eso que yo no quería que Jimin volviera a su casa. Ni siquiera quería imaginarme como debía sentirse él.

Alcé mi rostro despacio y miré a Jin. Yo sabía que la historia no se acababa ahí, y él estaba esperando a que me repusiera para poder continuar. Así que al observarlo nuevamente le indiqué en voz baja que no se detuviera.

-Según lo que se supo respecto de sus muertes –prosiguió Jin con seriedad-. Los mató un cómplice del sujeto que el padre de Jimin atrapó, el de la noticia ¿recuerdas? Vengó a su amigo matando al matrimonio, pero por algún motivo que todos desconocen, no mató a Jimin –asentí lentamente mientras intentaba entender todo lo que estaba ocurriendo-. Posiblemente no lo encontró. Así que, según ese vecino, Jimin fue adoptado por una persona, que lo cuidó durante su niñez. Pero cuando Jimin se hizo mayor de edad, se fue a vivir a la vieja casa de nuevo, que por testamento de su padre, le pertenecía.

Yo maldije en voz baja. Me imaginaba lo horrible que debía haber sido para Jimin, enfrentarse a la muerte de ambos padres cuando solo debía tener unos seis, o quizás siete años. Además, el hecho de que alguien les hubiera quitado la vida hacía que el tema fuera más siniestro de lo que una simple muerte suele ser.

- ¿Se lo dijiste? –pregunté con cierto temor. Jin no pareció entender a qué me refería-. ¿Le dijiste eso a Jimin?

-Tenía que hacerlo –yo suspiré pero asentí dándole la razón-. Pareció no creerlo al principio, pero luego se puso muy tenso, y me pidió que lo llevara de vuelta a tu apartamento. Dijo que no me molestara si no me hablaba, pero que no se sentía bien.

Tan típico de Jimin.

Me sentí mal. Realmente me sentía mal. Quería quedarme con la duda sobre lo que había ocurrido después, para levantarme y avanzar con rapidez hacia el baño. Ni siquiera me importaría en qué estado pudiera hallar a Jimin –bueno, eso pensaba entonces. Estoy seguro de que si lo hubiese hecho, hubiera salido precipitadamente al hallarlo en la bañera-, solo quería decirle que lo lamentaba, que todo estaría bien, y dejaría que mis brazos lo estrujaran con fuerza.

Suspiré para tratar de aclarar mi cabeza. No sirvió de mucho, pero respirar ayudó a oxigenarme el cerebro lo suficiente como para continuar la conversación.

-Entonces... tu piensas que el incendio fue provocado por estos sujetos que tratan de matar a Jimin. Los que se llevaron a Hoseok ¿verdad?

Necesitaba entender, concentrarme en algo que no fuera precisamente mi pobre y herido Jimin, que seguramente seguía confundido y abrumado por lo que había pasado. Quería hacer hipótesis y desarrollar teorías que nos ayudaran a encontrar a esos bastardos, que ya habían hecho bastante daño a Jimin, solo con haber tratado de matarlo una vez.

-Me parece que sí –asintió Jin-. Si alguien me seguía, puede ser que se enteraran de que sabíamos donde estaba la casa de Jimin. Ya sabemos que quieren eliminarlo, por lo que no me sorprendería que quemaran la casa para que Jimin no pudiera volver, y hallar algo que lo hiciera recobrar su total memoria –me miró seriamente-. Recuerda que al parecer, Jimin sabe algo, y ellos harán hasta lo imposible porque no lo divulgue. Les conviene que siga sin memoria.

-Si, tiene sentido –suspiré nuevamente. Entonces algo un poco torcido apareció en mi cabeza. Parpadeé perplejo y miré a Jin inquisidor-. Jin... ¿no crees que quizás, esos sujetos...? –Jin inclinó la cabeza hacia un lado con expresión de no entender cuando mi pregunta quedó a medias. Volví a intentarlo, mirando un lugar cerca de su oreja, meditabundo-. ¿Y si el sujeto que mató a los padres de Jimin, es parte de los que ahora quieren matarlo a él?

Seokjin abrió los ojos impresionado. Pareció pensarlo solo un par de segundos y se miró los pies, con un rostro que divulgaba lo posible que le sonaba eso.

-A lo mejor... –musitó-. A lo mejor sea una especie de mafia.

- ¿Una... mafia?

Él asintió con gravedad.

-El individuo que acabó con sus padres no mató a Jimin, quizás porque jamás lo vio. Lo más probable es que matara a los Park de noche, y Jimin estaba en otra habitación durmiendo. Los mató a sangre fría y se fue. Pero luego, debió darse cuenta de la existencia de Jimin cuando este se volvió mayor de edad y llegó a vivir a la casa de nuevo –sus ojos estaban fijos en los míos con una renovada aprensión-Es posible que el asesino quisiera terminar el trabajo, aunque fuera tantos años después.

Asentí lentamente.

Pero entonces, me di cuenta de que algo no tenía sentido. Encorvé un poco mi espalda y mi barbilla reposó sobre una mano, mientras con el ceño fruncido, mis ojos se dejaban caer hacia los negros zapatos de mi compañero.

¿Un asesino que desea acabar con toda una familia? Entendía que quisiera eliminar al padre de Jimin por mandar a su compañero a prisión, y que quizás deseara acabar con su esposa que también estaba ahí. ¿Pero para que darle caza a su hijo años después, cuando quizás ni siquiera le había visto antes?

En todo caso, ¿sería posible que lograra enterarse de que Jimin había vuelto a la casa? Buscarlo solo para terminar una venganza que había comenzado tantos años atrás sonaba algo descabellado. Si hubiera otro motivo más coherente y ambicioso...

Entonces una idea apareció en mi cabeza. Aún inseguro al respecto, mi dedo índice acarició mi mentón lentamente y entrecerré los ojos, procurando sonar claro al hablar nuevamente:

-O tal vez quería algo del padre de Jimin –dije pensativo. Jin clavó sus ojos en mí, pidiendo que siguiera-. Su compañero, el que el señor Park atrapó, entró a robar algo ¿no es así? ¿Y si éste sujeto que mató al matrimonio Park no iba a vengar a su amigo, si no a quitar del camino al matrimonio para apropiarse de algo que seguramente era lo que el otro trató de robar? –planteé suspicaz.

- ¿Simple deseo de poseer un objeto? –parpadeó-. ¿Y para qué querría terminar con Jimin después de tantos años, si el objeto era de sus padres?

Vacilé un segundo.

-Es probable que cuando supo que ellos tenían un hijo, de alguna forma, lo que él quería le pertenecía a Jimin. Pero no sabía dónde vivía ahora. Quizás hasta dio por perdido su intento. Pero después de un tiempo, se da cuenta de que Jimin vive de nuevo en su casa –me erguí por completo con un gesto detectivesco-. Esta vez el sujeto fue con sus acompañantes. A lo mejor fue la vez que lo golpearon y lo tiraron al río. Ni siquiera pudieron festejar, se dieron cuenta de que seguía vivo. Ahora lo están cazando, hasta exterminarlo.

Hubo unos segundos de silencio en que el detective asimilaba todo lo que le había dicho. Meditó por un rato y luego pareció hallar algo que no cuadraba.

- ¿Y qué sería eso que quería robar? –preguntó-. Si fuera un objeto simple, pudo haberlo robado mientras nadie vivía en la casa de los Park. Entrar a una casa en estos días, no es difícil. Pero cuando dices que tenía que matar a Jimin también para poseer ese objeto, suena más como si en el testamento de su padre, legara ese 'algo' a Jimin –yo asentí-. Pero si mata a Jimin, no habrá quien se quede con ese objeto. ¿Acaso piensas que éste criminal...?

-Era familiar o conocido de los Park –asentí nuevamente, pero con más firmeza-. Mandó a robar el objeto hace años. Su cómplice fue atrapado y enviado a prisión. Lo que sea que quería robar debía ser valioso, ya que después de eso, tomó la desesperada decisión de conseguirlo por medios "legales", que irónicamente serían, eliminar a las personas que lo poseían, para que después, según el testamento, el objeto le fuera legado a él.

-Pero eso significa que conocía el contenido del testamento. Si no fuera así, no podría estar tan seguro de que lo que quería sería dejado a Jimin, y en caso de que Jimin no pudiera tenerlo, se lo dejarían a él.

-Exactamente.

-Es una idea brillante, Jungkook –me dijo entusiasmado-. Y creí que el detective aquí era yo –ambos reímos un poco, pero acto seguido, pareció que se le acababa de ocurrir algo, mirándome con expectación-. Si lo que dices es cierto, podríamos atrapar a los maleantes.

- ¿De verdad? ¿Cómo?

-Pediré una orden especial. Un juez podrá enseñarnos el testamento de Park Hyun sik –yo me hallé impresionado y él sonrió complacido porque esta vez su ocurrencia me impactara a mí-. Si hay nombres en ese testamento, que no sean el de Jimin, y que además, le sean legadas cosas solo en caso de que éste faltase, tendremos al o a los sospechosos.

- ¡Fantástico, Jin! –exclamé sin poder ocultar mi felicidad-. Espero que puedas hacerlo.

-Claro que puedo hacerlo. Soy Kim Seokjin, después de todo.

Traté de no sonreír demasiado y ambos nos levantamos, acercándonos lo suficiente como para estrechar nuestras manos.

Quizás, había una pequeña luz de esperanza para resolver todo ese asunto. Y aunque no continuaba de acuerdo con separarme de Jimin, estaba desesperado por ayudarlo a entender que ocurría ahí.

-Gracias, Jin.

-No hay de qué –me dijo soltándome-. Tengo que irme entonces, entre más pronto me ponga a trabajar, más pronto conseguiremos dar con los criminales –yo asentí y lo acompañé a la puerta, abriéndosela cortésmente. Entonces Jin se aproximó a mí y me dijo en voz baja-No apresures las cosas.

El rápido cambio de tema me tomó desprevenido. Bajé las cejas.

- ¿De qué hablas? –inquirí seriamente confundido.

-De Jimin –al oír su nombre me paralicé. ¿Acaso también lo sabía Jin? ¿Realmente me había vuelto tan estúpidamente obvio? No dije nada. Solo lo miré, fingiendo no captar su punto-. Está más confundido que nunca. El saber que sus padres están muertos es como si acabaran de fallecer para él, así que tienta la tierra antes de caminar, no querrás encontrarte con arenas movedizas.

- ¿Ah...?

De acuerdo, eso de verdad no lo había captado.

Jin solo me sonrió un poco.

-Trátalo con cuidado, debe estar muy susceptible. Necesita tu apoyo más que nunca.

-Ajá –Jin salió del apartamento y fue directamente a presionar el botón del elevador. Me contrarié porque no agregara más así que vacilé y alcé la voz al verlo entrar al ascensor-. Salúdame a Tae.

Me miró antes de que se cerraran las puertas y solo atisbé su última sonrisa para luego perderlo de vista.


Y ahí estaba yo, tratando de servir café sin pensar en asesinatos, conspiraciones, testamentos, atentados a la vida de Jimin, Jimin, Jimin....

-¿Jimin?

Salí de mi ensueño para preguntarme por él al fin. No lo había oído hacer ningún ruido en un buen rato. Decidí que tocaría a la puerta del baño, cuando escuché, aún desde la cocina, cómo se abría una puerta, se cerraba y luego ambos sonidos se repetían, indicando que Jimin había salido del baño y entrado a la habitación.

Sonreí débilmente y dejé los cafés ahí para dirigirme al cuarto. Toqué una vez y abrí la puerta.

-Jimin, preparé café ¿quieres...?

Pero me detuve en seco. Jimin se volvió al instante y después de observarme un instante, se puso colorado y logró cubrirse con la toalla que recién había colocado sobre la cama.

- ¡JUNGKOOK!

- ¡Pe-perdón!

Cerré la puerta con gran fuerza, enterrando mi vista en mis zapatos como si Jimin aún estuviera desnudo enfrente de mí.

De hecho, casi parecía que así era. Mis retinas no podían borrar la imagen por más que cerraba los ojos y los volvía a abrir. Mis mejillas estaban coloradas de vergüenza y mi corazón latía rápido por el sobresalto.

A todo eso, yo no entendía por qué me hallaba tan alterado, puesto que ya antes lo había visto desnudo, y con mucho más detalle, teniendo en cuenta que estaba recostado sobre mi mesa de autopsias.

Y ahora que lo pensaba, a pesar de la pena por la embarazosa situación, yo sabía que agradecía mentalmente el haber apreciado la escena.

"Pervertido."

No. No era un pervertido, claro que no. La escena en sí había tenido todos los componentes para ser hermosa y perfecta. El cabello de Jimin aún estaba húmedo, y su espalda y pecho tenían unas pocas gotitas de agua que caían de su pelo ocasionalmente. Sus tatuajes parecían más fáciles de apreciar, inundando su nívea piel con tinta, dándole un aspecto por completo exótico.

Además, la manera en que, perplejo, había mirado hacia la puerta. En una fracción de segundo que a mí me pareció tan larga, entendió lo que ocurría, y mientras sus apacibles ojos interrogantes se convertían en enormes orbes inyectados en horror, sus mejillas adquirieron un color rojizo de adorable tonalidad, parecida a la de las cerezas. La acción de tomar la toalla y cubrirse fue rápida, pero no suficiente para que mis ojos –tan impertinentes como solo los ojos de los humanos pueden ser- se fijaran nuevamente en el detalle, no tan pequeño –por no decir, nada-, que diferenciaba a un hombre de una mujer.

Mordí mi labio inferior y mis mejillas ardieron con más intensidad.

"Pervertido."

Sí. Creo que sí era un pervertido después de todo.

Suspiré por lo bajo y me dirigí hacia la cocina, para retomar mi trabajo con el café. Me faltaba ponerles crema y azúcar, un detalle que no podía olvidar ni de broma cuando el café era para mi Jimin.

Sonreí con pesar.

"Ya hasta hablo como un egoísta humano.

¿Mí Jimin?

¿Cuándo pasaste de ser solo mis sueños, a un ser de entre mis pertenencias?

Creo que me perdí esa parte. No eres mío, Jiminnie...

Pero si hay un dios, él sabe cuánto lo anhelo".

Seducción Homicida °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora