26. Jinx

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-¿Me estás diciendo que te preocupa tener sexo todos los días?

Yo solté una carcajada al escuchar el tono incrédulo de Namjoon por el teléfono. Estábamos por comer, así que yo me hallaba sentado en la mesa esperando a que Jimin terminara con la cocina, hablando con mi amigo al que hacía una semana no veía. Acababa de comentarle a Nam, que esa misma semana había sido tan activa que ya hasta había comenzado a preguntarme si no sería contraproducente después de un tiempo.

-No digo que me 'preocupe' –dije lentamente y sin poder sofocar del todo mi sonrisa-. Solo no sé si supone que deba pasar eso.

-Pues... el noventa por ciento de las parejas estables que tienen sexo lo vuelven rutina –comentó pensativo-. Conforme el tiempo pase, bajará la frecuencia gradualmente, volviendo los momentos escasos, pero más significativos.

-Vaya, sabes bastante de eso –observé algo burlón.

-La voz de la experiencia, Jungkook.

Volví a reírme, viendo como Jimin salía de la cocina con los platos, haciendo que lo siguiera con la mirada mientras los colocaba en la mesa.

Me sorprendía el que Namjoon pudiera ser un amigo tan bueno conmigo, en verdad él era la prueba viviente de que los mejores amigos siempre tendrán distintas profesiones para ti cuando te metes en toda esta cosa sin sentido que es el amor. Primero son doctores corazón que sacan todo lo que sientes por alguien, luego pañuelos de lágrimas que te consuelan cuando sufres, y posiblemente, si alcanzas el nivel en el que yo me encontraba, se convertían en tus consejeros sexuales personales.

Los amigos verdaderos son toda una joyita.

-¿Has hablado con Jin? –preguntó Namjoon entonces.

-Justo hace rato le llamé –dije viendo como Jimin terminaba de servir y se acercaba a mí-. Mañana lo acompañaré a la penitenciaría de Seúl, parece que al fin encontró a una persona que nos sabrá hablar con más exactitud sobre Taeyang.

Jimin se posó detrás de mí y sus manos masajearon mis hombros de manera reconfortante. Yo cerré los ojos con el tacto, escuchándolo doblarse por la cintura para frotar delicadamente su rostro contra mi mejilla. La mano que no sostenía el teléfono se alzó para mantener su rostro así de cerca.

-¡Eso es fantástico, Jungkookie! –exclamó Nam, ignorante a lo que ocurría en mi lado de la línea. Jimin besó una de mis mejillas y sus manos resbalaron de mis hombros hacia mi pecho, donde se deshicieron de dos botones-. Yo he estado algo ocupado, pero si se enteran de cualquier cosa importante háganmelo saber.

-Sí, sí... por supuesto...

El par de manos se introdujeron dentro de mi camisa y acariciaron mi pecho con soltura, sonreí entreabriendo los ojos y giré mi rostro ligeramente hacia Jimin, quien me devolvió el gesto y se acercó para besarme.

-Uhmm... ¿Jungkook?

-¿Mmmm? –inquirí aún envuelto en ese contacto adictivo y delicioso.

Escuché la risa de mi hyung. Al parecer había identificado el motivo de mi silencio.

-Oh, cretino de mierda, te dejo con tus asuntos. Hasta luego.

-Bye bye.

Colgué el teléfono y lo dejé sobre la mesa, antes de sujetar los brazos de Jimin y despegarme del todo de su boca para luego girarme a ver la comida.

-Uh... ¿qué tenemos hoy para comer?

-Ravioles, ensalada cesar, carne de pavo en su jugo y puré de papa –murmuró la voz de Jimin contra mi oreja, aún haciendo que sus dedos jugaran suavemente por mi pecho. Besó ligeramente mi lóbulo-. Brownies de chocolate como postre.

-Uhm... exquisitito –admití-. Aunque yo esperaba algo más de postre...

Escuché su risa, mientras yo sacaba una de sus manos de mi camisa y la subía para besarla un par de veces, por el dorso y los dedos. La mano que aún sostenía parte de su rostro acarició su mejilla y me giré para mirarlo de manera sugerente.

-Es más, podría saltarme hasta el postre ahora mismo...

Sin embargo, decir eso fue un gran error. Jimin se quedó quieto unos segundos, y repentinamente se enderezó, recuperando sus manos y mirándome con un gesto tan serio que me desconcertó.

-Jeon Jungkook, si tú dejas que mi comida se enfríe, yo mismo me encargaré de que vivas a base de sopas instantáneas –me amenazó con amargura.

-¡Bien, bien, no dije nada!

Jimin le dio la vuelta a la mesa para ocupar su silla, aún mirándome de esa manera desconfiada, como si acabara de decir que odiaba cómo cocinaba y luego lo hubiera desmentido sin mucha convicción. Suspiré resignado antes de tomar los cubiertos.

Desgraciadamente, la comida era lo único con lo que el sexo tenía prohibido compararse o competir. No era la primera vez que había tratado de saltarme la hora de la comida para una sesión de sexo repentino, y Jimin siempre había reaccionado de manera similar.

Por ejemplo, para esos siete días transcurridos ya lo habíamos hecho también en lugares distintos a la sala o la habitación, pero la vez en que las cosas habían comenzado a tornarse 'interesantes' en la cocina, Jimin se alejó de mí y casi me sacó a patadas, furioso porque quisiera mancillar de tal manera su santuario.
Yo era un fetichista sin esperanzas.

Así que si, Jeon Jungkook quería asegurarse aunque fuera solo una apasionada noche, era mejor que se quedara calladito y elogiara al cocinero hasta el cansancio mientras comía cada alimento como si fuera un pedazo de cielo (aunque mucho no costaba).

Afortunadamente, supe comportarme, y recibí mi compensación no mucho tiempo después. Un par de disculpas en voz baja en el sofá, una resignada sonrisa de su parte y pronto los besos ya habían comenzado.

Tras unos minutos de pequeños juegos y risas, quedé arrodillado frente al sillón, colocándome entre las piernas de Jimin y besándolo mientras mis manos le desabrochaban el pantalón. Jimin se inclinaba un poco hacia mí, de manera en que pudiera alcanzar mis labios, pero no era muy necesario ya que el sillón en realidad se encontraba a corta altura del suelo.

-kook... -suspiró Jimin contra mi boca, cuando tiré de su pantalón dejándoselo hasta las pantorrillas-. ¿Iré mañana contigo y Jin?

Tardé en contestar, alzando su playera solo lo suficiente como para besar un poco su pecho de manera tentadora. Tras una pequeña mordida en esa área, los brazos de Jimin me estrangularon unos segundos por la altura del cuello, quejándose en un apenas perceptible gemido.

-Preferiría que no –le dije con voz ronca, subí su playera más, como si fuera a sacársela, pero sólo pasé la parte delantera sobre su cabeza, dejándola tras su cuello y mostrando su frente desprotegido del todo-. No quisiera llevarte a ese lugar.

-¿Por qué? –se quejó débilmente, justo antes de que volviera a besar su boca.

Acaricié su erección sobre el boxer, haciéndolo gemir ligeramente contra mis labios. Al escucharlo me vi obligado a deshacerme de esa prenda también, liberando su miembro fácilmente. Lo tomé con una mano, girándola y subiéndola alrededor de él de distintas maneras, Jimin gimió con más fuerza y repentinamente apresó mi cabello en un tirón de placer, combinado con su disgusto por mi silencio.

-No quiero llevarte a una penitenciaría. Fin de la historia.

Jimin quiso decir algo más, pero yo me agaché y al instante introduje su pene en mi boca, haciendo que lo único que saliera de sus labios fuera un sonoro gemido. Continué tocando la base mientras seguía subiendo y bajando mi cabeza, con la total intención de rozar su piel con mi lengua.

Permanecimos así sólo un par de minutos, en los que sentí a Jimin humedecerse alrededor de mi mano. Pero cuando ya se hallaba cerca, me sujetó con más fuerza por la nuca, dándomelo a entender. Me erguí nuevamente, dejando varios besos por su cuello, y sintiendo sus propios labios impactarse unas cuantas ocasiones contra mi sien y mi frente de forma cuidadosa.

-¿Puedo hacerte cambiar de idea...? –preguntó entre suaves jadeos.

-No –mordí su mentón.
Una de sus manos bajó suavemente buscando tocarme, pero yo la detuve y logré sujetar ambas muñecas sobre su cabeza, contra el respaldo del sillón con una sola mano. Besé y lamí ligeramente la piel que había mordido y Jimin curvó su espalda hacia a mí de manera inconsciente, soltando un pequeño gemido de inconformidad. Repitió la acción cuando mi mano libre acarició desde su pecho hasta su muslo.

Se sacó el pantalón y los boxers con las mismas piernas, y las subió para colocar sus talones contra mi espalda baja, tratando de acercarme más a él. Mi mano dejó su muslo para comenzar a desabrochar mis pantalones, mientras compartíamos un beso con las bocas abiertas y nuestras lenguas siendo partícipes de un lento juego. Logré bajar la ropa necesaria hasta mis tobillos, y aún de rodillas y sujetando sus muñecas, coloqué mi mano en su cintura y lo jalé hacia la orilla del sillón.

-Ese lugar es horrible y peligroso –dije cerca de su boca, Jimin cerraba los ojos, jadeando en voz baja y con sus mejillas sonrojadas. Besé sus labios con delicadeza-. No quiero exponerte a algo así. Yo sé lo que te digo, ¿me entiendes? –Jimin entreabrió los ojos y al mirarme asintió con ahínco. Le sonreí y lo besé una vez más-. Te amo.

En el momento en que entré en él, alzó su rostro y gimió con más fuerza, clavándome los talones en la espalda baja y cerrando sus manos como puños, a causa de que lo había tomado por sorpresa.

Quizás para ese momento se pregunten, ¿y dónde quedaron todos los preparativos de las primeras veces? Bueno, el lubricante ya no era del todo necesario, así que no lo utilizábamos mucho; mientras que los condones... bien, en realidad se terminaron (no es que hubiera comprado muchos), y como no nos dimos cuenta hasta ya empezado el sexo, le restamos importancia. No me siento muy orgulloso de mi desinterés, pero me gustaba hacer mío a Jimin sin nada de por medio.

¿Más erótico? No sé, pero él tampoco se quejó.

-Más... adentro, Jungkook...

Con cada embestida, Jimin gemía con sus labios cerca de los míos, y al poco tiempo lo imité, necesitando sujetar con ambas manos su cintura para atraerlo más hacia mí, soltando sus muñecas, cuyas manos al instante aferraron mi cabello.

Entonces, el teléfono comenzó a sonar. Yo lo ignoré por completo y no sé si Jimin al menos lo escuchó entre nuestros sonoros gemidos, que parecieron amplificados cuando alcancé a golpear su próstata con cada movimiento hacia dentro. Al sentirlo la primera vez, se le escapó el aliento y sus brazos rodearon mi cuello con fuerza, mientras él mismo empujaba su cuerpo hacia mí. El teléfono seguía sonando, y nosotros continuábamos sin prestarle atención.

-Estoy tan... cerca... -gemí contra sus labios, mordiéndolos ligeramente.

El teléfono cedió casi al mismo tiempo en que ambos nos corriéramos, soltando un similar grito ahogado en placer, mientras sus talones se me clavaban tanto que me dolió, y sin darme cuenta yo rasguñaba ligeramente su cintura. Con la piel humedecida en sudor, y acabándonos en jadeos, nos quedamos frente contra frente, sujetándonos el uno al otro de forma inconsciente.

Pasaron varios segundos antes de que alguno fuera capaz de hablar.

-Bien, no iré entonces –dijo entre largos respiros, besando mis labios mientras su mano quitaba algunos cabellos sudorosos de mi frente-. Pero ten cuidado... no quiero... que nada te pase...

-Tendré cuidado... -ahora mi celular comenzó a sonar. Yo solté un profundo gruñido y Jimin rio ligeramente-. Con un demonio.

Salí de él despacio, provocando que soltara un débil gemido y que me acercara con sus brazos para besarme con brusquedad. Me costó trabajo, pero finalmente logré desprenderme de aquella boca.

Tomé el teléfono y contesté, pero al instante, Jimin se acercó y posó un último beso contra mis labios, casto y dulce, haciendo un puchero adorable que me hizo querer comérmelo en ese mismo instante. Pero por desgracia, recuperó sus ropas del suelo, y luego se puso de pie con estas bajo el brazo para dirigirse hacia el baño.

Yo sonreí en su dirección, olvidándome de molestarme con Jin, que era el que me llamaba. Acomodé mi ropa en su lugar de mala gana, escuchando apenas cómo me contaba que ya le habían establecido la hora para nuestra visita a la penitenciaría al día siguiente.

-Eso es genial, Jin... -escuché el ruido de agua cayendo desde el baño, señal de que Jimin llenaba la tina-. Oye... ¿hablamos luego?

-Bien, pero paso a recogerte mañana a las dos de la tarde.

-Ajá...

Y colgué al instante.


Quizás debí haber prestado un poquito más de atención a Jin el día anterior, pero por desgracia la bañera y Jimin me habían llamado mudamente, y a decir verdad, a pesar de que en ese momento me encontraba aterrado, viendo alrededor todas esas celdas llenas de tipos espeluznantes o solo de apariencia de homicidas, yo sabía que ese rato en la bañera de alguna manera lo había valido.

En esos momentos en que todos esos ojos llenos de malicia se fijaban alternativamente en mí y en Jin, deseaba más que nada estar de nuevo en mi apartamento posiblemente tomando una siesta post-sexo con Jimin, cómodamente dormidos en mi cama. No pude contener ese suspiro decepcionado.

-Los guardias han sido muy amables al sacar a los compañeros de Jaehyun para dejarnos hablar con él –me decía Jin, ajeno a mí pesar mientras un oficial nos guiaba por el largo pasillo con dos pisos con celdas a cada lado-. No tienes por qué preocuparte, le han reducido su condena por buen comportamiento.

-¿Por qué lo encerraron?
-Uhm... creo que estranguló a quince personas -dijo aún pensativo.

-Si la idea era hacerme sentir mejor, Jin –musité aún más preocupado-, te aseguro que acabas de arruinarlo.

Finalmente, llegamos a la celda de Jeong. Los barrotes nos dejaron ver tres sillas colocadas especialmente para esta ocasión, frente a dos de ellas, estaba la tercera siendo ocupada por el delincuente. Era de piel pálida y nariz grande, así como su cabello era negro y algo más largo que el mío. Al vernos del otro lado de las barras, estiró una larga sonrisa que me revolvió el estómago por el nerviosismo.

El guardia nos abrió la celda y nos hizo ademán de que pasáramos. Yo me quedé paralizado unos momentos, pero al ver que Jin entraba con soltura contuve otro suspiro y pasé adentro también. La reja se cerró detrás de mí.

Seducción Homicida °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora