27. Sabor a veneno

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Esperaba. Eso era todo lo que hacía. Estaba esperando, de pie frente al auto de Jin a que mi amigo saliera del edificio para poder irnos. Yo solo me quedaba ahí, frente a la puerta cerrada del copiloto, mirando mi reflejo en el vidrio de la ventana sin mover aunque fuera un músculo.

Ese reflejo me miraba con gesto neutro. No había una sonrisa, no había algún brillo de emoción. Permanecía opaco y sumido en un estado de silencio sombrío.

Ya estábamos en primavera, así que ni me inmuté cuando unas pequeñas gotitas comenzaron a caer sobre la ventana en la que me miraba, aún sin el volumen adecuado para que yo las sintiera realmente como agua en mi piel. El cielo estaba gris y el viento soplaba frío. Antes, hubiera encontrado aquel clima reconfortante, pero en los últimos meses me habría hecho añorar un lugar cálido y cómodo a lado de la persona que más amaba. A la única a la que amaba.

"Y esa persona, al parecer no existe..."

Una vez que Jeong Jaehyun nos revelara la identidad de Jinx, el reconocido asesino y fiel apoyo de Taeyang, comencé a escuchar a mis oídos zumbar como si fuera un mecanismo de autodefensa que no había logrado activarse a tiempo, ya que yo ya había escuchado aquella verdad cortante y helada.

Me puse de pie casi por inercia, y pedí al guardia que me abriera la celda, al instante en que lo hizo yo salí corriendo, deseando alejarme de Jin y de Jeong Jaehyun, deseando correr tan rápido y tan lejos que ya no pudiera volver jamás a aquella pesadilla que me estaba haciendo arder las entrañas.
Sin embargo, mi épica carrera había terminado al salir de la penitenciaría, que como se hallaba rodeada por ese altísimo rejado con púas, lleno de más exagerada seguridad, yo no podría dejar el lugar si no lo hacía en el auto de Jin, que estaba en el pequeño estacionamiento que había frente al edificio. Y para colmo, Jin seguía allí adentro con las llaves.

Quise derrumbarme, quise dejarme caer en la grava y lastimarme las rodillas, que sangraran, que dolieran, que pudiera sentir un sufrimiento tan fuerte que lograra sofocar aquél que me estaba cortando la respiración y que me estaba consumiendo.

Mi pulso era lento, pero cada latido parecía enviar alguna especie de veneno por mis venas en lugar de sangre. Sentía mi sistema circulatorio enfermando, quemándome como si el líquido vital estuviera conformado por un corrosivo ácido. La bomba principal temblaba cada vez que palpitaba; lo hacía con fuerza, con rabia, con deseos de contaminar mi cuerpo y destruirlo.

Toda acción me dolía, inclusive respirar. Trataba de inspirar hondo para apaciguar mi creciente desesperación, pero cada vez que lo hacía era como si algo filoso se clavara en mis pulmones, obligándome a respirar una vez tras otra en jadeos cortos que sólo aceleraban el bombeo del corazón, apresurando el doloroso procedimiento de envenenamiento.

Mis piernas flaquearon y tuve que recargar mis manos contra la puerta del auto, sintiendo las pequeñas gotas mojar mis manos al contacto con el metal salpicado de lluvia. Exhalé temblorosamente, notando como el vaho se impactaba en el vidrio mientras yo cerraba los ojos con fuerza.

"Que se detenga. Por favor, que se detenga. Siento como si estuviera muriendo de cien distintas formas al mismo tiempo... y lo peor es que aun así continúo vivo... simplemente no me muero... simplemente no se termina..."

-¡Termina, maldita sea! –grité antes de golpear el vidrio con el puño cerrado.

El aliento se me escapó en otra exhalación que vibró desesperanzada. Escuché pasos, y me di cuenta de que Jin se acercaba. Yo no hice nada al respecto, si le hablaba, si lo veía... seguramente reafirmaría las palabras de Jeong en un semblante serio y una voz ligeramente afectada. No podía, ya no podía más...

No escuché que el detective me dijera nada, sólo abrió la puerta de su lado del coche, y cuando entró noté que le quitaba el seguro de mi lado también; luego cerró su portezuela y no hizo nada más.

Yo sabía que me estaba aguardando, que se iba a quedar ahí hasta que yo decidiera entrar o finalmente cayera al suelo. Le agradecí mentalmente por tenerme aquella consideración, pero me sentía tan turbado que no pude siquiera moverme de ahí por casi dos minutos.

Aun así, sabía que tenía que movilizarme, y resignado entré al auto, cerrando la puerta sin mirar a otro lado que no fuera al frente. Jin no habló, sólo encendió el auto y lo sacó del estacionamiento para poder salir de la penitenciaría.

Pasamos un largo rato sin mirarnos al menos. Yo no sé por qué él aún no hacía nada, pero yo continuaba en mi estado de muerte en vida.

Pensaba en cientos de cosas, en sentimientos extraños que se habían mezclado en mi interior, en las lágrimas que huyeron de mis ojos al no sentirme correspondido, en el calor de sus brazos cuando se sujetaba a mí, las risas insignificantes que se habían compartido, el contacto dulce de sus labios, mi impertinente declaración de amor, la felicidad por una oportunidad que se me había brindado, y el sentimiento de inacabable dicha y perfección al escuchar que mis sentimientos eran correspondidos volviendo los siguientes días un sueño hecho realidad, inundado de incontables momentos íntimos que reafirmaban el gran tamaño de mi amor.

¿Qué había sido eso, después de todo?

Solo experiencias humanas, sentimientos humanos... cosas que yo jamás había querido tener o vivir, pero que habían ocurrido, me habían tomado con la guardia baja y me habían encantado. Estúpido. Estúpido Jeon Jungkook que se dejó caer en la trampa. Estúpido ente que creyó que después de una vida vacía y sin alguna verdadera emoción, al fin había encontrado la felicidad que llega en cualquier cuento de hadas.

"¿Cuándo me engañé a mí mismo al pensar que todos merecemos nuestro final feliz? ¿Cómo conseguí caer tan fácilmente? ¿Por qué fue que abandoné mi seguro mundo lejos de estos seres que solo buscan hacerme daño...?

¿Por qué, Jungkook, por qué lo hiciste? No te puedes quejar si ahora sientes que te quiebras... no te atrevas a lloriquear porque quieres recuperar tu pasado... Tú mismo firmaste este contrato. Tú te entregaste a aquella maldición. Caíste y esta vez no podrás levantarte... Duele, sí. Nadie dijo que no fuera de esta manera."
-Jungkook...

La voz de Jin me sacó de mi infierno personal, para traerme al más realista y abrasador en el que hubiera estado antes. No le contesté, ya que mi voz parecía haberse ido a algún lugar lejano, permanecía mirando la calle que recorríamos sin ningún atisbo de vida en mi cara. Sabía lo que me diría, y sabía que iba a doler.

Al no escuchar mi respuesta, adivinó que aquello iba a ser desagradable para ambos, pero no le quedó opción. Continuó conduciendo, con su vista fija en el camino.

-Jungkook, lo siento mucho...

"¿Lo sientes? Sí, yo también... lo siento aquí, enterrado en mi pecho como un metal incandescente."

No abrí la boca. Para mí las palabras no aliviaban nada. Sólo parecían eso, palabras, y nada de lo que Jin pudiera decir ayudaría a que los hechos cambiaran: La persona que más me importaba, era un asesino que había tratado de matarme.

Y yo no soy como Ofelia, aquel personaje ficticio de Bob Dylan. Yo no encuentro la muerte romántica en absoluto... es sólo algo que pasa, algo que todos sufrimos; pero cuando tú le quitas la vida a alguien, o al menos lo intentas... eres un monstruo.

"No quiero escuchar que todo este tiempo he amado a un monstruo..."

- Jeong me dijo que... para Taeyang, Jimin era como un hijo... -al escuchar aquél nombre apreté la mandíbula e inconscientemente rodeé mi torso con un brazo, como queriendo apaciguar el dolor, a pesar de que lo seguía sintiendo en igual intensidad-. Creo que después de matar a los Park, se lo llevó con él y lo crió por su cuenta.

Esa idea no solo me resultó ridícula, si no también repugnante. ¿De verdad creía que Taeyang habría cuidado de Jimin después de dejarlo huérfano? ¿Por qué demonios haría algo así?

-Creo que teniendo la custodia de Jimin, podía quedarse con la fábrica de vidrio sin tener que matarlo –dijo mi amigo, adivinando la pregunta formulada en mi cabeza-. Pienso que simplemente no lo mató porque supuso que en algún momento le sería útil... No me sorprendería que él mismo lo hubiera... entrenado como asesino.

-Jin, ¿tenemos que hablar de eso justo ahora? –pregunté bruscamente, con mi voz seca a causa del silencio en el que me había mantenido.

-¿Cuándo más si no es ahora? –quiso saber. Yo no contesté y él suspiró-. Jungkook, yo sé que esto es difícil...

-Entonces si lo sabes, cállate –ladré frustrado.

Mi contestación arisca tomó por sorpresa a Jin. No era mi intención hablarle de esa manera, pero simplemente no podía con aquello, y hablar al respecto no iba a hacer otra cosa que volverlo más realista. Y por desgracia, yo aún no abandonaba del todo aquella esperanza patética de que todo fuera mentira.

-No quiero que lidies con esto en silencio. -dijo en voz baja.

-Y yo no quiero lidiar con ello en voz alta –recargué mi nuca contra el respaldo y cerré los ojos-. No quiero escuchar nada.

-¿Y qué vas a hacer cuando te deje en tu apartamento? –quiso saber, sin poder evitar alzar un poco el tono de voz a causa de mi molesta terquedad.

Entreabrí los ojos para visualizar el asfalto que teníamos por delante, ya empapado en la lluvia que caía repetidamente, pasando a lado de algunas casas y pequeños negocios sin mucha importancia. No faltaba mucho para que llegáramos a mi apartamento. Sentí mis costillas como si pesaran una tonelada, y tuve que contener el impulso de maldecir.

-Nada. No haré nada.

-¿Qué? –la voz de Jin sonó alterada. Yo sólo suspiré en voz baja y volví a cerrar los ojos-. ¿Cómo que no harás nada?

-Pues eso, no haré nada –gruñí-. Para mí será como si jamás hubiera hablado con Jeong Jaehyun. Todo seguirá igual.

-¡No puedes...!

-¿¡Y qué quieres que haga, Jin!? –Grité perdiendo el control y mirando furioso al conductor del vehículo, que me echó una rápida mirada antes de continuar al pendiente del camino-. ¿Que llegue con Jimin y le diga que se largue de mi vida porque no puedo vivir con alguien que trató de eliminarme?

De un momento a otro, acababa de aferrarme a la idea de mandar todo al diablo. No me importarían las demás personas, y tal vez la verdad me resultara horrible, pero cargaría con ese peso y mantendría mi sonrisa frente a Jimin, fingiría que nada pasaba, que estábamos bien... que yo era feliz y que desconocía la realidad de aquella persona que mantenía a mi universo girando.

Solamente nos encerramos en aquellas fantasías cuando la devastación es inminente. Quería, aunque fuera por unos segundos, sostenerme de aquella esperanza de que todo pudiera salir bien. Si la destrucción estaba cerca, yo cerraría los ojos y recibiría el golpe fatal con los brazos abiertos.

-Jungkook, no entiendes –negó Jin tratando de tranquilizarse, a pesar de que lucía preocupado-. Él no es quien tú crees. Es peligroso. Serías su boleto de perdón para con Taeyang. Si recupera sus recuerdos... podría hacerte daño. Podría matarte.

"Entonces que lo haga. No puede cambiar lo que es, y yo no puedo cambiar lo que siento por él. Si ponemos a escoger entre su bienestar y el mío... creo que sabemos muy bien que decisión tomaría yo."

Aquellas palabras sonaban demasiado extrañas. ¿Cómo podía ser? No podía imaginar al adorable joven de ojos mieles que esa mañana me había pedido que tuviera cuidado, que me había dicho que me amaba antes de que me fuera, aquél que tantas veces buscó mis brazos como un sustento... no podía imaginarlo con un rostro frío e inexpresivo, tirando de un gatillo sin ningún rastro de misericordia.

Para mí eso era absurdo. Para mí, ese Park Jimin no podía ser real.

"No me importa vivir en un mundo que no existe; sólo quiero que te quedes en él conmigo..."

-No voy a dejarlo –aseguré sin duda en mi voz, mirando al frente con aquella expresión terca que hizo a Jin exasperarse y enfadarse al mismo tiempo-. Jin, yo no puedo...

-¡Te estás cegando porque estás enamorado de él! –cerré los ojos repentinamente, como si me hubiera lanzado algo, y aunque no lo hizo me dolió. Dolió mucho-. ¡Jungkook, es un asesino a sueldo, el Jimin que nosotros conocemos no es el verdadero! ¡Carece de recuerdos, y las experiencias son las que forman nuestra manera de ser! ¡Entiéndelo!

-¿Y entonces qué? –Quise saber, sin poder evitar enviarle una mirada resentida, en el momento exacto en que llegábamos a la calle sobre la que estaba mi edificio-. ¿Lo saco de mi apartamento? ¿Quieres que lo entregue a la policía?

El auto se detuvo con brusquedad frente a la edificación en la que yo vivía. Permanecí tieso en la silla sin hacer nada, hasta que noté que Jin no me había dicho absolutamente nada. Giré mi rostro hacia él. Estaba mirando el volante con el ceño fruncido y una expresión tan seria que no parecía él.

Continué esperando su respuesta, pero como permanecía callado, comencé a interpretar aquello por mi propia cuenta. Abrí los ojos de par en par, incrédulo.

-¿Estás insinuando...? ¿De verdad estás pensando que debo entregarlo?

Jin no me miró, pero sus manos parecieron tensarse.

-Jungkook, él es un asesino. Es un criminal.

-¿Y eso qué? Sigue siendo tu amigo –repliqué comenzando a sentir una profunda indignación combinada con el miedo-. Sigue siendo...

-Él ha matado personas por dinero –me dirigió una mirada sombría, y aquellas palabras se me enterraron en la garganta como navajas, evitando que pudiera hablar-. Yo soy un detective, y cumplo con mi labor. Si Jimin recupera sus recuerdos será un peligro para las personas, así vuelva a trabajar para Taeyang o no –se dio cuenta de mi expresión asustada y llena de ansiedad, por lo que volvió a desviar su mirada-. Yo solo cumplo con mi deber, Jungkook... Perdóname.

"¿Perdonarte? ¿Cómo hacer eso si destruyes mis sueños de maneras tan crueles? No importa que sean sueños vanos, que solo estén hechos de papel... son míos, y tengo derecho a desear vivir una mentira, ¿o no?

Jin... Yo no te he hecho nada para que me hagas esto... Entonces, ¿por qué le prendes fuego a estos sueños de papel?"

Nuevamente necesitaba escapar de aquel sitio. Sentía como si el aire en ese automóvil se estuviera agotando con rapidez. No podía mantenerme ahí ni un segundo más, porque acabaría tratando de hacerle daño a aquél humano al que alguna vez, yo ingenuamente llamara amigo.

Seducción Homicida °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora