Capítulo 5

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Escuela: Cualquier institución en la que se imparte enseñanza en una disciplina concreta.

JASMINE

– Thea, de este lado – sonreí cuando ella se volvió hacia mi voz. Hice una seña a Sherry para que se moviera. Estábamos jugando a la gallina ciega. 

– Aplaudan – dijo Thea, cuando nos quedamos callados. Mick aplaudió desde donde estaba, y ella dio otro paso hacia su lado.

– Señorita Gibson – mi mirada se desvió hacia Iris, que estaba de pie junto a la puerta. Fruncí el ceño antes de caminar hacia ella.

– ¿Sí?

– ¿Qué estáis haciendo? – llevaba una mirada seria. 

Me gustaba cuando nos visitaba los fines de semana. Ahora que nos visitaba a diario por culpa del señor Jefferson, comentaba todo lo que hacíamos.

– Estamos jugando a un juego, Iris. Thea ha sido buena y ha terminado sus deberes – antes de que pudiera decir nada, Thea dijo:

– Te he pillado – miré hacia abajo para ver a Thea sujetando mi pierna.

Iris se alejó mientras Thea retiraba el paño de sus ojos y se lo entregaba a Sherry. Mick, Sherry, Thea y yo continuamos con el juego.

Fue divertido y Thea lo disfrutó. Sherry y Mick se habían convertido en buenos amigos míos en esos cuatro días. Ya no eran tan rígidos conmigo; habíamos entrado en confianza.

– ¿Estás lista? – preguntó Sherry mientras me ataba el paño alrededor de los ojos.

– Sí.

Thea contó.

– Estoy aquí – dijo Thea al comenzar el juego. Era difícil saber por dónde andaba. Oí un aplauso y la risita de Thea. 

Me giré hacia mi derecha, hacia el aplauso. Entonces el aplauso cambió a la izquierda y luego a la derecha...

Thea se reía todo el tiempo, ya que no podía encontrar a nadie. De repente, no escuché ningún ruido de ellos. 

– Thea, ¿no vas a aplaudir? No puedo dar un paso si no aplaudes.

Me quedé donde estaba y esperé a que hicieran algún ruido. Estaban siendo condenadamente silenciosos.

– Mick, Sherry, hagan un sonido o aplaudan – estaba a punto de quitarme el paño cuando oí la palmada. Di un paso adelante y otro más hasta que me topé con alguien.

Rodeé a Mick con mis brazos mientras lo atrapaba. Nunca me había dado cuenta que Mick era tan alto, quizá porque nunca había estado muy cerca de él.

– Te he pillado, Mick – dije. Me tensé cuando me acercó a él, estrechándome contra él. Fruncí el ceño cuando no sentí la suavidad de la camisa que llevaba. 

Retiré el paño para mirar a Mick, y mis ojos se abrieron de par en par cuando se encontraron con unos ojos duros y familiares. Mis mejillas se pusieron rojas cuando sentí sus manos en mi trasero.

– Eh... Aa... – no salieron palabras mientras intentaba alejarme, pero él me sujetaba con fuerza. Mi cabeza giró de lado a lado para ver si había alguien.

No había nadie. Mick, Sherry y Thea no se veían por ningún lado. 

Intenté liberarme, pero fue inútil; se limitó a mirarme mientras su mano empezaba a trazar una línea desde mi trasero hacia arriba. Mis pechos estaban literalmente apretados contra su torso.

Cuando cae la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora