Capítulo19

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Sollozar: Llorar ruidosamente, dando fuertes y convulsivos jadeos.

JASMINE

Joder – maldijo Theodore, agarrándose a mi pelo mientras yo movía la cabeza, lamiendo su longitud en un solo movimiento. Chupé su eje, amando cómo palpitaba dentro de mi boca.

Sonreí y me aseguré de no arañar su eje con los dientes, aunque le di un mordisco juguetón, que hizo que Theodore me agarrara del pelo con fuerza.

Gimió, amando lo que le estaba haciendo. Sus muslos se agitaron antes de que descargara su semen en mi boca. Me incliné con la cabeza apoyada en su muslo mientras lamía sus salados jugos.

Miré su erección y luego a él. Su cabeza estaba inclinada hacia atrás mientras respiraba con dificultad. Había dominado las mamadas, lo que volvía loco a Theodore.

Me levanté, me acerqué al lavabo y me enjuagué la boca. Escupí el agua y utilicé una servilleta para limpiar los jugos de mi boca.

Me giré para ver a Theodore mirándome con los ojos entrecerrados. Estábamos en la cocina. Cogí el condón de la encimera donde lo había puesto hacía un rato.

Rompí el papel de aluminio y me acerqué a él. Estaba sentado en la silla del comedor con la ropa tirada en el suelo. Todavía no me había quitado los pantalones cortos y la camiseta.

Coloqué el condón en su duro tronco y me tomé mi tiempo para hacerle una paja. Le abrí bien los muslos antes de sentarme sobre él.

Todavía no estaba preparada para follármelo, aunque mis jugos goteaban.

Acaricié su mejilla antes de darle besos lentos y húmedos. Mi mano se dirigió a su torso tatuado, y su erección se apretó contra mí.

Tiré mi mano hacia atrás, sujetando su cuello mientras lamía y besaba las venas que salían de él. Le prestaba toda mi atención y adoraba su cuerpo.

Gemí cuando sus manos encontraron mis tetas. Le lamí desde la clavícula hasta los labios antes de besarle.

Me devolvió el beso, y yo me aparté y desplacé mis labios hacia su otro lado, repitiendo el mismo proceso.

Sabía que esto le encantaba; la forma en que lo besaba lo volvía loco, y lo disfrutaba tanto como yo.

– Lo sabes, ¿verdad? Me encanta todo tu ser... – susurré, besando su frente. Tomé su mano callosa y deposité un beso en ella antes de colocarla en mi mejilla.

Me quité la camiseta, permitiéndole trazar con su dedo sobre mi piel. Gemí cuando me pellizcó las tetas endurecidas. Le rodeé el cuello con la mano, con una sonrisa en la cara, mientras me permitía tener el control.

– Me encanta esta posición – le dije, amando la forma de estrangulamiento suave que practicábamos. No lo ahogué, y él no me ahogó. Simplemente me gustaba rodear su cuello con mi mano.

Theodore me sacó de mi mundo de pensamientos. Me sonrojé cuando me di cuenta de que me había quitado los calzoncillos y ahora me estaba mirando.

– Llámame tu dama – dije con la piel enrojecida. Me encantaba que dijera << mi dama >> cuando teníamos sexo. Aumentaba mi seguridad y mi confianza en él.

Empecé a rechinar sobre él.

Mi dama – dijo, chupando mi hombro suavemente.

Levanté un poco las caderas para guiar su eje dentro de mí. Apreté mis paredes a su alrededor mientras entraba y me aferré a sus hombros, adaptándome a su tamaño.

Cuando cae la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora