Capítulo 12

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Cohibirse: Sentirse excesivamente consciente de uno mismo, de su apariencia  o de sus acciones.

JASMINE

Gemí. Sujetando una banda elástica en la mano, miré mi reflejo. Me puse apresuradamente los pantalones y el top, apartando el pelo de mi frente.

– Thea, ¿estás lista? – grité, atando mi pelo en una cola de caballo.

– Mierda... mierda... mierda... – maldije, buscando el bolso en el que había metido mis papeles. Me había despertado tarde. Cocinar la comida, luego empaquetarla y peinar a Thea y prepararla me había llevado mucho tiempo.

Me puse rápidamente los calcetines y las Vans, tomé mi abrigo en la mano y corrí hacia el dormitorio. Suspiré cuando vi la bolsa negra que estaba sobre la mesita de noche.

– Estoy lista, Flor.

– Bien, cariño. No tenemos mucho tiempo que perder – me apresuré a ir a la cocina, seguida por Thea. Tomé nuestras bolsas del almuerzo y corrí hacia la entrada.

No sabía si Theo había vuelto o no o si Iris estaba en casa. No había visto a ninguno de los dos, y estaba demasiado ocupada para preocuparme ahora. Lo único que tenía en mente era llegar a la escuela sin llegar tarde.

Abrí el coche y ayudé a Thea a sentarse en el asiento del copiloto y a abrocharse el cinturón de seguridad. Cerré su puerta y luego me dirigí al lado del conductor y abrí la mía.

Me despedí con la mano de Mick y Sherry, que estaban de pie cerca de los escalones de la entrada.

– Vamos con retraso – dije antes de empezar a conducir.

– Hoy nos hemos levantado tarde. No quiero que Iris se entere de esto – dijo Thea después de un rato. Reduje la velocidad cuando el semáforo se puso en rojo.

– Sí – respondí, deteniendo el coche. No había llamado a Theo antes de salir. Esperaba que no se enfadara por ello.

– Te has traído los deberes de ciencias sociales, ¿verdad? – pregunté, golpeando con los dedos el volante.

– Sí, los puse en la mochila anoche.

– Bien, nena.

– Hoy no te has pintado los labios.

Miré mi reflejo en el espejo retrovisor.

– ¿Tengo mal aspecto? – pregunté, cubriéndome.

– No, tú siempre eres guapa – dijo con dulzura, haciéndome sentir bien. Me reí, asintiendo con la cabeza. Thea era mi pequeña animadora que me hacía creer que era guapa, incluso cuando me veía como una mierda.

– Gracias, cariño. Es que eres la criatura más bonita... – dije, y sus mejillas se pusieron rojas.

– Llegaremos a tiempo, Flor – me aseguró Thea, mirando la hora en mi teléfono.

– Sí – dije, suspirando. No había tráfico, así que eso me ayudaba siempre. Pero sabía que tenía que tener mucho cuidado en esas carreteras, ya que podían ser resbaladizas, y el exceso de velocidad traía problemas.

– Flor, ¿podrías preguntarle a Iris o a papá sobre la cita de juego en casa de Izzy? Tengo muchas ganas de ir allí. Skylar va a llevar todos sus juguetes favoritos para jugar. Yo también quiero llevar mis juguetes.

   Todos mis amigos y la señorita Melody van a estar allí – dijo Thea con simpatía.

Me había hablado de esa cita de juego, que era el martes. Tenía que pedirle más detalles a Melody. No sabía por qué esta cita de juego era en un día laborable y por qué la hacían en la casa de un niño.

Cuando cae la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora