Capítulo 16

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Masaje: El frotamiento y amasado de músculos y articulaciones del cuerpo con las manos, especialmente para aliviar la tensión o el dolor.

JASMINE

Sonreí junto con Thea mientras observábamos a Mick y Sherry. Estaban discutiendo sobre la conducción, y era divertido verlos discutir.

– ¿Vais a parar o no? Thea va a llegar tarde. Sherry conducirá el coche y Mick se sentará en el asiento del copiloto – dije.

– No, no estoy de acuerdo con eso. Yo conduciré y Sherry ocupara el asiento del copiloto – dijo Mick, en desacuerdo con lo que yo había dicho.

– ¡No! – dijo Sherry.

El tiempo era caluroso y el sol arreciaba con el calor.

– ¿Cuándo llegaré si no dejan de pelear? – preguntó Thea.

– No te preocupes. Dejarán de hacerlo – le dije a Thea. Antes de que pudiera pronunciar otra palabra, Mick y Sherry dejaron de discutir y se pudieron de pie.

Thea y yo nos giramos para ver el coche de Theodore. Sonreí con alegría cuando se apeó. Le había echado mucho de menos; había estado muy ocupado los últimos tres días.

No había estado allí la noche anterior y acababa de llegar de su trabajo. Se quitó la corbata y caminó hacia nosotros.

Dejé de sonreír cuando vi que Iris seguía a Theodore. Los ojos de Theodore se encontraron con los míos antes de que se desviaran hacia Mick y Sherry.

– Buenos días, señor Jefferson – saludó Mick.

– Buenos días, señor Jefferson – saludó Sherry.

Me quedé allí, cogiendo la mano de Thea. Iris no dejaba de mirarme, mientras yo mantenía mi mirada en Mick y Sherry.

– Hola, papá – saludó Thea.

– Buenos días – dijo Theodore, mirando a Mick y Sherry.

– Hola, Thea – dijo Theodore, mirando a Thea.

– Señora Gibson, ¿a dónde lleva a Thea tan temprano? – preguntó Iris, desviando su atención de Theodore hacía mí.

– No voy a llevar a Thea a ningún sitio. Va a ir a jugar a casa de su amiga – le dije.

– ¿<< Cita de juegos >>? Thea no puede salir. ¿Cómo puedes tomar una decisión sin preguntar? – dijo levantando la voz. Me sentí muy irritada por su tono.

– Thea tiene permiso para ir a donde quiera. Y tomé esta decisión después de preguntar al señor Jefferson – dije con el rostro inexpresivo.

– No está permitido hablar con el señor Jefferson antes de informarme. ¿No lo recuerdas? – dijo ella, dando un paso adelante con una ceja levantada.

Me tensé, entendiendo el mensaje que había debajo. Ella me estaba enfrentando directamente delante de todos.

Thea me sujetó el brazo con fuerza. Mi mirada se desvió hacia Theodore, que me miraba sin comprender.

– Señora White, vaya al segundo piso y trabaje en esos archivos y correos electrónicos. Quiero el trabajo hecho para la tarde – dijo Theodore.

– Pero... – Iris quiso decir más, pero Theodore levantó la ceja.

– No te metas en asuntos que no están relacionados con tu trabajo. No tengo que recordarte tu trabajo y tu posición.

Cuando cae la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora