Capítulo 23

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JASMINE

Me concentré en los papeles. Los niños dibujaban y algunos jugaban con los juguetes.

– Emma, trae las carpetas rosas. Tenemos que grapar los papeles en sus cuadernos – dije, dejando el bolígrafo en el suelo.

– Sí, los traeré.

– Luke, no empujes a Ivy. Se hará daño – grité, mirando a Luke.

– ¡Pero si no escucha lo que le digo, señorita! Le dije que se fuera a jugar con alguien, pero se sienta aquí... – se quejó Luke, e Ivy parecía que iba a llorar en cualquier momento.

Me levanté de la silla y me acerqué a ellos.

– Luke... Cariño, eso es demasiado duro. No deberías hacer daño a tu amiga. Ivy solo quiere jugar con tus coches de juguete porque se olvidó de traer los suyos...

– Sí, señorita. Solo quería jugar con sus coches de juguete. Pero no me permite jugar con él y con Blake – dijo Ivy, poniéndose de pie y acercándose a mí.

La abracé y miré a Luke, que miraba los juguetes.

– Luke, cariño, eres un buen chico. ¿Por qué no compartes tus juguetes con Ivy? Después de jugar, ella te los devolverá.

– Está bien, señorita... Puede jugar con nosotros.

– Buen chico – le di una palmadita en la cabeza.

– ¿Contenta? No llores, ¿vale? – le dije a Ivy, besando su mejilla.

Me dirigí a mi escritorio para terminar el trabajo. Emma me pasó la grapadora. No perdí de vista a los niños; a veces tendían a herirse entre ellos con palabras y acciones.

Cuando terminé el trabajo, sonó el último timbre, indicando la hora de irse a casa. Me emocioné al volver a casa tanto como los niños. 

– Yo me ocuparé de ellos, tú vete – dijo Emma.

– Gracias, Emma – dije antes de recoger la caja registradora y el libro. Los niños esperaban a que llegaran sus padres o tutores.

Fui a la sala de profesores y me dirigí a mi escritorio. Liam, Abigail, Summer y Olivia estaban presentes. 

– Oye, Jasmine, recuerda que tenemos una cita para comer con los compañeros de trabajo – dijo Abigail.

– No has asistido a ningún almuerzo con nosotros. Definitivamente deberías venir mañana – dijo Olivia.

– Claro.

Desbloqueé mi escritorio y puse la caja registradora y los demás libros dentro antes de cerrarlo.

– Nos vemos mañana – dije, poniéndome de pie con mi bolso en la mano.

– Nos vemos.

– Adiós, Jasmine. Espero verte mañana – dijo Liam. Le dediqué una sonrisa incómoda antes de salir.

Thea me esperaba fuera de su clase, con Anders de pie detrás de ella con los brazos cruzados. Mi mirada se desvió hacia la mujer que llevaba una falda negra y una camisa blanca.

– Hola, Thea. ¿Lista para ir a casa?

– ¡Sí! – se abrazó a mis piernas. Me reí, acariciando su pelo antes de ir hacia Anders y su cuidadora.

– Adiós, Anders. Vuelve a casa sano y salvo – le dije al chico, dándole una palmadita en la cabeza. Levantó la vista, pero no pronunció ninguna palabra, como siempre.

Cuando cae la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora