Capítulo 22

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Borracho: Afectado por el alcohol hasta el punto de perder el control de sus facultades o su comportamiento.

NARRADOR

Sherry hizo un gesto con la mano, mirando a los dos hombres. Su mirada se desvió hacia Jasmine, que murmuraba algo en voz baja con los ojos cerrados.

– Le dije que se mantuviera alejada, pero no pudo contenerse – dijo Sherry.

– Mick, llévate a Sherry contigo.

– Sí, señor Jefferson – Mick ayudó a Sherry, y ésta se agarró al brazo de Mick, recogiendo su teléfono y su bolso.

Mick rodeó con su brazo la cintura de Sherry mientras empezaban a salir.

Theodore tomó asiento junto a Jasmine y la miró. Estaba borracha y podía oler diferentes aromas de alcohol en ella.

Jasmine... – llamó, cogiendo su teléfono y su tarjeta. Buscó su bolso, pero no pudo encontrarlo. Estaba con Sherry, o ella estaba sentada en el.

– Jasmine, es hora de ir a casa – él la agarró de la muñeca, tirando suavemente de ella, pero ella protestó.

– Oye, ¿quién eres tú? – preguntó Jasmine, apartando la mano. Intentó abrir los ojos, pero no pudo.

Jasmine cambió de posición y miró hacia donde Sherry había estado sentada. Entrecerró los ojos y los abrió de par en par para ver bien.

– ¿Dónde está mi amiga Sherry? ¿Qué le has hecho? – Jasmine balbuceó, mirando al desconocido sentado a su lado.

– Sherry se fue con Mick, y tú tienes que venir conmigo – Theodore cogió el vaso de suero de leche de manos del portero.

– ¿Por qué iba a ir con usted? – preguntó Jasmine, sin poder reconocer al hombre. No podía ver con claridad, y el alcohol en su cuerpo tampoco ayudaba.

– Toma – dijo Theodore, entregándole el vaso.

Jasmine lo tomó antes de olerlo. Miró el vaso antes de dar un sorbo. Cuando probó el suero de leche mezclado con algo agrio, se lo bebió.

Theodore miró a su alrededor; el pub estaba lleno de gente. Iba a ser difícil sacar a Jasmine. Seguramente atraerían la atención de los presentes.

Por suerte, la zona del comedor estaba un poco alejada de la pista de baile. La música no estaba muy alta. Theodore volvió a mirar a Jasmine. Ella esperaba su respuesta.

– Sé que estás borracha y no puedes ver bien, pero yo soy Theodore.

Jasmine frunció el ceño.

– Mentiroso. Tú no eres Theodore. Le dije que no viniera.

Theodore suspiró.

– Sí, me dijiste que no viniera, pero Sherry y tú no estáis en condiciones de volver a casa por vuestra cuenta. Así que Mick y yo estamos aquí para llevaros a casa.

Jasmine sacudió la cabeza, mirando al desconocido. Su mente no funcionaba; tampoco sus ojos.

Podía ver la visión borrosa del hombre y escuchar su extraña voz, que resonaba en sus oídos.

– Oh, se-señor, miente usted mucho. ¿Dónde está mi teléfono? – preguntó Jasmine y palmeó la mesa para encontrar su teléfono.

– ¿Por qué necesitas tu teléfono?

– So-solo deme mi teléfono... – sus palabras eran confusas. Theodore le dio el teléfono y vio cómo lo cogía antes de darse la vuelta. Ella susurró algo en su teléfono.

Cuando cae la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora