T R E S

1.9K 235 15
                                        

Fueron los veinte minutos más fascinantes de su vida entera. Y su entrepierna lo sabía también.

Al darse cuenta de esto cuando encendieron sutiles luces porque el show del tan aclamado Antoshka acabó, Steve se levantó enseguida, casi corriendo al baño.

Sus amigos confundidos lo dejaron pasar, peleándose por haber traído a Steve a un bar bisexual.

-No puedo creerlo, se debió sentir demasiado incómodo, sabes que éstas cosas no le van.

Reclamó Sam, mientras Bucky sólo se encogía de hombros y bebía.

-Sam, de haberlo sabido, no nos hubiese hecho venir aquí, joder.

-Mierda, deberíamos irnos.

-Bien, cuando vuelva Steve nos vamos a casa, no quiero presionarlo más.

Mientras sus amigos discutían sobre los valores anticuados de Steve, éste mismo estaba encerrado en un cubículo intentando pensar fríamente.

Las copas de alcohol que había consumido a este punto de la noche estaban haciendo efecto, demasiado, y no estaba pensando claramente. Apoyó sus manos en la puerta, respirando lentamente.

Mierda.

Sabía que ir a un lugar como éste sería sólo para tener problemas, pero nunca pensó que serían problemas en sus pantalones.

Luego de unos minutos respirando profundamente, tomó valor para salir del cubículo. Lástima que en ese momento justo a su lado, comenzó a oír gemidos masculinos en el cubículo a su par. Era de esperarse que en el baño ocurrieran cosas, que idiota fue.

Es la primera vez en su vida que maldice tantas veces en un mismo día.

Sin pensarlo dos veces salió de su cubículo y del baño de varones, caminando por un pasillo hacía quién sabe donde, sólo quería huir a pesar de que el lugar con esas luces rojas era sumamente confuso.

Al ver una chica cerrando una cortina gruesa, notó que estaba en las salas de bailes privados y sólo optó por entrar a la final para luego cerrar con fuerza la puerta.

Pero esta era distinta, esta habitación tenía puerta, ¿por qué...?

-¡Hijo de puta, ¿qué haces aquí?!

Se dio la vuelta, y vió frente a él a la persona de nombre tan poco común.

-Antoshka...

Murmuró confundido. Aquel moreno tenía brillos por todo su cuerpo, y la máscara aún puesta por lo que no podía identificar su rostro.

-Si, soy yo, y no acepté ninguna cita VIP, así que puedes irte al carajo si eres muy amable.

Ese hombre y esa voz destilaban sensualidad, aunque era más bajito de lo que se veía en la pasarela. El lugar era igual de embriagante que ese hombre moreno.

-No, yo...

-Voy a llamar a seguridad si no te vas, maldito pervertido de mierda.

-Escucha, yo no...

-¡JARV...!

Steve en un impulso se acercó y le cubrió la boca. Dios, ¿qué está haciendo?.

-No, no, espera. No quiero hacerte daño, ni tocarte ni nada. -Bueno... quizás tocarlo suena tentador.- Sólo no sé dónde estoy, ¿entiendes?, mis amigos me trajeron obligado y yo de pronto me sentí muy expuesto e incorrecto viendo gente semi-desnuda y...

Antoshka dejó de forcejear mientras lo escuchaba, y por eso Steve lo soltó, suspirando profundamente luego.

-Perdón.

Dijo sincero, recordando su problema en sus pantalones al sentir un dolor agudo. Sus manos lo intentaron cubrir, aunque no pasó desapercibido por el más bajo.

-Okay, entiendo. Si no sabías éste es mi camerino, lo dice en la maldita puerta.

Dijo cruzándose de brazos. Steve sintió tanta vergüenza al notar la mirada del moreno en ese lugar específico.

-Lo siento, no quise asustarte...

-Bien, es tu primera vez, entiendo que es raro, pero si quieres podemos seguir conversando sobre tu virginidad y eso, aunque cuesta cien dólares la media hora amigo.

-No, no, te confundiste. No quiero tus servicios.

-Entonces vete ya.

-Yo...

Steve notó los ojos marrones mirándolo intensamente a través de la máscara, y se quedó sin palabras.

-Vuelve cuando tengas cien dólares, rubiales. Ahora, adiós.

Steve sin pensarlo, abrió la puerta y salió rápidamente, con un problema en sus pantalones más pronunciado que el anterior.

Poco común - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora