Poco común - [Stony]

C U A T R O

—Vámonos al carajo pero ya.

Tomó su chaqueta al llegar donde estaban sus amigos, quienes confundidos y apresurados como él comenzaron a caminar a la salida.

Al sentir el aire fresco y frío de la noche en sus cuerpos, Steve sintió un poco más de calma.

Caminar los tres en medio de la madrugada por las calles de California no era muy buena idea, pero estar ahí dentro era mucho más frustrante.

—Steve, amigo, lo siento mucho... yo no lo sabía...

Steve dejó de caminar y volteó a ver a Bucky estando sumamente molesto por lo que había pasado, porque el alcohol lo hacía sentir las emociones a tope y porque se sentía un idiota.

—¡No, basta!, hice lo que tú querías por tu jodida obsesión con el sexo que intentas compartir a los demás, pero estoy harto, James. Me trajiste a un lugar sumamente asqueroso con gente turbia y cosas que son tan incorrectas sólo para burlarte de mi, ¿y sabes qué?, ¡lo conseguiste!, estoy jodidamente humillado por tú culpa. Felicidades.

James se quedó de pie mientras Steve volvía a caminar hecho una furia. Sam se acercó a Bucky, y lo abrazó con uno de sus brazos por los hombros, demostrando su apoyo.

—Se le pasará... también fue culpa mía.

Ambos se miraron e hicieron una mueca.

—Vamos a dejar que se calme.

Sam asintió. Juntos comenzaron a caminar luego hacia el campus de la universidad donde se hospedaban por el semestre.

—Creo que deberías dormir conmigo esta noche.

—Sí, igual dudaba de que Steve me dejara entrar.

James se alzó de hombros, apoyando la idea de Sam.

[...]

Una ducha sumamente fría había surtido efecto en él, pero la ducha no podía bajar sus revoluciones mentales.

Sus pensamientos iban de aquí hacia allá una y otra vez. Sí, estaba molesto, pero ahora que pensaba un poco más claro sabía que había sido muy duro con James, porque dijo cosas que no debió.

Se disculparía luego de unos días, necesitaba estar solo en la habitación un tiempo.

Se sentó en su cama con la toalla sobre sus hombros, y suspiró, pasando sus manos por su rostro.

Apenas cerró los ojos, la imagen de Antoshka bailando se repetían en su mente como un bucle interminable. Es que no lo entendía.

Intentaba pensarlo claramente, y muchas teorías pasaban por su mente. Número uno: fue por la experiencia nueva. Número dos: el alcohol causó estragos que sobrio, jamás causaría un chico de ese modo. Número tres: le pusieron viagra a su bebida cuando no miraba. Número cuatro: qué lindo se vió Antoshka cuando se puso en cuat... ¡Basta!.

Oh, aunque tampoco podía olvidar la voz de ese hombre. Sensual, suave, ronca a la vez, es que era increíble. Ni hablar de su cuerpo, y su cabello. Todo en él era una obra de arte muy muy excitante.

Y tal parece, muy costosa también. ¿100 dólares la hora?, ¿estamos locos?. Aunque cuando su mano tocó sus labios se sintió la suavidad y calidez de ellos... y sus hombros, wow.

¡Dios, Steve!, olvídalo ya. En definitiva, se estaba volviendo loco.

Se tiró en su cama boca abajo, y gritó con fuerzas contra su almohada, intentando calmar la frustración que sentía en sus recién cumplidos, veintiún años.