S I E T E

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Cayó la noche, Steve se encontraba sumamente nervioso.

Peleando internamente consigo mismo, debatiendo entre lo correcto e incorrecto, junto a sus valores y moral.

Sin embargo, ya se había duchado y alistado para salir, pero se encontraba sentado a los pies de la cama de Bucky, mirando la puerta frente a él.

—Mierda...

Murmuró algo molesto por la situación, reclamándose luego por su propio lenguaje. ¿En qué momento las cosas acabaron así?

Puso sus manos sobre sus piernas, y segundos después tuvo un pensamiento detonante para decidir.

Nadie lo sabría, no estaba haciendo nada incorrecto, y si no iba hoy, jamás dejaría de pensar en ello. Está decidido, iría. No puede pasar nada peor que la primera vez que puso un pie en ese lugar.

Se levantó y tomó sus llaves, saliendo de la habitación con determinación. Comenzó a caminar a paso algo apresurado, pues no quería arrepentirse a medio camino, ya estaba a pocas cuadras, no era momento de ser un cobarde anticuado.

Luego de unos minutos, se encontró a sí mismo frente al cartel poco sutil de luces led, sus manos frías sudaban en su chaqueta, pero ya era tarde, ya estaba en el lugar.

Se acercó a comprar una entrada, e ingresó al lugar. Tal y como la primera vez, las luces con la música lo cegaron.

"Vamos Steve, sólo vas a ver un espectáculo, es casi como ir al cine o algo así, ¿no?"

Sus frases de aliento estaban surgiendo efecto. No porque realmente lo consolaran, si no, porque olvidaba un momento que estaba caminando hacia la barra del lugar inconscientemente. Estaba demasiado ocupado peleando con sus pensamientos.

—Hola, dame lo más fuerte que tengas.

Sonrió a la chica, y le entregó un billete sobre la barra. Ella sonrió sin problema para luego servirle una gran copa. Dios, su economía va a sufrir este impulso irracional.

Tomó aire, e intentando no ver más de la cuenta (para evitar ofrecimientos incómodos), se sentó cerca de la pasarela donde vió a Antoshka, la persona poco común por donde se mire.

[...]

Casi cincuenta minutos habían concurrido, su copa ya estaba casi vacía. Estaba aburrido, solo, e incluso hasta desilusionado.

No lo entendía, era exactamente la misma hora que la vez anterior y nadie decía nada, al parecer Antoshka no trabaja diario. Al menos su incomodidad respecto a ver a personas con poca ropa coqueteando con los clientes se había esfumado.

Eso no quitaba su incomodidad cuando las chicas se acercaban a él a ofrecer sus servicios.

Miró la hora en su celular, aburrido por la espera, se levantó dispuesto a irse del lugar.

Así fue entonces, como de un minuto a otro salía un moreno con un traje de conejo playboy y la infaltable máscara a juego, caminando decidido en la pasarela. Okay, es el momento.

Las luces se apagaron, la música subió un poco, y el humo salió de la tarima.

El rubio sin dudarlo se sentó nuevamente, mirando expectante la pasarela con tubos en su centro. En ese preciso momento, Steve supo que no podía no volver a este lugar.

Poco común - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora