T R E I N T A

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Los cinco de seis días que Tony y Steve tenían para terminar su proyecto habían pasado, y no había comunicación por parte de ninguno de los involucrados.

Steve pensaba que Tony se había enterado de sus sentimientos por él y había decidido alejarse porque no estaba interesado. Por otro lado, Tony estaba exhausto, realmente estaba agotado. Su nueva coreografía era demasiado exigente y más larga de lo usual debido al éxito de sus shows.

Había descuidado sus estudios por el trabajo, y por el trabajo también se descuidó a sí mismo.

Era domingo, y Tony estaba tirado en su cama boca abajo, sin querer saber nada del mundo. Ni siquiera se había levantado a hacer desayuno, y tampoco había respondido los mensajes preocupados de sus amigos porque no lo habían visto durante la semana.

¿De Steve?, ni hablar, no quería saber del chico por lo menos hasta terminar el año estudiantil, el rubio no podía seguir formando parte de su vida. Lo dejó entrar sólo un poco y se hizo un desastre, no puede volver a permitirlo.

Tomó una gran bocanada de aire, y con pesar se levantó. Su cuerpo dolía por la nueva rutina que debía hacer en el prostíbulo, y su mente estaba agotada de pensar. Se sentó en su escritorio en silencio y comenzó a buscar las piezas para el reactor Arc. No debía ser difícil, él las tiene por sus antiguos proyectos, sólo tiene que desarmarlos.

Estaba en eso, cuando tocaron su puerta de forma suave pero insistente.

Confundido, Tony se levantó desganado, pensando en que seguramente había pescado un resfriado y abrió la puerta.

—Tony.

¿Cómo...?

—Steve.

Su corazón latió rápidamente de un momento a otro y sus mejillas hirvieron mientras sus miradas se conectaron. Tony quiso cerrarle la puerta en la cara. Steve quiso besarlo porque se veía tierno.

—Dios, me tenías preocupado.

—¿Yo? —Preguntó asombrado, olvidando por un momento el dolor en su cuerpo y su cansancio mental. También olvidó que se dijo a sí mismo que "no quería saber más del rubio". —¿A qué se debe?

—Tony, no te he visto desde ese día en la biblioteca, no respondes mis mensajes y no lo sé... siento que me evitas.

Tony suspiró sin saber cómo decirle todo lo que estaba pasando en su mente. Pero, un minuto.

—Espera, ¿cómo supiste dónde vivía?

Preguntó asustado de pronto, porque si él sabía que estaba en la habitación privada, quizás también sabía más cosas.

Steve lo miró confundido, ¿en serio eso es lo que más le importaba al castaño?

—¿Acaso eso importa?

—Steve. Yo jamás te lo dije...

—No entiendo. ¿Crees que te seguí a tu habitación o algo?, no soy un psicópata si es lo que quieres decir.

Eso frustró demasiado a Tony. No es tan difícil dejar de dar vueltas y sólo responder.

—Steve, necesito que te vayas.

—Pero...

—Por favor, Steve. —suspiró pasando su mano por su cabello. —Podemos hablar de esto mañana.

—Mañana es el proyecto.

¿Mañana? Tony, estás jodido.

—Lo sé. Yo haré el reactor sólo necesito...

—Toma. —Steve interrumpió con un rostro serio, mostrándole el boceto que había dejado en la biblioteca. —Te estuve buscando para dártelo, pero no respondiste, así que no me quedó de otra y te vine a buscar. Lamento incomodarte.

Fuera de sonar triste, sonaba molesto, frío y distante. Eso para Tony se sintió horrible, desconocido, incómodo.

—Steve. — llamó el más bajo, queriendo soltar todo lo que sentía por el rubio, pero sólo dijo: —Gracias. Lo terminaré hoy y te mandaré tu parte.

El rubio asintió y no quiso mirar a Tony, así que sólo miró adentro de su extensa habitación y... no puede ser.

¡¿Acaso es su bufanda?!, ¿cómo llegó ahí?, ¿Puede ser posible?. Él la olvidó ese día en el prostíbulo, entonces, ¿por qué la tiene Tony?

Se tensó en su lugar cuando sintió la pequeña mano en su pecho, y miró a Tony como si fuera un extraño.

—Adiós, Steve.

Repitió Tony empujándolo un poco hacia atrás y luego cerró la puerta justo frente a su rostro.

Poco común - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora