Capítulo IV.

1.4K 170 10
                                    




Becky se encontraba en la cafetería junto a sus amigos quienes miraban el cuaderno de la inglesa y lo hacían con toda la atención que les había pedido.

—Hoy salen los resultados del equipo de futbol y estoy segura de que estoy adentro así que los martes y jueves tendré entrenamiento, los lunes y miércoles tendré taller y si hago mis tareas entre clases y a la hora del almuerzo, tendría libre el día a partir de las cinco de la tarde, bueno, seis si cuento la hora de comida en casa —los chicos asintieron —Y solo necesito que Freen me ayude con lo del entrenador o entrenadora —Non la miró desconcertado.

—¿Freen? —preguntó su amigo.

—Sí, la dueña del bar deportivo

—¿Qué tiene ella que ver en esto? —la pregunta de nuevo provenía de Non.

—Ella patinó en los juegos olímpicos de invierno de 2018, ella seguramente puede ayudarme a conseguir quien me entrene y tal vez me aconseje para llegar a participar en ellos —Irin y Non se miraron.

—¿Freen te ha dicho que patina? —quien hizo la pregunta fue su amiga.

—Bueno, me dijo que ya no lo hacía. Investigué un poco y encontré que se retiró después de una fractura en el tobillo derecho en el intento de un salto cuádruple impulsado durante las finales —los tres chicos se dejaron caer en su lugares sobre las bancas del comedor.

—¿Y qué te hace creer que te ayudará? —Non vio como Becky analizaba la situación arrugando su frente, poniendo su índice derecho sobre sus labios y entrecerrando los ojos.

—En realidad no estoy segura de que lo haga, pero lo intentaré. Tengo al menos cinco meses para entrenar e intentar calificar.

—Cinco meses es poco, ¿no crees? —Becky miró a Irin con reproche —Además, olvidas que deberás solventar todos lo gastos relacionados con esto —le señaló otro punto de su cuaderno y la inglesa suspiró.

—Es cierto, pero es mi única oportunidad antes de que mi padre me encadene a su compañía durante el resto de mi vida.

La hora de ir a clase llegó, pero no pudo evitar correr hacía el tablero de anuncios para ver los resultados del equipo de soccer.

—Rayos, no quedé —escuchó Becky a una chica que era consolada por su amiga mientras pasaban junto a ella.

—Armstrong —leyó de inmediato al ser la primera de la lista —¡Sí! —dijo celebrando con un rápido movimiento de su brazo derecho.

Para la chica, un pendiente menos que tachar de su lista.

—Freen, ¡Freen! —gritó Noey para llamar la atención de una dispersa joven —Llevas encerrada en esta oficina al menos una hora, ¿estás bien?

—Me dolía la cabeza y tu lo has empeorado con tus gritos —se puso de pie y salió de la oficina dejando a su amiga detrás.

—¿Es por lo de la chica de ayer? —se arrepintió de preguntar cuando Freen se detuvo en seco.

—Lo de ayer no sucedió, ¿entendiste? —Noey asintió intimidada —¿Y ya encontraste reemplazo para la mesera que se va a ir este fin de semana?

—Aún no, hice un par de llamadas a las solicitudes que estaban en el archivero, pero parece que por el momento no hay interesadas.

—Tenemos que buscar a alguien que sea tan eficiente como a ella, no quiero contratar a cualquier universitario que termine robándose las cervezas de nuevo.

Para las tres de la tarde de un viernes era usual que el lugar comenzara a tener gente, sobre todo universitarios. Aunque Freen los detestara, a veces los prefería antes que a los obscenos hombres que llegaban después de las once de la noche y que solo querían ver a su empleadas.

Patinando sobre el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora