Capítulo X.

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Becky veía la hora en su teléfono mientras esperaba impaciente sentada en el sofá de su sala. Su pierna derecha brincaba sin parar y solo estaba esperando a que Freen pasara por ella.

—Querida, por favor, relájate —su madre estaba sentada en otro sofá con sus gafas de leer intentando responder algunos mensajes a sus amigas, pero la inquietud de su hija se lo hacía difícil.

—Es que faltan tres días para la competencia y siento que aún no logro hacer bien la rutina —volvió a ver su teléfono y su madre con tranquilidad se quitó sus anteojos para sentarse junto a Becky.

—Hija, esto ya te ha sucedido y el resultado ha sido muy bueno. Recuerda que solo tienes que relajarte, cuando te estresas mucho tu rendimiento no es el mejor. Hoy es sábado y entrenarás todo el día, mañana también y el lunes solo por la mañana, agradece que te dieron el permiso en la escuela para ausentarte y poder participar el martes. Sabes que ahí estaré —la chica miró hacia en piso.

—Ojalá papá y Richie pudieran ir —su madre pasó un brazo sobre los hombros de su pequeña y la atrajo hacia ella.

—Lo sé, tu padre tiene que ir a Londres y Richie no puede faltar, pero sé que regresarás con el trofeo o medalla como siempre lo has hecho. Tu padre se esfuerza por aceptar tu gusto por patinar y poco a poco lo está logrando y creo que, si pudiera, él estaría ahí —Becky apretó los labios y asintió.

—Gracias, mamá —abrazó a la mujer que le dejaba un beso en la sien.

En medio del abrazo una notificación llegó al celular de Becky y apresurada se separó de su madre.

—Ya llegó Freen —se puso de pie tomando su bolso.

—Espera, quiero saludarla —la inglesa sintió unos ligeros nervios en el estómago, pero solo movió la cabeza dando un sí.

Ambas Armstrong salieron de la casa y Freen ya esperaba junto a la puerta del copiloto viendo su teléfono por lo que no las vio acercarse.

—Hola, Freen —escuchó a Becky y levantó la mirada con ese usual rostro neutral —Ella es mi mamá, Rawee —la mujer estiró la mano para saludar.

—Un gusto, Freen —tomó la mano de la madre de Becky y la sacudió con levemente. La sonrisa que la joven le regaló a su mujer fue una sonrisa que la patinadora no había visto antes pero que desearía ver más seguido.

—El gusto es mío, Freen. Solo quería saludar y agradecerte por apoyar a mi pequeña. Hoy está muy ansiosa, pero sé que se esfuerza mucho y confío en que ambas logren el objetivo —la entrenadora asintió con un movimiento.

—Gracias por la confianza. Rebecca realmente está poniendo todo para cumplir su sueño, yo solo la guío para ello —Becky se sonrojó cuando Freen la miró con media sonrisa.

—Bueno, tenemos que irnos. Billy y Heng nos esperan y no queremos llegar tarde —ambas tailandesas estuvieron de acuerdo y después de que Freen le ayudara a Becky a cerrar la puerta de la camioneta se despidieron de la mujer que las vio partir desde la acera.

—No podía decirle a mi mamá que no saliera a saludar, espero no te incomodara —la mayor la miró de reojo con el ceño fruncido.

—Para nada, me pareció simpática. Y veo que se preocupa por ti.

—Si, lo hace. Ella siempre está para mí —el rostro de Freen se relajó cuando vio la dulce sonrisa en los labios de Becky.

El recorrido fue corto como siempre solía serlo. Bajaron de la camioneta y al entrar vieron a Billy platicando con Irin.

—Hola —saludaron Freen y Becky.

—Hola —respondieron Billy e Irin mientras Heng ya estaba en la pista estirando.

Patinando sobre el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora