Capítulo XXVII.

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Cuanto más se acercaba el tan esperado día, más aumentaba la fatiga, el cansancio y la ansiedad.

El máximo esfuerzo estaba presente día a día y en el hielo no solo Heng y Becky estaban preparándose, Freen seguía practicando sin parar, los tres con ayuda de Billy.

Mientras ellos solían estar la mayor parte del día en la pista, la ciudad comenzaba a brillar y a iluminarse. El ambiente tenía un toque dulce y alegre. Sí, la navidad estaba cerca y eso solo podía significar que quedaba poco tiempo para el comienzo de la competencia.

—Amo esta época —dijo Becky en cuanto cruzaron la puerta y el viento revolvió el cabello de los cuatro —Es como si mágicamente el ambiente se transformara con tantas luces tintineantes, el aroma a canela, el sonido de campanas, la nieve. Todo se vuelve tan bonito —la sonrisa de Becky era enorme y mientras Heng y Billy volteaban para todos lados intentando ver eso que la inglesa parecía solo poder ver. Al mismo tiempo los ojos de Freen no se podían despegar de su novia y en conjunto con una sonrisa, esa mirada solo reflejaba todo el amor que le tenía.

—Es una...linda forma de ver el invierno, pero yo me voy, me estoy congelando y comienzo a no sentir mi nariz —la voz del entrenador llamó la atención de los tres para despedirse de él. Seguido se fue Heng y entonces solo quedaron ellas dos.

—¿Te parece bien si dejamos aquí la camioneta un poco más y te invito un chocolate caliente? —preguntó la tailandesa a la par en que sus dedos se entrelazaban con los de su chica.

—Me encanta la idea.

Becky abrazaba el brazo de Freen mientras caminaban y la tailandesa resguardaba sus manos en su chaqueta pues sus guantes cubrían las manos de la menor.

—De no haber usado bufanda y gorro seguramente estaría a punto de resfriarme —mencionó Becky en cuanto entraron a la cafetería.

Ambas agradecían la calidez del lugar y les sorprendió ver que casi todas la mesas estaban ocupadas. De las dos libres escogieron la que tenía un booth como asiento pues así podían estar más cerca la una de la otra.

—A pesar de que llevabas la bufanda tu nariz está roja —la punta de su dedo índice acarició la fría piel y sonrió.

—La tuya también está roja —acercó su nariz y la frotó con la de la mayor lo que provocó que ambas rieran ante tierna acción.

—Aquí tienen, chicas. Disfrútenlo —el amable mesero les sonrió después de dejarles unas humeantes tazas con chocolate y para acompañar, unas pequeñas tartas de pera al vino tinto.

—¡Esto se ve delicioso! —inhaló el dulce aroma que la bebida y suspiró —Este aroma de malvaviscos flameados me recuerda a nuestro viaje —la inglesa apoyó su cabeza en el hombro de Freen y esta no pudo evitar sonreír enormemente.

—Ese quizá sea mi viaje favorito hasta ahora —las palabras que Becky escuchó hicieron que su corazón se llenara de emoción.

—También lo es el mío y no solo porque el paisaje era hermoso sino que estar contigo es lo que lo hizo mágico. No sé cómo explicarte lo mucho que me gusta estar a tu lado. Estoy segura de que podría estar junto a ti cada segundo de mi vida y no me cansaría —la atención de la patinadora se centró en atrapar la pequeñas nubes de azúcar apenas terminó de hablar.

Freen se sentía exactamente igual y lo único que se le ocurría responder era un "te amo, Becky", pero no lo hizo. Tenía miedo de que al salir esas palabras la magia se terminara, temía que la chica asustara y se fuera porque sabía que esas palabras eran algo más profundo y que son palabras que no se le pueden decir a cualquiera y mucho menos tomarlo a la ligera. No era la primera vez que se quedaba con esa frase en atrapada en su garganta y es que sentía que aún era muy pronto.

Patinando sobre el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora