Capítulo II.

1.7K 180 4
                                    


—¡Richie, mas vale que bajes de una buen vez! —Rebecca esperaba impaciente al pie de la escalera a que su hermano menor bajara a desayunar para evitar que llegaran tarde a la universidad. Ambos estudiaban en la Universidad Estatal de Minot desde menos de un mes que era lo que llevaba el nuevo semestre; ya que su padre había aceptado un empleo con duración de cinco años en Minot y así como la chica era puntual y responsable en Londres, también planeaba serlo en su nueva escuela.

—Ya estoy listo, ¡cielos, Becky! —el chico pasó junto a su hermana y se dirigió directamente a la cocina.

—Dejen de pelear, mejor desayunen que sino su padre no los podrá llevar a la escuela —ambos chicos se sentaron en el comedor y comenzaron a llenar sus platos con lo que había sobre la mesa.

—Sería mejor si nos comprara un auto, yo puedo manejar y llevarnos a la escuela —mencionó Richie antes de meter un trozo de panqueque a la boca.

—Eso debes hablarlo con él, no conmigo. Además, si se le dejara el auto a alguien sería a Becky por ser mayor —la joven le mostró la lengua su hermano en señal de burla —Pero como no es lo suficientemente madura como para no burlase, no le dará nada a ninguno —Rebecca puso un gesto ofendido y el chico frente a ella se burló como lo había hecho su hermana segundos atrás.

—Estaré listo en cinco minutos —dijo su padre bajando las escaleras y saliendo de la casa hacia el auto estacionado frente al garaje.

La universidad había recibido bien a los chicos y Rebecca podía disfrutar de su ultimo año gracias a la equivalencia de materias que la institución aceptó.

—Hola, Becky —escuchó a su compañera Urassaya Malaiwong, mejor conocida como Irin quien caminaba junto a su amigo Ratchanon Kanpiang a quien llamaban Non. El chico saludó con la mano a la inglesa y ésta les devolvió el saludo con una sonrisa.

—Pensamos que ibas a llegar tarde —mencionó Non mientras caminaban rumbo al salón de clases de su primera asignatura.

—Es solo que Richie como siempre, tardó horas arreglándose —los chicos rieron con los ademanes exagerados de la chica —No puedo creer que sea más vanidoso que yo. Malditos dieciocho años que lo tienen vuelto loco con las chicas.

—Es guapo, no debería esforzarse tanto —Becky y Non se detuvieron en seco y miraron con una ceja arqueada a su amiga —No es que me guste, es solo que... ustedes entienden —ambos chicos se rieron ante los nervios de la chica y se la llevaron casi arrastrando al tomarla cada uno de un brazo.

Los chicos estaban almorzando en la cafetería después de sus tres primeras clases, pero Non parecía preferir dormir antes que comer.

—Odio los lunes, son el peor día que existe —la inglesa mordió su bagel mientras reía y veía a su amigo recostado sobre la mesa de acero inoxidable.

Becky era tan risueña, siempre sonriendo incluso con la mirada. Su energía era realmente inagotable y tenía un aura tan brillante que muchos querían absorber, aunque sea con un saludo.

—Vamos Non, deja de dormir, intentamos ver en que taller y en que actividad extracurricular deportiva se va a inscribir Becky —Irin golpeó el brazo de su amigo para llamar su atención.

—Puede tomar el de cuidado de la salud y alguno de baile, ahora déjame dormir —Becky volvió a reír.

—En realidad no suena mal —dijo Irin tomando su barbilla —En el taller del cuidado de la salud puedes hacer yoga y aprender de los buenos hábitos para una vida en armonía —se mofó juntando las palmas de sus manos y fingió un semblante de paz como lo hacían los integrantes de dicho taller.

Patinando sobre el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora