Patinando sobre el destino

Capítulo XI.

Becky, Heng, Billy y Rawee estaban en el aeropuerto de Minot. Su vuelo salía en treinta minutos y la inglesa miraba su teléfono constantemente en la espera de un mensaje o una llamada de Freen. Eran las seis de la mañana y consideraba que ya podría estar despierta.

La tailandesa estaba sentada en su cama mirando el celular viendo la hora y con el numero de Becky listo para llamar, pero estaba indecisa, no sabía si llamarla en ese momento o esperar hasta antes de la competencia. Ya habían estado de acuerdo en que Freen no asistiría si esa era su decisión, pero la inglesa hizo prometerle que la llamaría cuando se despidieron la noche anterior.

Durante su indecisión, la hora del abordaje había llegado y prefirió no llamarla. Dejó el teléfono sobre la mesita de noche y sintió el par de ojos juzgadores de sus perros que yacían al pie de la cama.

El vuelo había durado menos de tres horas y el lugar de la competencia quedaba bastante cerca por lo que decidieron salir del aeropuerto e ir a desayunar. Al llegar a una cafetería bastante recurrida Billy se disculpó un momento y se acercó a una mesa que estaba no tan lejos de la suya. Becky lo vio saludar con un abrazo a una mujer mayor de rasgos asiáticos. Comenzó a observar a varios de los grupos que estaban en el establecimiento y llegó a la conclusión de que muchos eran competidores.

—Ella es la coach Kulap, ella entrenaba a Freen y Billy —comentó Heng cuando vio la curiosa mirada de su compañera.

—¿Es quien los preparó para los juegos donde Freen se lesionó? —el chico asintió.

En ese momento pensó que quizás si había sido buena idea que su entrenadora no fuese porque no sabía cuál era el estatus de su relación con esa mujer.

Pensando en Freen, Becky volvió a revisar su teléfono y seguía sin ver notificación alguna, incluso se aseguró de tener la suficiente señal como para al menos recibir un mensaje, pero al ver que todas las barras estaban llenas supo que en realidad no había novedades. Eso la hizo comenzar a preguntarse si lo que había sucedido el día previo fue demasiado para la tailandesa. Entonces recordó que después de su primer beso hubo unos cuantos más cuando la dejó en su casa y estaba segura de que no podía ser por ello que no se comunicara. Decidió que la llamaría antes de competir para al menos saludar.

Después del desayuno se transportaron hasta la arena donde sería la competencia.

Al entrar, vieron la gran cantidad de personas que estaban esperando para hacer su registro y recibir su número. Billy dejó a los chicos y a Rawee con su bolsos mientras hablaba con los organizadores a quienes saludó con familiaridad.

—Se mueve como pez en el agua —comentó la madre de Becky cuando veían al chico ir de un lado a otro.

—Bueno, patina desde que pequeño y aunque no lleva mucho tiempo como entrenador, conoce a mucha gente aquí en Chicago —respondió Heng mientras saludaba con la mano a un grupo de chicos —Ahora vuelvo —dijo antes de alejarse de ellos.

Becky no pudo evitar sentirse fuera de lugar con varias personas preguntándose quien era esa chica. Recordó las palabras de Freen diciéndole que no podía salir de la nada y ganar. Parecía que todos ahí se conocían y eso la inquietó.

—Tranquila, cariño. Estarán excelentes, además tu abuela te mandará bendiciones, estoy segura —Becky intentó sonreírle a su mamá en respuesta, pero la verdad es que la sensación en su estómago no ayudaba.

Una vez entraron a los vestidores Becky se puso unos patines que Billy llevó adicionalmente alegando que solo serían para calentar y practicar un poco, pidiéndole que no hiciera nada extravagante para evitar lesiones.

Heng estaba en la pista con un grupo de chicos cuando Becky se acercó a él.

—Ella es Rebecca Armstrong —presentó el patinador a los demás y una vez que ellos se presentaron comenzaron con el calentamiento —¿Qué tal te sientes? —le preguntó mientras recorrían la pista.