Capítulo XX.

2K 149 19
                                    

El sábado había llegado demasiado pronto para Becky y los nervios que tenía por la entrevista le complicó dormir adecuadamente. Sin mencionar que extrañó dormir entre los brazos de Freen.

Después de la noche en la que se amaron por primera vez, la inglesa decidió regresar a casa y no abusar de la confianza que sus padres pusieron en ella. Claro que prefería dormir acompañada del calor de su novia y es que, aunque pudiera contar con los dedos de una sola mano las veces que aquello había ocurrido, no podía ser ajena a la tranquilidad que le contagiaba la mayor.

—Becky, ¿estás despierta? —la voz de su hermano se escuchó del otro lado de la puerta.

Ella no respondió, en cambio, abrió la puerta ya duchada y vestida, lista para bajar a desayunar.

—Buen día —dijo viendo a su sorprendido hermano.

—Buenos días —observó a la chica con preocupación —¿Estás bien? Pensé que tendría que tumbar la puerta para despertarte —su intento de broma solo logró sacarle una media sonrisa.

—Estoy nerviosa, no sé qué debo decir y tampoco sé si Heng estará ahí, él es mejor que yo en estas cosas —comenzó a bajar las escaleras seguida de Richie.

—Tranquila, lo harás bien, Freen te dijo lo que probablemente te preguntaran, incluyendo un poco el tema de la abuela —tocó su hombro en señal de apoyo.

—¿No irías por papá y mamá al aeropuerto? —la patinadora vio una bandeja con panqueques y estaba segura de que su hermano no podía haberlos hecho.

—Freen irá por ellos —su hermana lo vio con un enorme signo de interrogación en el rostro —Trajo el desayuno y cuando le dije que iría por ellos se ofreció. Se llevó la camioneta de papá y me pidió que te despertara.

—Oh, hola, pequeños —Lukpear y Kiwi se bajaron del sofá de la sala y corrieron hasta los pies de Becky.

—Espero que no tarden en llegar. El desayuno huele realmente bien —mencionó el joven mientras alistaba la mesa.

—Parece que llegaron —la inglesa escuchó un auto y asomó su cabeza a la sala donde las translúcidas cortinas le dejaron ver a su novia y a sus padres.

—Llegamos, familia —sonó la voz de Rawee justo cuando abrió la puerta principal.

—Hola, mami —la menor se acercó a abrazar a su mamá y le dejó un beso en la mejilla. Richie hizo lo mismo después.

—Pero si los bebés están en casa —dijo la mujer con un tono de voz muy dulce al ver a los perros emocionarse por verla.

—Espero no les moleste que los haya traído, es que los sábados acostumbro a estar con ellos, pero hoy no podía dejar a Becky ponerse nerviosa desde temprano —explicaba Freen mientras los hermanos Armstrong saludaban a su padre.

—Ninguna molestia, tu y ellos son más que bien recibidos aquí. Por cierto, muchas gracias por recogernos. Debo confesar que no me gusta que Richie conduzca —el chico giró los ojos al escuchar al mayor de los Armstrong.

El señor y la señora Armstrong subieron a dejar sus maletas a la habitación mientras Becky, Freen y Richie terminaban de acomodar la mesa.

La menor tenía una pregunta en la punta de su lengua y sabía que no podía hacerla estando su hermano cerca, no se trataba de un tema de desconfianza, sabía que él ni sus padres dirían algo, pero tanto ella y su novia como Billy y Heng acordaron que mantendrían en secreto la lesión del patinador. Los resultados de Heng habían sido tranquilizantes al solo tratarse de un tirón de ligamento lateral es cual con reposo, analgésicos y masajes podría reponerse pronto.

Patinando sobre el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora