Capítulo XXV.

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Freen apretaba el volante con inquietud y nerviosismo mientras su madre la veía por el rabillo de su ojo. Aquello le causó gracia, pero prefirió reprimir su risa.

El camino a casa de los Armstrong era relativamente corto, sin embargo, el revoloteo en el estómago de la joven le hacía sentir que aún estaban a millas de distancia.

—¿Crees que Rawee quiera cuatro nietos como yo? —la saliva en la garganta de su hija ocasionó que tosiera en repetidas veces.

—Mamá, por favor no hables de eso con los padres de Becky —su voz salió con dificultad y con sus cejas le suplicaba que la poca prudencia que había en su cuerpo fuese suficiente para sobrevivir a la primera cena entre ambas familias.

—Solo estoy bromeando, Freen, relájate —Nun no pudo reprimir más su risa y para aliviar la tensión de su hija palmeó su hombro, en realidad eso no le ayudó en nada.

—Bien, recuerda ser amable y no hablar de bodas, dinero o hijos, por favor —Freen murmuraba mientras recorrían el camino hasta la puerta principal.

—¿Y entonces de qué voy a hablar con ellos?

—No sé, recetas de cocina, el clima o tu cafetería —con la mano que no llevaba la charola llena de 1sanay chan, tocó el timbre y esperaron hasta que una hermosa Becky apareció.

—¡Hola, bienvenidas! —les dio el paso y esperó a que entraran para poder cerrar la puerta y evitar que el frio viento siguiera colándose al interior de la casa.

—Gracias, linda —Nun tomó la charola de las manos de su hija y se la ofreció a Becky.

—Hemos traído sanay chan, espero que les gusten —la inglesa los recibió con mucho gusto.

—No sabe lo mucho que nos gustan.

—Son los favoritos de los Armstrong —Rawee apareció en la sala y se detuvo hasta llegar junto a su hija —Un gusto, soy Rawee —le hizo una reverencia y le regaló una sonrisa.

—El gusto es mío, soy Nun —después de los saludos les invitaron a pasar al comedor, sin embargo, la mamá de Freen insistió en ayudar.

—¿Tu papá y Richie no nos acompañarán? —la pregunta de Freen salió casi como un susurro para que solo Becky la escuchara.

—Richie está en casa de un amigo haciendo un trabajo de la universidad y papá está atendiendo una llamada en su oficina —Freen miraba sobre el hombro de su novia intentando ver a su madre y a Rawee quienes parecían platicar alegremente. Cuando la inglesa se dio cuenta de cómo la mayor las espiaba tomó su rostro entre sus manos y la obligo a mirarla a los ojos.

—Detente. Están bien, todo va a estar bien —la besó fugazmente y le sonrió —Sé lo que es tener una madre tailandesa y seguramente también hará algún comentario inapropiado, pero lo mejor es tomarlo con gracia y tener una agradable cena.

—Tienes razón, lo siento.

—Freen, que bueno es verte —Frank se acercó al comedor con su usual gesto amable.

—Hola, señor. También me alegro de verlo, Becky me ha dicho que últimamente está muy ocupado.

—Estos últimos meses del año siempre son así, hay que dejar todo listo para las vacaciones de navidad.

—Cielo —Rawee salió de la cocina acompañada —Ella es Nun, mamá de Freen.

—Un gusto, Nun, soy Frank.

—El gusto es mío —Freen no solo estaba nerviosa por la interacción de las tres personas frente a ella, sino que aún tenía pendiente una charla con Becky, claro que eso no lo sabía la menor y aunque ésta última le tomaba la mano por debajo de la mesa para tranquilizarla, la tailandesa se limitó a sonreír intentando no dejarle ver que había algo más.

Patinando sobre el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora