Capítulo XIII.

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—Sarocha Chankimha, quien no había estado frente al ojo público desde su última participación en los juegos olímpicos de invierno de 2018 en Pyeongchang en Corea del Sur, hoy se encuentra junto a Patchanon Ounsa-ard entrenando a la prometedora estrella Asavarid Pinitkanjanapun y a una patinadora revelación llamada Rebecca Armstrong, quienes como pareja estarán en la ya cercan segunda etapa clasificatoria para la representación de Estados Unidos de Norteamérica en los próximos juegos olímpicos de invierno donde hasta ahora los favoritos son Therese Solomon y Neil Butler.

—Espera, ¿has dicho Armstrong? —el comentarista deportivo preguntó a su compañera.

—Así es, Jarrod, Armstrong como la patinadora Elizabeth Armstrong, Rebecca Armstrong es su nieta.

—Estoy seguro de que podemos decir que Elizabeth Armstrong fue una de las patinadoras mas importantes y sobresalientes en el mundo del patinaje artístico sobre hielo. Esperemos que ese apellido no le pese a esta joven patinadora.

—Pienso que no será asó, Rebecca ha sorprendido en la primera etapa y comienza a sonar en la comunidad. Ahora solo queda esperar a la segunda etapa y ojalá en los juegos.

Rebecca apagó el televisor después de aquella narración en medio de imágenes de Freen, Heng, de ella misma y de su abuela.

—¿Estás bien? —preguntó Irin sentada junto a su amiga a la cual le tomaba la mano.

—Si, es solo que ver a mi abuela me puso un poco nostálgica —dijo la inglesa limpiándose una lagrima.

—Non me avisó de la transmisión porque estaba con padre en Destiny's cuando la pasaron —Becky miró a su amiga con nervios.

—Freen, ¿lo habrá visto? —miró a su amiga y luego a su madre. Ninguna respondió. —Tengo que ir a verla —se paró de golpe y antes de que diera un paso, su mamá la detuvo poniendo una mano en su hombro.

—¿Y si la llamas por teléfono? —Becky lo pensó por un momento.

—No, prefiero hablar con ella en persona. Iré por mis patines.

—Yo te llevo —dijo Irin de nuevo impidiéndole dar al menos un paso.

—Gracias —abrazó a su amiga quien rio ante su mejilla siendo aplastada por la de Becky.

Había pasado una semana desde que Becky retomó el entrenamiento dirigido por Freen y Billy. Aunque la prioridad de ambas chicas era que Becky ganara la medalla de oro, el haberse confesado por como se sentían la una con la otra, les hacía difícil no compartirse sonrisas tontas, miradas coquetas o tener algún tipo de contacto físico si importan cuan mínimo era. Todos se daban cuenta del brillo que Freen comenzaba a tener cada vez que la patinadora estaba cerca y aunque para los demás seguía en rumores, no insistían en que confirmaran su relación, les era suficiente verlas felices, en su propio mundo, pero felices.

—Gracias, Irin —dijo la chica bajando del auto casi corriendo y con la misma velocidad entró al bar con bastante gente desayunando ese domingo por la mañana.

—Hola, Mind —la chica escuchó a Becky y levantó la mirada del block de hojas que tenía en la mano para apuntar el pedido de los comensales.

—Hola, Becky. Está en su oficina —dijo sin esperar la obvia pregunta.

—Gracias —escuchó la gerente a lo lejos.

Becky se acercó a la oficina y vio la puerta entreabierta. La abrió lentamente y sus ojos se encontraron con una Freen ensimismada con un puñado de cuentas.

—Hola —dijo la inglesa con una voz suave con la intención de no asustar a Freen.

—Hola —la entrenadora se quitó los anteojos y dejó los papeles de vuelta en el escritorio —Pasa —Becky intentaba analizar su tono de voz en busca de alguna señal de molestia o algo parecido —¿Sucede algo? —preguntó al ver a la chica cautelosa.

Patinando sobre el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora