Freen solía ser una mujer que aprendió a controlar sus nervios gracias a las competencias y por ello muchas veces la veían como una persona implacable e incluso intimidante. Para aquel momento frente a su armario esa mujer tan segura estaba a punto de un colapso nervioso por el simple hecho de no saber que vestir para la cena con los Armstrong.
Miró el reloj junto a su cama y vio que llevaba cuarenta y cinco minutos observando el montón de ropa frente a ella.
—¿Por qué esto es tan complicado? —se dejó caer en la cama con pesadez y dos pares de ojos caninos la vieron —Ustedes tienen una hora de estar listos, pero no sé si debería usar jeans, un vestido, falda, traje o fingir que estoy muriendo y no ir.
La tailandesa no era ajena a la familia de su novia, aun así, cada encuentro había sido informal o aun no eran novias y por ello no había sentido que su estomago se retorcía con la cercanía a la hora en que tuviera que salir de casa.
Se acercó al armario nuevamente y sacó un pantalón negro de corte recto, una blusa blanca y un suéter tejido color gris. Sus tenis blancos con negro complementarían su vestuario y cuando se vio en el espejo considero que quedaba justo entre lo formal e informal pues aun le inquietaba no saber que tan formales podían ser la cenas de los Armstrong o esa cena en específico.
Decidió que estaba lista con un sutil maquillaje y el cabello suelto ligeramente ondulado.
Tomó las pecheras para los pequeños Kiwi y Lukpear las cuales le puso a cada uno, antes de salir de casa.
—Buenas noches Freen —el chico de la panadería favorita de la chica la saludó amablemente como siempre pero no pudo pasar por alto lo distinta que se veía la tailandesa; ella se dio cuenta, pero estaba tranquila porque Rick no la miró mas que con cierta sorpresa.
—Vengo por la tarta de moras que encargué ayer.
—Claro, enseguida te la traigo.
El chico entró a la cocina y en pocos minutos regresó con una caja de cartón que en la tapa tenía un acetato dejando ver el postre.
—Aquí están los panecillos de los chicos —Freen tomó la pequeña caja de acetato y la puso sobre la más grande.
—Muchas gracias —dijo a Rick después de pagar —Oh, gracias —le sonrió al caballero que le sostuvo la puerta cuando ella iba a salir y él a entrar.
—¿Esa era Freen? —preguntó el hombre de notable edad al empleado.
—Así es. Por poco yo tampoco la reconocí.
—No sé qué sea, pero ese cambio le sienta bien. Es una muchacha muy linda como para vivir enojada con la vida.
Minot era pequeño y casi todos conocían la versión rota de Freen que llegó después de la mayor decepción de su vida. Aunque no era grosera, no la solían ver sonreír.
—Tu novia está aquí —anunció Richie cuando el timbre sonó.
Becky salió de la cocina con una sonrisa y al abrir esta se hizo más grande.
—Hola —saludó la inglesa.
—Hola, princesa —la menor se acercó para besar a su novia quien correspondió bajando un poco su rostro.
—Déjame ayudarte —Becky tomó los postres en sus manos y la invitó a entrar.
—Buenas noches —Freen hizo una reverencia a la familia que estaba a pocos metros de la puerta.
—Buenas noches, querida —Rawee se acercó para poner una mano sobre el hombro de la chica —Pasen.
—Espero no les moleste que acompañen.
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Patinando sobre el destino
FanfictionLos accidentes pasan, las ganas de ser la mejor en lo que te gusta existen, pero ¿qué pasa cuando ambas cosas se unen? Freen, una ex patinadora artística de alto rendimiento sobre hielo y Becky, una chica que sueña en grande estarán envueltas en un...