CAPITULO 46

38.4K 5.8K 3K
                                    

En medio del caos.

24 de septiembre de 2023.

Anastasia.

Me detengo frente al edificio que se alza, imponente, frente a mí. Al bajar de la camioneta, dejo el bolso en el interior, ignorando la llamada entrante de Marcello ya que no tardaré mucho aquí. Dijo que llamaría una vez le avisara que llegué así que no atiendo.

Camino con calma al interior del lugar, registrándome en recepción. La mujer me sonríe al indicarme que me están esperando en el piso diez así que me adentro en el ascensor, tranquila, mientras veo los números cambiar a medida que asciende.

Solo hay dos departamentos por piso así que tomo el camino de la derecha al salir de la cabina. Toco el timbre, escuchando los pasos acercarse desde el interior solo para ver los ojos verdes de Jerom escanearme con sorpresa mientras yo me quedo del otro lado de la puerta.

—¿Pasó algo? —cuestiona, alarmado.

—Un gusto volver a verte, Basile —lo saludo.

—Dejala pasar, Jerom. Es para mí —sisea Greta con diversión, caminando con un par de muletas con algo de dificultad. Una vez llega junto a su hermano, planta un beso en su mejilla, despidiéndolo.

Jerom tarda en moverse, observándonos con el ceño fruncido. Sin embargo, se marcha por el pasillo del espacioso y lujoso lugar de su propiedad y en el cual ha tenido lugar la recuperación de Greta, la cual por lo que supe de Giulio, se dio de baja en su cargo de secretaria. Marcello no lo sabe aún, y yo no se lo he mencionado porque no es mi historia por contar.

—Pasa, Anastasia. —Me hace un ademán para que ingrese, pero casi cae al no sostener bien las muletas, maldiciendo en segundos—. Esta mierda es un dolor de cabeza.

—Pero son una buena arma cuando aprendes a usarlas —bromeo, recordando como hice que Alana tropezara con ellas en alguna ocasión.

Entro, siguiéndola al interior donde espero que se acomode en el largo y ancho sofá de la sala para yo imitarla, ocupando un sitio frente a ella. El vestido que trae me da un vistazo del vendaje en su muslo el cual Roger ha estado supervisando pese a la negativa de Greta por atenciones médicas.

—¿Cómo te sientes? —Señalo el vendaje—. ¿El dolor ha disminuido?

—Un poco —contesta, encogiéndose de hombros—. Jerom es un dolor en el culo cuando de cambiarme el vendaje se trata así que solo quiero que esto se acabe rápido para poder irme.

—¿Irte?

—Renuncié al cargo que Giulio me dio, ya no tengo nada que hacer en España —contesta con calma, pero la decisión firme envuelve sus ojos—. Con Nicoletta muerta, mi objetivo para regresar ya está cumplido.

Respira hondo y yo asiento. No somos las mejores amigas como para que quiera indagar más en su vida privada. Si ella desea decirlo, lo hará.

—Me sorprendió tu llamada —expresa—. ¿Cómo están los bebés? Luego de lo que pasó, olvidé decirte que realmente lamento que se vieran expuestos a semejante momento de angustia. No puedo ni siquiera dimensionar lo que sentiste en ese momento.

Tuerzo la boca al recordar la escena que por las noches se repite en mi cabeza, atormentándome. Marcello tampoco la está pasando muy bien que digamos con respecto al asunto, apenas si duerme bien, pendiente a los bebés. Realmente agradezco que Aleska está con padre ahora porque no quiero ni imaginar lo que hubiese sido para mí sentirla expuesta también cuando Nicoletta estuvo dentro de la casa.

Se conocía ese lugar como a la palma de su mano, era su deber siendo la mano derecha de Marcello. Al parecer, los hombres que Filipo mató en la entrada le debían un par de favores y por eso le dieron el paso. Sin embargo, Marcello y yo seguimos inquietos.

PODEROSA VINDICTA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora