A escondidas.
25 de julio de 2023.
Aleska.
Contengo el aliento al ver la forma en que su pequeña nariz se arruga cuando papá coloca su cuerpo sobre la cama luego de estar contra el pecho de mamá durante diez minutos.
Creo que incluso hace una mueca antes de soltar un bostezo y papá parece demasiado confiado en que no se van a desarmar cuando los toca cuando yo no dejo de pensar en la forma en que sus huesos y sus cuerpos son tan pequeños.
Papá ríe al verme, pero mantiene la duda al hacer lo mismo con el otro cuerpo igual de pequeño que el anterior. Ha hecho esto desde que el doctor Castillo le sugirió que debían estar cerca de mamá, y solo hasta hoy pude colarme en la habitación porque la abuela Franchesca cree que haré algo que al final acabe conmigo llorando.
O conmigo produciendo el llanto de otros seres humanos.
—¿Por qué no dejas que la abuela te ayude? —pregunto dejando la crema que le echo a mamá a un lado mientras miro a papá, el cual coloca una almohada no tan cerca de sus cuerpos, pero tampoco al borde de la cama—. Ella quiere ayudarte.
—Porque se siente invasivo —responde y frunzo el ceño.
¿Qué dijo?
—No entendí.
No parece incómodo por mi pregunta, pero sí un poco cansado. Las bolsas bajo sus ojos solo se hacen más oscuras conforme pasan los días y el sueño es evidente en su mirada. Sin embargo, no se queja como seguramente yo lo haría de estar en su lugar, no hace muecas de disgusto cuando cuida de mamá o cuando tiene que cambiar pañales.
Él incluso tiene una sonrisa algo triste cuando lo hace.
Como si se sintiera culpable en algún punto.
—¿Por qué no dejas que mi abuela o alguna de mis tías te ayude a darles de comer o a cambiarles los pañales? —insisto sabiendo que ni con toda las quejas mi tía Vittoria ha dejado de ayudarlo con mamá a escondidas.
Mi tía Tatiana también ha venido estos días, pero papá no la deja entrar. Solo escucho en la distancia sus peleas con mi tía Ekaterina también.
—Porque no quiero que nadie le quite a tu madre la oportunidad de ser la primera —contesta y sigo sin entender del todo. Nosotros estamos aquí y ya le hemos quitado eso a mamá—. Tu eres su hermana y yo soy su padre —dice enfatizando su punto al señalar los pies de quien bosteza junto a mamá—. Pero alguien más es demasiado ajeno.
—¿Incluyendo a la abuela? —Asiente dejándome con mil dudas—. ¿Y Roger? ¿Por qué él sí?
—Porque debe estar al pendiente. Es su médico. Y no es como si estuviese aquí para cambiar pañales como yo lo hago, ni siquiera tú te acercas a sus pañales.
Arrugo la nariz sin poder evitarlo. He olido su popó, y no quiero ensuciarme las manos de eso ni ahora ni nunca. Comen como animales hambrientos y la leche de mamá no huele tan mal como para que defequen de esa forma tan horrorosa.
Sin embargo, papá ni siquiera muestra señal alguna de disgusto cuando cambia sus pañales. Él se ríe y les susurra palabras que aún no he alcanzado a escuchar porque la abuela Franchesca cree que voy a tirar de sus pies como la última vez que le conté y les pidió a los guardias que no me dejen entrar mucho.
—¿Por eso no sales mucho, papá? ¿Para estar y que nadie se les acerque?
—Sí —me muerdo la lengua con lo que tengo en la cabeza.
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PODEROSA VINDICTA [+21]
RomanceLIBRO III Perversión y venganza. Sanguinarios. Poderosos. Inmorales. Una pareja hecha en el infierno. La diabla luchó en vano y cayó en las llamas del diablo. El diablo cedió y perdió en la batalla contra su más perversa contrincante. Y ahora, am...