CAPITULO 35

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Atípico.

25 de agosto de 2023.

Anastasia.

Estoy acostumbrada a las miradas rebosando temor y angustia en los ojos de aquellos que me rodean, incluso a las de admiración por parte de algunos. Fue fácil acoplarme a ese brillo usual en ellos que se volvió común al verme pasar.

A lo que tal vez nunca conseguiré acostumbrarme es a la manera casi gentil en que los ojos de mi esposo me escanean, detallando cada movimiento en mi actuar mientras mi mano reposa bajo la pequeña cabeza de Stefano en tanto sus delgados labios no dejan de apretarse alrededor de mi pezón.

Su diminuta mano se enreda en los mechones mi cabello que caen por mi hombro y es Marcello el que evita que lo sostenga al acercarse con Sebastiano contra su pecho luego de comer.

Esto es tan irreal que aún me cuesta asimilarlo.

—Él puede ser muy enojón como tú, pero definitivamente salió a su papá —bromea Marcello riendo un poco ante la forma en que los ojos de Stefano brillan con lágrimas contenidas al momento en que lo alejo de mi pezón.

—No pienso responder a eso.

Rio un poco, inclinándome para besar la frente de Sebastiano. Él ni siquiera se mueve, siendo tan diferente a su hermano que trata de llegar a su fuente de alimento otra vez en vano, pero sin llorar como lo espero.

Luego de intentarlo en varias ocasiones, desistí de la idea de amamantar a Sebastiano. Él simplemente prefiere su biberón incluso aunque me extraigo la leche y es lo mismo solo que envasado, aunque a veces Stefano también lo prefiere así.

—Y tú —Marcello sostiene con firmeza a nuestro hijo—, algún defecto tenías que tener, ¿no? —sigue bromeando—. No podías ser tan perfecto como tú papá que ama las tetas de mamá.

—¡Marcello!

Ambos reímos, definitivamente no pienso seguirle el ritmo con el tema que se reserva para cuando Aleska está lejos y no puede escuchar sus tonterías.

Detallo a cada uno de nuestros hijos, un tirón invade las comisuras de mis labios al escanear cada curva en sus rostros.

—Son perfectos, claro que lo son.

—Lo son —habla serio esta vez—. Aunque bueno, Stefano no se puede encariñar tanto con...

Sus ojos caen a mis tetas.

—Voy a cortarte la polla —lo amenazo, apuntándolo con decisión.

—Te gusta demasiado lo que hago con ella como para hacerlo. Te creo que me digas que me cortarás la lengua, pero...no esa tampoco. Te encanta que te haga correrte con mi boca.

—Eres un cabrón arrogante, no tienes cura.

Él suelta una carcajada asustando a Sebastiano el cuál rápidamente se aferra a la camisa de su padre en respuesta.

Ninguno de los dos añade más burlas a la conversación, pero nos tomamos nuestro tiempo para hablar sobre la situación actual con nuestros negocios con Andrés mientras los bebés se duermen. En su caso es una tarea fácil ya que Sebastiano a los cinco minutos ya tiene sus ojos cerrados, pero Stefano no cierra los suyos hasta que no me bajo el tirante del pijama y pega sus labios nuevamente a mi seno.

—Lo estás malacostumbrando.

—Es un bebé, no jodas.

Marcello niega mirándome dejar a Stefano en la cuna antes de volver a nuestra habitación sin cerrar la puerta que divide la habitación de nuestros hijos de la nuestra.

PODEROSA VINDICTA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora