CAPITULO 22

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Sacrificio.

25 de junio de 2023.

Marcello.

En la guerra, cada minuto cuenta.

En la guerra, en un segundo, con un solo parpadeo, puedes estar muerto.

En la guerra no hay descanso.

Y Alekséi y Nicoletta me declararon la guerra cuando se atrevieron a llevarse a mi esposa y a mis hijos.

En La Organización me entrenaron. Debía matar para sobrevivir un día más. Todos aquellos que consideraba una amenaza, acabaron muertos. No mataba por gusto, sino porque me tocaba.

Y es así como sobrevivo un día más ahora.

Matando a todo aquel que pueda llevarme a mi esposa si no quiere hablar.

El silencio hace eco en las paredes de la parte trasera de uno de los clubes de Nox en Madrid. La soledad de la noche se ha visto interrumpida por la estampida de mis hombres que custodian el perímetro mientras que yo escucho los gritos de los moteros reunidos en el interior del club.

Los disparos, las salpicaduras de sangre una vez entro, eso no me calma, no sacia esta sed que tengo de ver correr la sangre de todo aquel que le rinda cuentas a esos malditos a los que quiero agarrar.

—¿No tienes nada que decir, idiota? —Sergey Abramov toma del cuello a uno de los pocos que él y su hermana han dejado con vida y presiona su mejilla ensangrentada contra una de las paredes. El bastardo se queja, pero no habla—. ¿No?

—Oh vamos, Sergey. Si no ha dicho nada en una hora, ¿qué te hace pensar que lo hará ahora?

—Cállate, Ekaterina —sisea el medio hermano de mi esposa, el cual sabe que la castaña que mata a otro de los hombres, tiene razón—. ¡Marcello! ¡¿Te nos unes?!

La sonrisa lobuna que me da hace que quiera cortarle la lengua. Odio la idea de involucrar personas en las que no confío, pero Aurelio los envío a la dirección suministrada por Tatiana antes incluso de consultármelo. Para cuando llegué hace unos minutos, ya ellos habían hecho una masacre con su paso.

Los tomaron desprevenidos. Y aunque algunos de los integrantes de la CAOV murieron en el proceso de atacarlos, ellos permanecen firmes.

—¿Dónde están los imbéciles que lideraban esta unidad del club de Nox?

Ekaterina rueda los ojos ante mi tono demandante. Ni a ella ni a su hermano les gusta recibir órdenes de nadie, mucho menos mías. Pero me importa tan poco como el hecho de que he matado más de quince personas en menos de veinticuatro horas.

Dos casas de seguridad de Nox y dos clubes atacados, pero no he conseguido respuestas. Nada que me lleve a Anastasia y a mis hijos.

—Están arriba —es Sergey quien responde, viendo la mirada que le doy a su hermana—. ¿Necesitas algo más, idiota?

Doy un paso al frente, pero Ekaterina se interpone en mi llegada a su hermano.

—Te estamos ayudando.

—No pedí su ayuda —contesto con firmeza, clavando mis ojos en la mirada verdosa característica de los hermanos Abramov que dista mucho de ser como la de mi esposa—. Si estás aquí es porque le debes lealtad a la mujer que ha hecho todo para que no se los lleven los rusos.

Aprieta los dientes, resaltando esa mirada felina y bestial que comparten con Anastasia cuando está molesta.

—Vámonos, Ekaterina, o aquí habrá otro muerto del bando equivocado —me amenaza Sergey elevando el mentón mientras sus manos aun están teñidas del carmesí de la sangre de todos los hombres que ha matado hoy—. Y no seré yo.

PODEROSA VINDICTA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora