Niebla.
23 de junio de 2023.
Anastasia.
Angustia y rabia.
A eso se reduce lo único que he estado sintiendo estos días, entrando en un bucle en el que mantengo la calma a fuerzas para no hacer nada que me comprometa.
Deambulo por la casa deteniéndome en algunos momentos para tomar algo de reposo antes de seguir, respondiendo llamadas, esperando mensajes que nunca llegan y con la esperanza de que uno de ellos sea de Marcello avisándome del paradero de Nadim.
—Llegó bien —escucho tras de mí. La voz de Vittoria no me hace saltar, aunque mis sentidos se agudizan incluso si no la miro, solo la escucho avanzar siguiéndome un paso a pesar de que no habla.
Llegó bien.
No respondo, tampoco siento alivio hasta que veo el mensaje de mi esposo saltar en la pantalla de mi celular avisándome que está en Abu Dabi y va camino a una de las casas de seguridad de Nadim y Rada.
Las cosas iban demasiado bien hace meses para ser verdad y ahora lo compruebo. Parece que esta casa se ha vuelto un refugio en el que espero que una bomba salte por la ventana a sabiendas del nido en el que me encuentro, cálido, pero sin ser seguro.
Porque ningún lugar será nunca seguro para mi familia dadas las circunstancias.
—Pensé que no estarías aquí hoy —no tomo las palabras de vuelta a mi boca una vez salen, no me molesto en hacerlo, pero escucho el sonoro vacío que deja en el aire cuando detiene su andar.
Es entonces cuando me giro, sin atreverme a hablar, pero viendo que no tengo su atención la cual está en el colgante en su cuello el cual gira y gira como si nunca fuese suficiente para aferrarse a él.
Hoy es el aniversario de la muerte de Giuliana, pero ella está aquí. Roger me dijo que salió en la mañana temprano y fue a la iglesia, sorprendiéndome. Pensé que había perdido la fe que la caracterizaba tras la muerte de su hija, pero no.
Ella no lloró.
Al menos eso dijo Roger.
Pero yo no tengo la valentía de preguntar sobre ella.
—Marcello me encargó tu seguridad.
—Permíteme dudarlo —respondo siguiendo mi paso hasta que llego a la habitación de mis hijos.
La escucho soltar una leve risa que queda opacada con nuestros pasos, pero ambas nos detenemos al ver a Aleska sentada en el suelo con Stella mientras doblan la diminuta ropa que Franchesca compra cada que tiene la oportunidad para los bebés en camino.
—Tía Vittoria, ¿quieres ayudarnos? —sugiere sin mirarla. Stella le sonríe en la distancia, pero ya no me sorprende ver la sonrisa genuina que se desliza en la boca de la rubia acompañándome—. Mi mamá no puede sentarse con nosotras.
Doy un paso atrás una vez Vittoria duda, dándole el ingreso y apartándome cuando ella entra. Caminar a mi despacho no es fácil, pero me mantiene cuerda cada paso que doy.
Marcello responde cuando lo llamo, pero es el mismo informe, siempre es el mismo. La gente de Nadim los está buscando, Marcello volverá mañana, pero tuvo que ir porque Nadim hace parte de la Organización.
Nada de Natalia.
Nada de ellos.
¿Cuándo va a acabar tan siquiera un poco?
—Todo está listo para tu traslado, Anastasia. —Roger entra sin tocar seguido de Ramiro, el cual por órdenes de Marcello es el único que permanece dentro de la casa junto a mi mano de derecha y Vittoria—. Y la persona que pediste ver, viene en camino.
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PODEROSA VINDICTA [+21]
Roman d'amourLIBRO III Perversión y venganza. Sanguinarios. Poderosos. Inmorales. Una pareja hecha en el infierno. La diabla luchó en vano y cayó en las llamas del diablo. El diablo cedió y perdió en la batalla contra su más perversa contrincante. Y ahora, am...