CAPITULO 16

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Un paso atrás.

12 de mayo de 2023.

Anastasia.

No soy partidaria a las demostraciones de afecto, realmente son pocas las personas con las que siento el impulso de dar un paso al frente y se reduce escasamente a Aleska la mayoría del tiempo y a Marcello en otras tantas.

Aurelio y yo no fuimos del tipo de abrazos y palabras cariñosas, al contrario, su manera de demostrar lo orgulloso que se encontraba de mí era mirándome en la distancia con una ligera sonrisa que no dejaba que nadie viera, mientras que yo, incluso en sus cumpleaños, me mantenía a un lado esperando a que me diera el permiso con sus ojos de que me acercara.

Sin embargo, justo ahora, mis brazos se niegan a caer, siento un nudo en la garganta tan grande que no contengo ni siquiera las lágrimas que no quiero que salgan la mayor parte del tiempo, pero que ahora me exigen que las suelte. Padre me abraza sin presionarme, lo escucho maldecir entre dientes, pero no me mira y yo mantengo mi rostro enterrado en su cuello, escuchando el suave sonido que hace al respirar que me comprueba que esto no es un sueño y él realmente está conmigo.

Mis palmas no se apartan de la chaqueta del traje al levantar la mirada y dar un paso atrás, lo presiono sin sentir la necesidad de dejar de tocarlo.

—¿No decías que no habría bebés en camino, principessa? —comenta con diversión y no es una pregunta realmente. Sus pulgares se pasean por mis mejillas desechando las lágrimas que parecen dejar de caer—. ¿Cómo te sientes?

—Mejor ahora. —No puedo evitar sonreírle, la sonrisa solo irrumpe en mis labios haciendo que sus ojos brillen al verme. Es como si no pudiera dejar de hacerlo, como si quisiera grabarse mi cara al igual que yo lo hago con la suya—. ¿Cómo te sientes tú? Alessandro dijo que...Nadie me dijo que despertaste. 

—Les dije que no lo hicieran. No planeaba quedarme en Italia, cuando Emilio llegó estaba haciéndome mis últimos chequeos para volver. Él pensó que lo correcto sería venir aquí y no decírtelo por teléfono, ya veo el motivo —sus ojos caen en mi vientre—. ¿Soy yo o pareces a punto de dar a luz?

Suelto una carcajada al tiempo que él me imita levantando su mano a la altura de mi vientre, pero dejándola caer al segundo.

Respiro hondo al ser yo quien toma su mano, llevándola a mi vientre y dejándola allí. Se le corta la respiración, pero la sonrisa se ensancha en su cara.

—Son pocos quienes lo saben —digo mientras veo como se niega a mover sus dedos, parece incluso nervioso—. Me oculté en Colombia unos meses, pero tuve que regresar hace poco.

—¿Cuántos meses tienes?

—Casi ocho.

Asiente, acoplándose a mis palabras.

—¿Y sabes qué...? —Carraspea, buscando las palabras—. ¿Sabes qué será?

—No, no he querido averiguar qué serán —me sincero, esperando su reacción a mis palabras.

Nunca llega.

Es como si no me hubiese escuchado y solo se dedicara a mirar con fascinación sus dedos rodeando panza que se interpone entre ambos.

—Marcello y yo... —Tomo aire, sabiendo que le quiero decir todo—. Marcello y yo estamos juntos, ¿sabes? Lo que dicen en las noticias y lo que piensan todos...

—Así que mis nietos en definitiva serán unos Venturi —dice, divertido—. Tenía la esperanza de que ese idiota al fin hubiese dejado a mi principessa en paz.

PODEROSA VINDICTA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora