CAPITULO 49

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IVOAC.

Marcello.

06 de octubre de 2023.

Saco de mi caja fuerte los documentos que he mantenido guardados durante años bajo el marco de una promesa que le hice a alguien que ya no está. Juré proteger a su familia tanto como él lo hizo con la mía y sé que, de haber faltado yo, él se habría hecho cargo de estar para mi madre y para Vittoria de la misma forma en que yo lo habría estado.

Domenico Basile fue un gran amigo, uno que murió defendiendo a una de las personas que más amo en el mundo. Vittoria le lleva flores a su tumba una vez al mes. No me lo dice, pero lo sé. Los Basile y los Venturi formaron un imperio en nuestros territorios y, de no ser por la maldita de Nicoletta, tal vez seguiría siendo así.

Así que, cumpliendo con esa promesa que un día hice, extiendo el brazo, dejando sobre el escritorio los documentos que Dom nunca quiso mostrarle a sus hermanos hasta que no tuvieran la forma de enfrentarse al mundo solos, bajo sus propios medios. Él estaría de acuerdo en que ya es hora.

—¿Qué es esto? —La mirada verdosa de Greta está envuelta de confusión a medida que toma los papeles, leyéndolos por encima—. Te dije que no me quedaré, yo...

—Los negocios que le quité a los Lombardi en Italia no solo eran para saldar una deuda para mí, sino de Domenico —revelo, causando que frunza el ceño—. Jerom ya recibió una copia, pero quería aprovechar que viniste para hablar contigo de esto.

—No quiero meterme más en asuntos de mafia, Marcello, no puedo. —Se niega a algo que ni siquiera le he propuesto—. Esta es la razón por la que me voy. Yo no estoy hecha para sostener una pistola por gusto. No los juzgo, los aprecio, amo a Jerom, pero no quiero.

—Jerom me dijo que dirías eso —digo con una sonrisa ladeada—. Y Domenico pensaba igual.

—Domenico tenía razón en muchas cosas.

—Como en el hecho de que serías muy buena manejando los negocios de la familia, aquellos que no necesitan que tengas una pistola en la mano como dices. —Me arreglo el traje al enderezarme en mi asiento, colocando el pie sobre mi rodilla contraria—. Los negocios en Italia incluyen varios hoteles, casinos y algunos restaurantes.

Los ojos se le iluminan por un segundo y me hace recordar el día que se marchó, ese en el que no quería irse para cumplirle un capricho a Domenico. Italia se convirtió en su refugio y ella quiere regresar para retomar lo que un día dejó atrás para vengarse.

—¿Restaurantes? —la voz se le alza un poco—. Domenico nunca lo dijo.

—Era un regalo. Sabes lo mucho que él amaba tu cocina, Greta —le recuerdo y ella asiente con una extraña sonrisa de tristeza en el rostro—. Si aceptas, seguiremos en contacto. No con la parte mala a la que tanto quieres alejar, sino con esa que un día tu madre tanto quiso proteger.

—¿Jerom accedió?

—Sabes que sí —le digo, seguro. Ya hablé con el hombre, está listo para asumir el control de su familia, de los restos que quedan de los Basile—. Pero esta es tu decisión. Si dices que no, Jerom buscará la manera de mantenerlo a flote.

—Sé que debo irme —aclara conteniendo las lágrimas—. No es solo la mafia, la sangre o las balas, son los recuerdos. España es tóxico para mí, me recuerda lo que perdí —susurra—. Debo empezar de cero. No pude hacerlo hace años por mi terquedad y esta es mi oportunidad. Sé que dejo una parte de mí aquí, pero es momento de que cumpla eso que le prometí a Domenico hace años. Quiero hacerlo por él. Quiero estar bien por él.

PODEROSA VINDICTA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora