Angelina
—¿Te enteraste de las noticias?—Me preguntó Ema.—¡El jefe viene hoy! Que lástima que no podré conocerlo. Mi turno de hoy termina más temprano.
—No sabía que venía hoy.
—¡Dale una mirada por mi, Angie! Dime si es atractivo. Llevo mucho tiempo soltera y estar con alguien no estaría mal.
—Bueno, le voy a echar el ojo por vos.
Aprovechando que no teníamos mucho trabajo, le conté a Ema sobre la propuesta de Zack y cómo había aceptado sin dudar. Ella me felicitó por tan buena noticia.
—Más te vale que sea una dama de honor de tu boda.
—Obvio vas a serlo, si sos mi mejor amiga.
Siempre me decía lo mismo.
(...)
La compañía no daría una bienvenida formal sino hasta el viernes, donde haríamos una pequeña fiesta para celebrar. Así que no nos habían citado para saludarle hoy.
Ya no tenía más trabajo pendiente pero todavía faltaba media hora para cumplir mi turno. Motivo por el cual me encontraba tomando un te de tilo en la sala de descanso y un brownie que había comprado en el camino. Suspiré mirando a la nada, alegre de que últimamente todo me saliera tan bien. Tenía un trabajo estable, buenas amigas y en especial a Ema que me apoyaba en todo y una buena pareja que me quería mucho. Como me había invitado a vivir con él, era cuestión de tiempo para que me pidiera matrimonio.
Sonreí tontamente pensando en que a fin de año me encontraría casada. ¿Qué clase de anillo elegiría Zack? Esperaba que eligiera bien el tamaño de mi dedo.
Escuché bastante barullo en la parte principal de la oficina, así que como toda chismosa, me acerqué a la ventana para saber qué estaba pasando con mi taza en la mano.
Había llegado el nuevo jefe.
Estaba de espaldas, así que solo podía apreciar su silueta. Su pelo era castaño oscuro. Tenía el cuerpo estilizado, era alto y estaba usando traje. Destacaba a simple vista; era bastante imponente y también las expresiones corporales que hacía denotaban que era un hombre seguro de sí mismo y muy profesional.
Pensando en que si Ema estuviera acá, se estaría volviendo loca por el nuevo jefe, tomé un sorbito de mi té. Todavía quedaba bastante para irme, así que me estaba tomando un buen descanso.
El jefe siguió saludando y charlando con las personas que se le acercaban. Pude ver cómo varias veces sus hombros temblaban por reírse de lo que el resto le decía; parecía tener buen humor o al menos, ser bastante cortés. Cuando estuve por volver a sentarme en la mesa de la sala de descanso, él justo se dió vuelta y al instante nuestras miradas se encontraron. Me sobresalté de la sorpresa en mi lugar e instantáneamente me escondí en el interior de la sala de descanso.
Por más que no lo había visto durante siete años, lo reconocí al instante. Samuel, mi primer amor, era mi nuevo jefe.
¿Pero qué carajos? ¡No tenía nada de sentido! Lo último que había escuchado sobre él de parte de su hermana es que había decidido quedarse en el extranjero, ya que su trabajo era increíblemente bueno y no tenía comparación con cualquiera que pudiera conseguir en esta ciudad tan pequeña. Si bien la compañía en la que yo trabajaba era bastante grande y ostentosa, no tenía comparación con una de las mejores de Inglaterra.
¿Qué se supone que hiciera ahora?
Era mi jefe. Quedaría muy mal acercarme a él para saludarle y preguntarle cómo estaba y qué hacía acá. Las mujeres adultas de mi oficina eran muy chismosas y hablarían de que era muy confianzuda con él. Aunque tampoco me gustaría fingir no reconocerlo; sería muy maleducado de mi parte. Mejor esperaría a su reacción y le seguiría la corriente.

ESTÁS LEYENDO
bromas y amores dulces
RomanceDespués de siete años, Angie y Samuel se reencuentran inesperadamente y deciden hacerles bromas a sus compañeros de oficina para pasar el rato. Un primer amor, luego de tanto tiempo ¿será capaz de volver o quizás nunca había desaparecido?