Capítulo 11: Si no lo hago, me arrepentiré.

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Angelina

Últimamente andaba lagrimeando por todo. Para no cruzarme con cierto castaño de nuevo, me había quedado en la parte trasera del edificio del trabajo. Mi horario laboral ya había terminado pero estaba muy sensible como para conducir ahora.

—¿Estás bien, Angie?—Me preguntó Hank, preocupado. Me sorprendió verlo acá.

—Hola, si.—Más que nada, tenía los ojos llorosos. No iba a largarme a llorar.

—¿Estás segura? Puedes hablar conmigo. Como dice el refrán, más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Sonreí con algo de gracia al escucharlo. Como era un viejito tan confiable, le conté todo lo que me había sucedido.

—Zack es un estúpido. Sale perdiendo él.

—Me estresa la situación en sí, pero haber terminado con él no me pone triste. No lo extraño para nada.

—Mejor. Es muy bueno que te pongas firme y no hayas dudado en terminarle. Nadie te va a cuidar tan bien como vos misma. Tomate tu tiempo para hablarlo con tu familia. Ellos entenderán.

—Es cierto. Gracias por escucharme.

—Me alegra saber que no fue el nuevo jefe el que te hizo llorar.

Lo miré confundida. No le había hablado sobre Samuel.

—¿Eh?

—Los años me hicieron darme cuenta de algunas cosas muy rápido. Está más que claro que nuestro jefe te adora. Se conocían de antes, ¿no?

—¿Por qué creés eso?

—Estaba hablando con él en su primer día y cuando te vió, fue como si hubiera vuelto a vivir después de mucho tiempo. Ningún hombre le dedicaría miradas así de fácil a cualquier mujer.

—Fuimos novios cuando éramos más jóvenes. Si no hubiera ido a estudiar al extranjero, probablemente  estaríamos casados ahora mismo.

—Que lástima que se haya tenido que ir.

—Volvió por temas personales. Cuando se solucionen, se irá de nuevo. Eso me dijo mi mamá recién.—Hice una pequeña pausa.—¡Se me confesó cuando estaba con Zack, y lo rechacé! Ahora me siento hipócrita por tener ganas de decirle que se quede a mi lado. Sería injusto. Acabo de terminar una relación.

—Lo piensas demasiado.

—Tengo que ser una adulta responsable y pensar en las consecuencias.

—¿Cuál sería la consecuencia?

—Que se enoje por lo inmadura que soy.

—Se soluciona pidiéndole disculpas y ya.—Me respondió con una sonrisa ladeada.—Deberías ir a por él. Si no tomas ningún riesgo, no actúas impulsivamente de vez en cuando, no te dejas llevar por tu corazón, ¿realmente vas a disfrutar tu vida? Créeme, luego te vas a arrepentir por no arriesgarte.

—Pero acabo de terminar una relación. No sería sano para él ni para mí. Es imposible pasar por un proceso de duelo en... ¿cuatro días? 

—Ese comentario fue demasiado de psicóloga.—Bromeó.—¿Y qué más da? Hazlo. Después piensa en las consecuencias.

—Tienes razón. Hablaré con él, sino me arrepentiré.

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