Capítulo 1: Ema.

12 3 2
                                    

Angelina, 26 años.

—¿Tienes planes para esta noche?—Me preguntó Ema, mi más preciada amiga.

Ambas habíamos congeniado de una manera increíble, a pesar de que nos habíamos conocido hace dos años atrás, cuando empecé a trabajar en esta oficina. Tenía la suerte de que su escritorio estuviera al lado del mío, así que nos hacíamos compañía todos los días. Era la psicóloga laboral de la compañía.

—Ya tengo planes. Zack me invitó a comer algo.

—Tenés que elegir, Angie, ¿tu novio o tu mejor amiga?

Me reí.

—¡A los dos! Hay suficiente de mí para ambos.

Había empezado a salir con Zack hace medio año. Él se confesó primero, varios meses antes de empezar a salir y su confesión me tomó por sorpresa. No me lo hubiera imaginado. Fue idea de él intentarlo y como no tenía nada que perder ya que los dos nos conocíamos muy bien, acepté. A los meses me había enamorado y por ende, empezamos a salir.

—No se vale. ¡Yo quiero más de vos!—Bromeó, a lo que volví a reírme.—Reserva tu día de mañana para mí.

—¡Claro!

—No te hagas ilusiones, Ema.—Le respondió Zack. Él también trabajaba en esta compañía. Había entrado porque hace un par de meses se había quedado sin trabajo y justo había una vacante para contador en mi mismo lugar de trabajo, así que fue una idea excelente.

—No me jodas. Mañana es mía.

—No. Es mi novia, no es tuya.

Se miraron mal.

Sabía que por dentro se llevaban bien, así que solo los miré divertida.

Esta última semana la oficina estuvo muy desorganizada, ya que pronto harían cambios en el personal. Al parecer, habían contratado a un prodigio para que sea el jefe. No se sabía bien quién era todavía, más allá de que era alguien muy capacitado.

(...)

—¿De qué querías hablar?—Pregunté ansiosa. Nunca había sido buena controlando la incertidumbre. Zack se la había pasado casi toda la cena con el celular, respondiendo mensajes.

Dejó el celular a un lado con una sonrisa dulce.

—Ya llevamos saliendo seis meses.

—Si, el tiempo pasa muy rápido.

—¿Quieres venir a vivir conmigo?

Su propuesta tan repentina no me sorprendió demasiado, ya que era algo que venía sospechando. Después de todo, había comprado una cama grande de golpe para su casa.

—Si.

—Vaya, eso fue rápido.—Bromeó.—¿Tanto te gusto?

—Si, ¿tanto se me nota?

Mis palabras lo hicieron sonrojar. Su vergüenza no duró demasiado, ya que unos segundos después, deslizó su mano por debajo de la mesa, acariciando mi pierna.

—A mí me encantas. Demasiado.—Murmuró en mi oído.—En todo el día no he podido dejar de pensar en desvestirte.

Ladeé mis labios en una sonrisa.

—Entonces paguemos rápido y vayamos a tu casa.

—Me gusta tu manera de pensar.—Bromeó, a lo que con una sonrisita me incliné para darle un beso.

(...)

Al día siguiente, jueves, Zack me tenía tan abrazada que no me dejaba levantarme de su cama. Los jueves eran su día libre, así que no se preocupaba por arreglarse demasiado.

—Ven a mi casa hoy con todas tus cosas. No quiero esperar más. Te quiero ver siempre, Angie.

Con una sonrisa, acepté.

bromas y amores dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora