Angelina
Finalmente era lunes. Antes de bajarme de mi auto, me dí apoyo a mí misma. Vería a Ema y Zack luego de haber ignorado todas las llamadas y mensajes de este último. Incluso los mensajes donde me preguntaba dónde me estaba quedando y si estaba bien.
Mientras esperaba el ascensor en el estacionamiento, de reojo pude ver cómo Samuel estaba llegando al mismo tiempo. Estaba de traje, tan presentable como siempre.
—Buenos días, Lina.
—Buenos días.
Nos quedamos en silencio todo el tiempo que el elevador tardó en llegar, rodeados de una atmósfera bastante incómoda. Lo empeoraba que incluso estuviéramos en el mismo lugar donde lo había rechazado.
Cuando llegó el elevador y entramos, el castaño parecía dudar si decirme algo o no, hasta que luego de unos segundos finalmente se animó a hacerlo.
—Escuché rumores de que terminaste con tu novio. Lo siento muchísimo. ¿Fue mi culpa? No tenía intenciones de darte problemas.
—No tuviste nada que ver.
—Si mi confesión creó un malentendido o algo con Zack, puedo decirle que me rechazaste sin dudarlo.
—No fue tu culpa.
—¿No me lo estás diciendo por compromiso?—Cuestionó, inquieto.—No hace falta que lo hagas. Estoy hablando en serio, Lina.
—También estoy hablando en serio.—Le respondí, mirando fijo hacia el piso con cierta incomodidad.—Lo que pasó no tiene nada que ver contigo. No te metas.
Nos volvimos a quedar en silencio.
—Nos vemos.—Se despidió una vez cada uno se fue para su lado.
(...)
Esto iba a ser horrible, pensé mientras veía a Zack y a Ema conversando entre ellos. Cuando me senté en mi lugar, no tardaron en notar mi presencia.
—Hola, amiga.—Ema me saludó con una sonrisa falsa mientras volvía a su escritorio. Ignoré su saludo.
Zack, teniendo un poco más de decencia, me dedicó unas miraditas preocupadas. Estuvo a punto de venir en mi dirección, pero Hank se le adelantó.
—Angie, disculpa...
—Hola.—Le sonreí con amabilidad.—¿Pasa algo?
—A mi silla le falta una tuerca y no puedo usarla. El que lo hizo me dejó una pista para encontrar lo que le falta, ¿puedes ayudarme a buscarla?
—Si, claro.
La pista daba a la sección de ventas. En la sección de ventas, encontramos otro papel que decía que estaba en la heladera de la sala de descanso.
¡Esto definitivamente era obra de Samuel!
Hank estaba tomándoselo muy bien. Se estaba riendo mientras buscábamos la mítica pieza en la heladera.
—Esto es bueno para salir de la rutina y son buenas anécdotas para contarle a mis nietos. A veces creen que les estoy mintiendo.
—Son bromas divertidas.—Comenté risueña.—Y lo mejor de todo, es que son inofensivas.
—Espero que el que las esté haciendo no se quede sin ideas.
—También lo espero. Me divierte ayudarte con estas búsquedas.
Agarré una caja rosada que estaba al fondo de la heladera.—Mira, no tiene nombre. Es demasiado sospechoso, ¡todos saben que hay que ponerle nombre a las cosas!
Pusimos la caja rosada en la mesada y cuando la abrimos, había una tuerca, una pequeña nota y un par de chocolates.
Leímos la carta.
"Los chocolates son por las molestias de hacerte perder el tiempo. Espero que no tengas que hacer horas extras porque no te las pagaré :). Ánimos, te quiero. —A."
—Firmó con una A, el sinvergüenza este.—Rodó los ojos indignado, mientras agarraba un chocolate y le daba una probada.
—Tal vez sea de "anónimo"
—No creo. En otra nota firmó con otra letra.
Me quedé mirando la nota con una sonrisita.
—Seguramente su nombre ni siquiera empiece con A, entonces.
—Si, seguro. ¡Encima dice que me quiere! Llega a ser aterrador. Dudo que esta nota sea para mí. Pero no importa, ya que nos dió chocolates gratis.
—¿Para quién más sería si no fuera para vos? Capaz tengas un admirador en esta oficina.
Como Hank me había ofrecido, también saqué un chocolate.
—No lo creo. La carta del viernes era una disculpa.
—¿En serio? ¿Qué decía?
—La guardé, ¿quieres leerla?
—Claro.
Antes de volver a nuestros escritorios, Hank me ofreció la mitad de los chocolates ya que le había ayudado. Cuando él no estaba mirando, tomé la nota que traía la caja rosada. Cuando estuviera de mal humor, la leería para reírme un rato.
—Toma.—Me la dió.—Ya tengo que volver al trabajo. Muchas gracias por tu ayuda, Angie.
—Gracias a vos por los chocolates e invitarme.
Luego de sonreírnos, cada uno volvió a su escritorio. Mientras ya iba por mi tercer bombón de chocolate, abrí la nota que Samuel escribió para Hank, con curiosidad.
"Si no puedo ser tu amigo, al menos te haré reír un rato. Lamento lo de ayer. —S."
Volví a sonreír al leerla. Le había contado al castaño que Hank siempre me pedía ayuda, así que aprovechándose de eso, me dedicó las notas del viernes y de hoy.
Sus tonterías habían mejorado considerablemente mi día. Incluso sentía que aunque estuviera tan cerca de los dos traidores, podría sobrellevarlo.
....
Si les está gustando la historia denle me gusta porfa, me ayuda una banda si apoyan mi historia
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bromas y amores dulces
RomanceDespués de siete años, Angie y Samuel se reencuentran inesperadamente y deciden hacerles bromas a sus compañeros de oficina para pasar el rato. Un primer amor, luego de tanto tiempo ¿será capaz de volver o quizás nunca había desaparecido?