Angelina
Al día siguiente, me había cambiado de escritorio. Estaba más lejos de la cocina, por lo cual no podría pasar desapercibida en ese lugar con tanta naturalidad como antes. Lo bueno es que estaba incluso más cerca de Hank, que era muy agradable.
—No nos vayas a psicoanalizar.—Comentó divertida Meredith, que también estaba muy cerca mío. Solté una risita, aunque realmente solo fue por compromiso. Me habían hecho el mismo chiste muchas veces.
—No lo haré, tranquila.
—Te mandaría directo al psiquiatra.
—No seas tan malo conmigo, Hankie.~
Ver la cara de Hank al ser llamado así no tenía desperdicio.
—¿Por qué me decís así Meredith, si te duplico en edad?
—Pero yo te duplico en altura.
—Eso es cruel.
—Vos también sos cruel conmigo. Seguro te proyectas en mí porque tienes miedo que Angie te diga que tenés indicios de demencia.
—¡Ay Dios mío!—Exageró.—No digas cosas de mal agüero. Ahora si me da demencia, será tu culpa.
—Dicen que para anular algo de mal agüero hay que tocar algo de madera rápido.—Comenté, agarrando una caja de madera. Le sonreí a Hank.—Ya no vas a tener una demencia.
Meredith también tocó la cajita mientras se reía.
—Me salvaron.—Bromeó el hombre.
—¿Hoy no te hicieron ninguna broma?—Preguntó interesada la rubia.
—Por ahora no. Espero que el día siga así tranquilo.
—Esperemos. Hoy traje unos pancitos de zapallo para comer.—Musitó Meredith.—¿Querés probar, Angie? Son muy ricos.
—Si.—Sonreí. Nunca me negaba cuando me ofrecían comida.—Gracias.
—Espero que te guste.—Dijo, mientras Hank se concentraba en su monitor.
Probé el pan y era una delicia.
—¡Está muy rico!
Mi compañera me sonrió, alegre de que me haya gustado. Al mismo tiempo, Hank se tiró un pedo tan sonoro que se escuchó por toda la oficina.
Se puso rojo.
—¡Yo no fui! ¡Fue la compu!
Volvió a hacer click con el mouse y el ruido se volvió a escuchar.
Me tapé la boca, atragantándome con la comida mientras me aguantaba una carcajada. Mi cara se puso roja de tanto aguantarla, lo que fue aún más difícil cuando volvió a clickear y se escuchó de nuevo un pedo. Era el tipo de flatulencia que con tan solo escucharlo te dabas cuenta de que venía con sorpresa.
Luego de descojonarme en mi lugar al igual que todos, le ayudé a sacar ese sonido. Por cada click que hacía en configuraciones buscando cómo sacarlo, el ruido se escuchaba por toda la oficina.
Me dolía la panza de tanto reírme. Lo había hecho tanto que hasta Hank me miró algo indignado.
—Casi me ahogo con el pan de Meredith.—Le conté, risueña.
—No llevas ni un día siendo mi compañera y ya te me vas.—Rodó los ojos con gracia.
El resto de la jornada la pasé de muy buen humor.
(...)
—¿Estás en casa, mamá?—Le pregunté por teléfono.
Tenía que enfrentar las cosas. No podía costear un hotel por tanto tiempo porque tendría problemas económicos.
—En un rato llego. ¡Llevo en el supermercado todo el día! Ah... no sabés a quién me acabo de encontrar.
—¿A quién?
Siempre tenía oreja para escuchar un chisme. Sonreí divertida esperando su bomba de información, sin esperarme nada importante en realidad. Me gustaba hablar con mi mamá.
—¡A Samuel!—Me quedé muda ante su exclamación.—Está muy lindo. Osea, siempre fue un chico muy atractivo pero ahora se ve mucho más varonil y, que no me escuche tu papá, ¡muy sexy! Se nota que tiene mucho dinero, también. No me extraña sabiendo que estuvo trabajando en Inglaterra estos años. ¿Vos sabías que había vuelto? Me sorprendió mucho verlo tan de repente. Vino porque su mamá está enferma.
—¿Le hablaste?
—¡Por supuesto! Ese muchacho siempre me encantó. Siempre me preocupé porque no consiguieras a otro chico que te haga tan feliz como él. No te he visto brillar tanto con otro chico como con este muchacho. ¡"Muchacho"! Jajaja, ya es todo un hombre.
—¿En serio?
—Si. Pero no le digas a Zack que te dije esto, eh. Si no estuvieras con él, te insistiría hasta la muerte para que vuelvas con Samuel. ¡Es muy encantador y respetuoso!
Carraspeé mi garganta antes de hablar. Por alguna extraña razón, sentía que me estaba reprochando.
—Ahora es...—Le iba a contar que era mi jefe, pero me interrumpió.
—Me dijo que se va a quedar un tiempo pero que su intención es volver a Inglaterra. Al parecer, extraña mucho. ¡...Pero cuando le pregunté qué haría si encontraba un motivo para quedarse, dijo que lo haría sin dudar!
—Ah, ¿sí?
Eso si me había interesado.
—Es una lástima que estés con Zack y te lo pierdas. De todos tus novios, Samuel es el que más me ha gustado para vos.—Estaba fascinada con mi primer amor, tanto que no le importaba hablar mal de Zack.—Por cierto, ¿cómo está él? El otro día quise ir a visitarlos, pero no encontré la casa.
Tardé unos segundos en responder. Incluso tragué grueso antes de hablar.
—Nos peleamos.
—Espero que se reconcilien. ¡Quiero una boda pronto!—Bromeó, al creer que no era algo tan serio.
No quería decírselo por teléfono. Prefería verla cara a cara para pedirle quedarme con ella.
—Terminé con él.—Salió de mi boca antes de que me diera cuenta.
—¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás bien? ¿Fue tan grave?
—El motivo no importa.
—¿Te hizo daño? ¿Te pegó? Si es así, sabes que tu hermano y tu papá...
—No, no, no me pegó.—La interrumpí.—No me tocó ni un pelo. Terminamos y nos peleamos por otra cosa, pero realmente no quiero hablar de eso.
—¿Dónde te estás quedando?—Sonaba muy preocupada por mí.
—En un hotel.
—¿Por qué? Ven a casa.
—¿Puedo...?
—¡Claro! Ni siquiera hace falta que preguntes. Siempre será tu casa, mijita.
Volví a carraspear mi garganta. Sentía un nudo en la misma y mis ojos ya estaban llenos de lágrimas.
Estaba aliviada de contar con el apoyo de mi familia en esta situación.
—Gracias.

ESTÁS LEYENDO
bromas y amores dulces
RomanceDespués de siete años, Angie y Samuel se reencuentran inesperadamente y deciden hacerles bromas a sus compañeros de oficina para pasar el rato. Un primer amor, luego de tanto tiempo ¿será capaz de volver o quizás nunca había desaparecido?