Angelina
Según la hora, Samuel debería estar a punto de irse. Lo busqué nerviosa por todos lados, con el corazón acelerado mientras me cuestionaba cuánto tiempo tenía que pasar luego de terminar una relación para estar en otra. ¿Y si la petición que le haría era muy egoísta?
Lo encontré en la sala de archivos. Estaba viendo unos documentos y noté que estaba en llamada.
Cerré la puerta a mis espaldas haciendo algo de ruido. Él me miró de reojo, sin dejar de escuchar la llamada. Me miró extrañado al verme todavía en el trabajo.
—¿Podrías mandarme más información del plan C?—Siguió conversando por teléfono, suponiendo que venía a buscar un documento también.—Si, su empresa me la recomendó un conocido. Me dijo que era la mejor empresa de seguros de la zona.
Parecía ser una llamada importante. Tal vez no era el momento indicado para hablar de lo que quería hablar.
—Te quiero.
Hoy hablaba más rápido de lo que pensaba. No había sido mi idea confesarme tan repentinamente, pero al verlo, toda la razón me había abandonado.
Al instante miró en mi dirección, girándose. Se veía muy sorprendido por lo que acababa de decirle, tanto que dejó de hablar repentinamente con la empresa de seguros.
—¿Qué dijiste, Lina?—Me preguntó, dejando su celular y el archivo que tenía en sus manos a un lado. Me avergoncé al ver cómo se acercaba hacia mi.
—Te quiero.—Repetí, sonrojándome.—No te vayas a ningún lado.
—Bueno, no me iré.—Ni siquiera dudó.
No me había dado cuenta que había retrocedido un paso hasta que mi espalda tocó la puerta. El castaño me tenía acorralada, posando una de sus manos al costado mío. Estaba inclinado en mi dirección, tan cerca mío que mis ojos alternaban entre sus labios y mirada.
—Espera.—Lo detuve con timidez, al percatarme de que estaba a punto de besarme. Llevé mis manos hacia sus hombros.—No terminé de hablar.
Sonrió ladinamente. Tenerlo tan cerca mío había nublado mis pensamientos.
—Te escucho.
Tardé unos segundos en volver a hablar. ¡Nuestros rostros estaban demasiado cerca!
—Deja de mirarme así que me la pones más difícil.
—¿Así cómo?
—¡Como si fueras a besarme en cualquier momento!
—Me acabas de decir que correspondés mis sentimientos, ¿qué esperabas?—Comentó risueño.—Me muero por besarte, así que termina de hablar rápido.
Estaba muy apenada con esta situación. ¿Y si arruinaba el ambiente de nuevo con lo que estaba por decir?
Cuidé bien mis palabras.
—Cada vez que me llamas Lina, o me sonríes, me abrazas, o te me acercas mucho, reacciono de la misma manera que en el pasado, ¡como si no hubieran pasado siete años! Es muy extraño. Es como si te conociera perfectamente, pero sé que no es así. Es imposible que Samuel de veintiséis años siga siendo igual que el de diecinueve. Nos reencontramos hace menos de dos semanas, tampoco tiene sentido que me gustes tanto.
Sonrió de oreja a oreja al escucharme decir lo último.
—Te entiendo. Me pasa lo mismo contigo.
Me sonrojé aún más.
—No has cambiado nada pero al mismo tiempo has cambiado muchísimo.—Comenté, apenada.—En el pasado tomaba siempre la iniciativa yo y, ¡mírate! Me estás acorralando a punto de besarme como si nada, ahora.

ESTÁS LEYENDO
bromas y amores dulces
Roman d'amourDespués de siete años, Angie y Samuel se reencuentran inesperadamente y deciden hacerles bromas a sus compañeros de oficina para pasar el rato. Un primer amor, luego de tanto tiempo ¿será capaz de volver o quizás nunca había desaparecido?