15: La espátula.

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Angelina

Tardé un mes en encontrar un departamento en alquiler en buenas condiciones. La ubicación me venía como anillo al dedo, ya que quedaba muy cerca de la oficina. Incluso veía la posibilidad de ir caminando cuando no estuviera jugada con el horario. ¡Ahorraría un montón de combustible y, por ende, dinero!

Suspiré agotada. Tal vez debería empezar a ejercer práctica privada para tener una ganancia extra y no andar siempre tan jugada con mi dinero. No es que mi sueldo sea malo, pero gastaba mucho en cosas inútiles.

Cuando terminé de mudarme a mi departamento nuevo, me percaté de algo que me hizo hacer una mueca. Me había olvidado mi espátula favorita en la casa de Zack.

Si ponía en una balanza para medir la importancia que tenía mi espátula de silicona verde y mi dignidad de no volver a pisar su casa, definitivamente ganaba mi espátula.

Me gustaba mucho. Así que, aunque repudiaba la idea, le tendría que hablar a Zack, porque ya le había entregado la llave que tenía de su casa hace un par de semanas atrás.

Así que, al día siguiente de descubrir que me faltaba mi media naranja (mi espátula), busqué a mi ex en el trabajo.

—Hola.—Lo saludé, acercándome a su escritorio. Al instante ya podía sentir la mirada de Ema a mis espaldas.

—Hola, Angie.—Sonrió como un estúpido. Era la primera vez que me acercaba a hablarle luego de haber terminado nuestra relación.

—Creo que me he olvidado mi espátula verde en tu casa. ¿Puede ser?

—Me fijaré cuando llegue hoy a casa. Si la necesitas urgente, puedes venir conmigo.

—No.—Me negué sin dudar.—Tráemela mañana, por favor.

Contuvo hacer una mueca triste.

—Está bien.

(...)

—¿A qué se debe tu buen humor?—Me preguntó curioso Samuel.

Como era viernes, me había invitado a tomar algo a la salida del trabajo.

—Tenés que verlo con tus propios ojos para entenderlo.—Comenté en un tono más risueño de lo normal debido al alcohol. Busqué en mi cartera mi objeto favorito del momento mientras el castaño me miraba muy intrigado al respecto.

—¿Una espátula?

—¡Es mi espátula favorita! Me la había dejado en casa de Zack y me la devolvió hoy.—Le conté.—Es muy útil y me costó mucho encontrar una que me gustara tanto. Se podría decir que es mi mejor amiga.

—¿Una espátula?—Repitió incrédulo.

—¡Sí! Aunque sea una espátula, es mucho más leal que mi ex mejor amiga, ¿no crees?

—Si, lo estoy captando.

La dejé en el medio de la mesa, acomodándola.—¿La dejas ahí para que haga de mal tercio en nuestra velada?

—No, no, no.—Negué efusivamente, mientras la volvía a agarrar. Con una sonrisita, abracé la espátula.—Vos sos el mal tercio ahora.

—¿Esa espátula es mi rival?—Me siguió el juego, arqueando sus cejas sugerente.

Solté una risita.

—Si, y también le gusta hacer bromas. En la tarde me dijo que una buena broma sería ponerle laxantes a alguien en su café.

Ladeó su cabeza, pensativo. No se veía muy convencido.

—Es medio fuerte como para hacérsela a Hank. Busquemos otra víctima para esta ocasión. 

bromas y amores dulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora