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Justin.

—¡Venga dámelo!— hizo un puchero.

—¿Sabes lo provocativa que te ves ahí? Me dan ganas de tenerte todo el día.— ella se sonrojo y bajo la cabeza.— ¡Venga que ahora eres tierna!— suelto riendo.

—¡Parale Justin!

—Toma muñeca.— le ofrezco una taza de chocolate caliente. Ella la sostiene y bebe un poco de ella.

—Está delicioso.

—Que soy todo un chef muñeca. No esperes menos de mí.

Ella roda los ojos.

—Que si fuera por eso...

—Venga ya... ¿seguimos jugando?

Ella asiente.

—No dejaste que termine muñeca.— ella me mira confundida.— ¿Seguimos jugando el juego del lago?

—¡Justin!— abre los ojos como dos platos y se sonroja.— ¡No!— se tapa la cara.— ¡Seguiremos jugando a esto! ¡Las cartas! ¡Venga!

—¡Pero yo quiero seguir jugando lo del río! ¡Me causa más placer muñeca!— hago un puchero.

—Que pareces todo un adolescente hormonal Justin. Ya eres todo todo un viejo. Asume la edad.

—¡Pero que tampoco me ofendas eh! ¿O tengo que demostrártelo otra vez?— alzo una de mis cejas.— Y por si las dudas, vas más roja que un tómate.

—Cállate. Que eso es lo que provocas tú.

Suelto una carcajada.

—Ven muñeca.— ella no rechista y se acuesta sobre mi pecho.— ¿Cómo son los niños?— pregunto de la nada.

Quería saber de mis hijos. Cuatros años pueden hacer mucho.

Ella se quedo pensativa unos segundos.

—Jacob es como tú, tiene tu carácter y tus palabras. A veces me decía unas cosas que me daban ganas de desparecer por unos segundos, siempre me ha recordado mucho a ti, demasiado. Gemma se parece mucho a mamá, le abrazaba muy fuerte en mis momentos más difíciles, era como si reencarnara ella. Austin es un niño tímido y a la vez travieso, no sé explicar del todo su forma de ser, es como fusionarnos a nosotros.— soltó un suspiro.— Están tan grandes, no puedo dejar de pensar en aquellos bebés que teníamos hace unos años.

—¿Cuándo fue que crecieron? No lo vi venir, todo ha sido demasiado rápido... ya no tenemos bebés Justin.

Negué levemente.

—No, no tenemos bebés Emma, pero gracias a ti, son unos maravillosos niños. Todos heredaron tu belleza.

—La tuya.— dice y me abraza más fuerte.

—Seguro...— digo en un susurro y la acurruco más en mi pecho.

Esta mujer será la que me llevara al borde de la locura.

Secuela WhatsApp ➳ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora