Capitulo Catorce.

442 64 19
                                    


Dando una vuelta frente al espejo, Noah observó lo que llevaba puesto con critica, intentando discernir que era lo que no terminaba de encajar en el conjunto. Aunque no había llegado al final, había estudiado modas, y había aprendido una o dos cosas. Podía vestirse bien si lo deseaba, era solo que había días en que su voluntad era escasa y se le hacía difícil siquiera intentarlo.

Ahora, mirando su reflejo, se recordó a si mismo porqué lo estaba haciendo. Dorian lo había llamado unas horas atrás, y prácticamente le había rogado a través de la línea que no faltase a su cumpleaños. En los veinte años que llevaban de conocerse, nunca había faltado al cumpleaños de ninguno de los Baker, así como ellos jamás habían faltado a uno suyo. 

No podía fallarle a Dorian solo porque no estuviese de buen humor. Su padre había arruinado muchas cosas para él, no iba a permitirle que también agriara un festejo de ese estilo. 

Volviendo a su aspecto, se inclinó y observó de cerca la pedrería rosa que llevaba alrededor de sus ojos, la cual hacia un fuerte contraste con el corazón negro pintado en su mejilla. Había intentado poner un color más agradable allí, o algunas piedras, pero por más que lo intentó, no logró convencerse de ello. Su animo no estaba colorido en ese instante. 

Escuchando el sonido de pasos, se enderezó y esperó hasta que Reb apareció en la cima de las escaleras antes de dar una vuelta sobre si mismo y preguntar:— ¿Que dices? ¿Es demasiado?

Posándose en las botas altas de caña alta, pasando por el pequeño short/falda y hasta terminar en el top rosa que llevaba, Reb pareció analizar a detalle su vestuario antes de silbar bajo su aliento.

—Depende —respondió—. ¿Intentas matar a alguien de un infarto?

Acomodando su top, tomó una chaqueta igual de corta y la puso sobre el mismo, volviendo a verse con una mueca—. Creo que es demasiado, ¿tu que crees?

—Creo que te ves estupendo —le aseguró—. Y también creo, que si no comienzas a moverte, llegaremos cuando la fiesta haya terminado.

Echándole un vistazo al reloj sobre su mesa de noche, soltó una maldición bajo su aliento mientras se movía para tomar su teléfono y bolso. Comenzando a dirigirse a las escaleras, sus pies se detuvieron al obtener una buena mirada del aspecto de Reb.

Esta vez, fue él quién silbó—. ¿Buscando atrapar algo?

Abriendo más el cuello de su camisa casi transparente, Reb le dedicó un guiño—. Cariño, yo no busco —dijo—. Las presas llegan a mi por voluntad propia.

Noah sonrió verdaderamente ante la actitud desvergonzada—. Veo que sigues siendo el mismo descarado de siempre.

—No soy descarado —dijo—. Solo quiero disfrutar mi libertad antes de ser arrastrado a un destino de mierda.

Eso hizo que la sonrisa se perdiera un poco—. ¿Tus padres no han cambiado de opinión?

Reb hizo un pequeño gesto con su mano—. Eso no es lo importante —aseguró—. Lo importante es que pienso tener un montón de sexo esta noche, y nada va a amargar mi estupendo humor.

Permitiéndose ser arrastrado, Noah lo siguió por las escaleras, intentando absorber algo de ese buen humor que parecía vibrar desde el otro. En el estacionamiento, Reb hizo girar las llaves del deportivo, que Noah rara vez utilizaba, entre sus dedos mientras lucía una sonrisa entusiasta. Realmente parecía que el moreno estaba en pos de disfrutar su pequeño interludio en la ciudad antes de que tuviese que regresar a su realidad en casa.

La familia de Reb era casi tan adinerada como la de Noah, la única diferencia era que el otro era el segundo nacimiento dentro de la misma, por lo cual, la presión no era tanta, aunque aun estaba allí.

DariusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora