Capitulo Cuarenta y Seis.

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—¿Estas completamente seguro de esto, Noah?

Sentándose mejor en su silla, Noah acarició distraídamente su barriga de cinco meses mientras sus ojos se movían a través de lo escrito en la hoja, deteniéndose en los puntos importantes solo para asegurarse de que todo estaba escrito de la forma correcta, antes de seguir bajando. Una vez que estuvo conforme con su lectura, asintió suavemente con conformidad antes de alcanzar el bolígrafo y garabatear su firma en cada espacio necesario.

Al otro lado de la mesa, Dorian solo lo observó escribir con duda—. ¿Noah?

—¿Mm?

—¿No quieres esperar hasta después de dar a luz para tomar una decisión como esta? —insistió—. He escuchado por ahí que las hormonas del embarazo pueden provocar locura temporal en las personas, puede que no estes completamente cuerdo ahora mismo.

Sentado en el juego de sofás acomodado en la zona de recepción, Darius rio entre dientes—. Hermano, ¿acaso tienes deseos de una muerte prematura? —bromeó—. Jamás le digas algo así a un embarazado, podría arrancarte la cara con las uñas si los molestas lo suficiente.

Aunque se encogió en su silla, Dorian no hizo más que encogerse de hombros—. Solo estoy preocupado por su patrimonio —dijo—. Dar cosas como estas sin recibir una retribución justa no parece positivo para sus propios negocios.

—No te estoy dando esto gratis, te lo estoy vendiendo. —Noah corrigió, al tiempo que hacia correr el contrato hacia él—. Firma tú.

Bajando la mirada al papel, el mayor suspiró—. Me lo vendes si, pero a un precio que en el mercado seria una especie de burla —insistió—. Esto vale al menos diez veces más de lo que me pediste.

—Si fuese por mí, te lo regalaría, pero eso solo haría que todo fuese más confuso, por eso no tengo más remedio que tomar algo de tu dinero.

Bolígrafo en mano, Dorian solo lo miró con una expresión complicada—. Noah, no puedes solo darme una de tus empresas como obsequio, como si estuvieses regalándome un bolígrafo por mi cumpleaños.

—Ahora que lo pienso, olvidé darte algo en tu cumpleaños. —el castaño musitó, ahora algo espantado ante su propia mala memoria—. ¿Te gustaría que dé te las acciones de GreenPines.sa? Puedo pasarlas a tu nombre esta misma semana, serías el accionista mayoritario.

La mandíbula de Dorian se aflojó, casi golpeando su pecho. Noah sabía perfectamente el porqué de esa reacción, GreenPines.sa era una empresa que se dedicaba a la construcción de edificios prefabricados con materiales reciclables y amistosos con el medio ambiente. En realidad, era de las más conocidas y grandes del continente, manejaban mucho dinero y estaban expandiéndose a pasos agigantados. Aunque no era muy grande en ese momento, los que sabían de negocios, apostaban a que se convertiría en una potencia en su campo en algunos años.

Darle algo como eso, era equivalente a obsequiarle una pequeña mina de oro y Dorian lo sabía también.

Los ojos negros del mayor lo observaron por los más largos treinta segundos antes de pasar de él y dirigirse a su hermano—. Darius —llamó—. ¿Estas escuchando lo mismo que yo? ¿Acaso vas a dejar que siga haciendo locuras de este tipo?

Quitando la atención de la revista que había tomado de la pila sobre la mesa de café, Darius le arrojó un vistazo a su hermano antes de encogerse de hombros—. Es su dinero —dijo—. Y son sus cosas, si él quiere obsequiarlas, es su decisión.

Y con eso, había pasado completamente de la conversación, volviendo a concentrarse en las paginas de la revista.

Recostándose pesadamente en su silla, Dorian rebotó su mirada entre ambos antes de sacudir la cabeza—. Ambos han perdido completamente la cabeza, no hay otra explicación.

DariusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora