Capitulo Treinta y Dos.

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—¿Estas seguro de que quieres hacer esto ahora?

Empujando un nuevo conjunto de ropa dentro de la maleta, Chris enderezó su postura y suspiró. Estaba demasiado viejo y roto para todo ese movimiento, y aun tenía un largo viaje en avión por delante. Solo de pensarlo su cuerpo se agotaba.

Pero también estaba en su mente el hecho de había mucho esperándole al final, su vida entera esperaba al final, este era un último esfuerzo de su parte.

Encontrándose con la mirada preocupada de su hermana, asintió—. Ya es hora de que deje de ocultarme. —dijo—. Les he permitido ganar por demasiado tiempo.

Tomando algunas prendas cercanas, Sophie las dobló prolijamente y se las pasó, aun con un pequeño ceño estropeando su expresión—. Temo que puedan hacerte daño mientras estas allí —musitó—. Aquí puedes protegerte, nos tienes a mi y a Oliver, allá no tienes nada.

Deteniéndose completamente, Chris se encontró con su mirada—. Allí lo tengo todo, Sophie —dijo—. El amor de mi vida y mi hijo están allí. Y es hora, de que, por una vez en mi vida, haga mi trabajo y los proteja.

—¿Proteger? Si intentas ponerte contra esas personas van a terminar asesinándote como lo hicieron con nuestros padres.

—Si eso debe pasar, pasará —dijo, agregando cuando recibió una mirada furiosa: — He permitido que le hicieran daño a mi familia por demasiado tiempo, Sophie, aun si muero intentando protegerlos, será mejor que quedarme aquí sin hacer nada más tiempo.

—Entiendo tu posición, pero Chris, ¿Qué haremos nosotros sin ti? —ella insistió.

—No te preocupes, tengo eso cubierto, mi testamento ya esta listo y firmado, no dejes que las pequeñas arpías de tus hijas te convenzan de cambiar algo —advirtió—. Rune es el heredero de las empresas, no importa cuanto ellas lloren por tomar el control, aún no están listas.

—Chris.

—¿Qué? —se quejó—. Les dejé la vajilla bonita, una para cada una, debería ser suficiente.

Sophie le dedicó una mirada fastidiada ante la obvia evasión del tema—. Aun no estoy de acuerdo con esto.

—Por suerte para ambos, no estoy pidiendo tu permiso. —dijo—. Voy a ir, con tu bendición o sin ella.

Ella no se veía contenta, nada contenta. Aun cuando le ayudó a terminar de armar su equipaje, Chris pudo ver a simple vista cuan desconforme estaba con todo el asunto. Era realmente gracioso de ver, dado que él era mayor que ella, usualmente sucedía al inverso. Ver a su hermana desaprobando su decisión, luego de todos los pasos en falso que había dado durante su vida... era, en cierto punto, cómico.

—Deja de hacer mala cara —pidió finalmente, cerrando la maleta—. ¿Por qué mejor no les dices a Oliver y Rune que vengan a cenar hoy? Me iré en la mañana, y no sé cuando regresaré, me gustaría tener una última cena familiar.

Ella hizo un sonido fastidiado—. Hablas como si jamás fueses a vernos de nuevo —dijo—. Deja de ser tan escalofriante.

—¡Hey, fuiste tu quién me dio por muerto primero!

—Pero yo lo digo con cierta gracia, cuando lo dices tú, solo suena horrible. —dijo.

Y aunque para Chris sonaba exactamente igual, decidió no insistir—. ¿Les llamarás o lo hago yo?

—Yo lo haré —dijo, y poniéndose de pie de un salto, pareció iluminarse con la idea—. También enviaré a las chicas al supermercado, haré mi platillo favorito hoy.

Chris frunció el ceño—. Soy quién se marcha, ¿no debería ser mi comida favorita?

—Tu te vas porque quieres —dijo, dirigiéndose a la puerta, no sin antes hacer una actuación de mujer dolida para su disfrute—. El dolor que siento al verte marchar, solo mi comida favorita puede calmarlo. Además, cocinaré yo, así que haré lo que me plazca.

DariusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora